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Jesabella se atrevió a mirar la tarjeta que encontró en la casa de Holland por primera vez desde que la vio, no se olvidó de ella, la tenía presente pero no podía entender lo que quería decir, reconoció la pulcra letra de su hermano, podría reconocerla en cualquier lugar y estaba segura que lo hizo a propósito, su dedo golpeó la tarjeta para luego dejarla sobre el escritorio.
Se le prohibió hacer algo para recuperar a Holland, dijeron que la orden se encargaría, pero ellos no tenían ni un indicio de nada lo que estaba sucediendo mientras ella parecía tener una respuesta, ambas manos se unieron mientras colocaba los codos sobre la superficie, los días pasaban y Holland seguía desaparecida.
— Empezará a salir humo de tus orejas. —la mirada de Ella se desvió para enfocarla en Lily, la sonrisa de la pelirroja la calmó.
— No creo que sea posible.
— No quiero comprobarlo, ven, preparé algo de comer.
— No tienes que cuidarme, Lily. —dijo con un puchero Ella mientras se levantaba y caminaba junto a la pelirroja hacia la cocina— No estoy enferma, simplemente todo esto con Holland me...
— Ya sé, pero Sirius y James se veían preocupados estaban por negarse a ir a ese encargo solo por eso, es una suerte que Remus no esté cerca.
— Tienes razón, Remus se pondría peor que esos dos.
— Solo se preocupan por ti. —Ella sabía que se preocupaban, solo se sentía algo raro tener a otros comportándose de esa manera, lo agradecía, pero seguía siendo diferente— Además, sé qué harías lo mismo por mí.
— Ni siquiera me necesitarías, tendrías a James pegado a ti todo el tiempo.
— Creo que nunca te lo agradecí. —Ella frunció el ceño ante el repentino cambio de tema.
— ¿Qué se supone que hice?
— Si no me hubieses engañado aquella vez para salir contigo no me habría dado cuenta de lo importante que se estaba volviendo James. —respondió dejando ver el brillo en sus ojos al hablar de él— Lo había encontrado odioso pero los últimos días en sexto año dijiste algo que me dejó pensando; James es un imbécil, pero siempre ha estado cuidado de mí, de todos nosotros y se lo agradezco. Era como si yo no conociera a otro James que ese imbécil que decías y en séptimo quise conocerlo, ver al James que tú veías.
— Vaya, no creí que pensabas eso.
— Remus dijo que le pasó algo similar contigo, quería conocer a la persona que James decía que eras. —Ella sonrió ante el recuerdo de un todavía desconfiado Remus— Eres importante para ellos.
— ¿Ah? —dijo con sorpresa y Lily dejó salir una risita.
— Eres importante para ellos, deja que cuiden de ti al menos un poco.
— Lily Potter Eres demasiado encantadora, ¿Por qué elegiste a James? —la nombrada soltó una carcajada— Si algún día te cansas de James conozco un bonito lugar en...
Lily la miró levantarse del taburete donde se había sentado y salir corriendo en la misma dirección por dónde habían venido, todo fue tan repentino que ella ni siquiera tuvo tiempo de pensar en algo cuando desapareció.
Ella se adentró nuevamente al estudio y tomó la tarjeta que tenía un acertijo, leyó por milésima vez las palabras escritas quedándose estática por unos segundos al darse cuenta de lo que quería decir después de tanto tiempo, su mano entonces golpeó el vidrio a su costado rompiéndolo en pedazos.
— ¡Ella! —escuchó la preocupada voz de Lily mientras se acercaba y tomaba de su mano lastimada por los pedazos de vidrio.
— E-estoy bien. —murmuró intentando quitar su mano de la de ella, pero no pudo hacerlo, Lily sujetó mejor su mano— Tengo experiencia curando heridas, rojita. —dijo en tono burlón usando el apodo que Sirius le otorgó, Lily rodó los ojos, pero sonrió ante el apodo que quizás solo ellos dos usaban.
— Deja que otros se preocupen por ti.
— No les digas que ocurrió esto. —susurró mientras veía sus heridas ser curadas, Lily la miró y asintió.
— ¿Qué fue lo que pasó?
— Tuve una revelación. —dijo con una sonrisa para no levantar más sospechas de las que ya había levantado— Una vez golpeé a Peter sin querer cuando tuve una de ellas, no fue grave, pero tuvo su nariz algo hinchado en los siguientes días.
— Lo recuerdo.
— Gracias por todo, Lily. —agradeció una vez que su mano no tuvo rastros de sangre o vidrio, con su varita en la mano izquierda movió los pedazos para que volvieran a su lugar— Vamos por esa lasaña que preparaste, muero de hambre.
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Unas gotas de lluvia cayeron suavemente, las primeras lloviznas de verano, unas que Ella encontraba desagradables, aquella mañana en particular las odio mucho más, el cielo aún ni siquiera perdía la oscuridad de la noche cuando su cuerpo se alejó de las cálidas sábanas. Sus ojos se posaron brevemente en la persona que dormía plácidamente a su costado, el cabello despeinado de Sirius y si rostro sereno la hicieron sonreír.
Su mano se alzó como si estuviera dispuesta a tocarlo, pero no lo hizo, su mano quedó estática a tan pocos centímetros de su cabeza, no podía despertarlo, reprimiendo sus emociones se levantó y moviendo su varita se cambió de ropa.
Aun observando el silencio que la caracterizaba al caminar salió de la habitación, el ruido de la lluvia iba siendo más claro a medida que se acercaba a la puerta, su mano tomó el pomo de la puerta, pero se detuvo al escuchar el ruido de pisadas detrás de ella.
— ¿Piensas ir a correr? —inquirió James Potter observándola de arriba abajo, Ella sonrió y movió su mano con desinterés.
— Es bueno para la salud.
— Digamos que hipotéticamente te creo que vas a salir a correr, ¿En cuánto tiempo piensas regresar?
— Hipotéticamente hablando... ¿Una hora? —James alzó una ceja y Ella suspiró— No lo sé, solo quiero ir a hacer esto sin que tengan que vigilarme, siento como si hubiese hecho algo y por primera vez no hice nada.
— ¿Qué tienes que hacer que decidiste salir a las cinco de la mañana? —silenció, eso fue lo que recibió y un suspiro salió ahora de entre los labios del azabache— A veces siento que no confías en nosotros.
— Quizás no quiero ponerlos más en peligro, están ayudando a la orden su vida está en riesgo constantemente, sería egoísta poner otro peso más en sus hombros.
— Sería egoísta que un día salgas por esa puerta y no regreses más, y nosotros nos quedemos aquí sin saber que ocurrió. —murmuró James intentando conservar el tono tranquilo de su voz— Desde el día que tropecé contigo dejaste de estar sola, cuando entraste a ese vagón y le regalaste el chocolate a Remus dejaste de estar sola, cuando Sirius y tú pelearon por primera vez dejaste de estar sola, cuando decidiste ayudar a Peter contra los de tu casa dejaste de estar sola. ¿Qué tenemos que hacer para que entiendas que no tienes que pelear por tu cuenta?
Ella bajó la cabeza evitando que James viera sus ojos llenos de lágrimas, pero él sabía muy bien sus reacciones, caminó hacia ella y la abrazo dejándola llorar todo el tiempo que quisiera entre sus brazos, haciéndole saber que él estaba ahí y que siempre iba a estar para sujetarla.
