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Jesabella Barker había encontrado cierto encanto hacia las distintas criaturas mágicas luego de haber leído el libro de Animales Fantásticos y dónde encontrarlos que había en una de las estanterías en su casa cuando era pequeña, desde entonces había esperado hasta su tercer año para poder tomar la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas.
No era un misterio que quisiera dedicarse al estudio de estas, quería ser un magizoologo, una idea que no les encantaba a sus padres quienes esperaban que se dedicara a algo mejor y Ella sabía que esperaban que ocupara algún puesto en el Ministerio y no en algún campo cuidando de animales mágicos.
Por lo que no fue una sorpresa cuando Rebeus Hagrid se acercó a ella para hablarle sobre el unicornio herido que se resguardaba detrás de su cabaña, algo completamente descabellado debido a la naturaleza salvaje de estas especies cuando se trataba de un mago.
— Debes tener cuidado, Ella. —dijo Rebeus Hagrid hacía la fémina como un recordatorio de que no debía confiar tanto sobre la amabilidad que estos presentaban hacia las brujas.
— Lo sé, Hagrid. —exclamó en voz baja mientras daba un último paso hacia el unicornio acostado en el suelo debido a una herida, las rodillas de la fémina tocaron el suelo frente a él y escuchando lentamente a Hagrid sobre lo que tenía que hacer comenzó a ayudar al animal.
El pelaje de este tenía tonalidades doradas indicativo de que aún era muy joven, era la primera vez que Ella veía uno y estaba completamente fascinada, una vez que terminó de curar al unicornio este se levantó, la castaña lo imitó.
— Puedes regresar a casa. —susurró sin despegar la vista de la criatura, la cual bajó su cabeza y se restregó sobre su brazo antes de salir de los terrenos del colegio hacia las profundidades del bosque prohibido— ¿Qué crees que lo haya traído hasta aquí?
— Pudo haberse desviado, suele ocurrir en estas épocas. — dijo Hagrid como una suposición mientras caminaban hacia el frente de la cabaña, una sonrisa surco el rostro de hombro antes de mover una de sus manos en dirección al castillo— Llegarás tarde a clases.
Jesabella asintió con su cabeza y salió corriendo hacia el castillo luego de una rápida despedida hacia él mitad gigante, después de minutos corriendo se adentró al salón donde recibía las clases de Adivinación, asignatura que muy pocos habían tomado, lo que para quienes si habían decidido avanzar resultaba una ventaja.
Jesabella caminó hasta una Hufflepuff de cabellos rubios con la que siempre se sentaba, ambas eran ambiciosas a la hora de aprender, lo que resultaba en un dúo interesante.
— Escuché que las videntes son excelentes en estas clases. —le comentó cuando estuvo sentada a su costado— Ayuda a desarrollar su tercer ojo, pero no todas lo toman.
— Tienen miedo de lo que pueden saber. —dijo la castaña recordando como su tía abuela había sido maldita con la habilidad de ver cosas en su cabeza, su familia no hablaba de aquella mujer por miedo de que todo el linaje fuera maldito.
Jesabella escuchó a su madre decir que se había quitado la vida, había sido atormentada por voces e imágenes y simplemente tomó la decisión de acabar con todo, luego de su muerte la borraron completamente del árbol familiar.
Todos desconocían como había sido llevada a eso, de un día para otro llegó a su cabeza las voces y visiones.
— Suena interesante.
— No lo es, vives atormentada toda tu vida, es mejor intentar esto y no ver nada.
Sin embargo, ver el futuro resultaba incierto incluso para personas que nacían con aquella maldición, a su costado la Hufflepuff había comenzado a ver el futuro de su compañera como una práctica que solían hacer y por primera vez en todo lo que llevaba practicando la lectura se sorprendió ante lo que vio.
Sus manos temblaron suavemente antes de observar a Jesabella con la mirada cargada de lastima.
— Tienes que ser cuidadosa. —exclamó— Hay alguien detrás que no muestra ser una vibra positiva. No es alguien bueno.
— ¿Qué tan segura estás de eso? —inquirió tomando de la copa y observándola, pero Jesabella sabía que muy pocas veces la lectura de su compañera de asiento fallaba había sido esa la razón también de querer sentarse a su lado.
— Lo siento, Ella, pero veo muerte, esa persona trae la muerte consigo.
Jesabella desvió la mirada y observó a la rubia, sus ojos no mentían, la Slytherin sintió como se le hacía casi imposible respirar, no quería decir que estaba bien, porque no lo estaba, no sabía que hacer después de lo que había dicho.
El miedo volvió a invadir su cuerpo, había sido un sentimiento que había estado constantemente con ella desde que su padre decidió enviar una carta, más no podía mostrar que lo tenía, era algo con lo que siempre negaba, pero por primera vez en mucho tiempo deicidio que no podía más.
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Jesabella alzó una de sus manos dejando que un copo de nieve cayera sobre esta, el frío que sintió le provocó un escalofrío sin embargo no se molestó en quitarla o volver a ponerse el guante, amaba sentir la fría nieve en su piel, algo que Remus Lupin no entendía completamente debido a las consecuencias que traía el hacer eso.
El hombre lobo observaba desde su costado la sonrisa en el rostro de su amiga, se veía relajada, como si no tuviera un tormento sobre sus hombros y eso le agradaba, odiaba verla decaída como había estado las últimas semanas.
— ¿Irás a casa estás vacaciones? —preguntó la fémina luego de meter su mano e intentar hacerla entrar en calor.
— Aún no lo sé.
— Tienes suerte, puedes elegir.
— También puedes hacerlo.
— Sabes que no puedo, menos con la fiesta que piensan hacer. —comentó recordando la carta que había recibido de su madre dónde le hablaba de una fiesta que pensaban hacer para celebrar un acontecimiento que para ella no era digno de una fiesta— ¿Qué crees que sería de nosotros si fuéramos como cualquier muggle?
— Probablemente estaría ayudando a mi madre. —respondió— No los habría conocido.
