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Había un momento entre los últimos días de la época otoñal y el inicio del frío invierno en dónde los días de Jesabella Barker siempre parecían tornarse oscuros, como si se tratara de una silenciosa advertencia de que algo iba a ocurrir, la perteneciente a la casa de Slytherin siempre había tenido ese sentimiento en su pecho que le advertía de que algo malo iba a ocurrir, pero nunca sabía explicar que era exactamente eso que la tenía con ese malestar, no podía prevenirlo incluso si se sentía así o fuera algo típico, simplemente le quedaba estar preparada para lo que sea que fuera a ocurrir.
Los dedos de la fémina jugaron con el bordillo de su libro mientras dejaba que su atención se fuera hacia la ventana siendo golpeada por las gotas de lluvia, había fido un día frío y gris, ni un rastro del sol parecía poder atravesar las espesas nubes grises, a su costado Caroline Dekker miró a su amiga y alzó una ceja, pero sonrió ante la mirada que le puso la castaña luego de unos segundos.
— Deja de intentar entrar en mi cabeza.
— Entonces deja de ocultarme las cosas, me siento excluida. —murmuró con un puchero en su boca, Ella sonrió.
— Ser tierna no va contigo.
— Lo sé, es molesto fingir algo que no eres. —Ella asintió— Jamás me dejas entrar en tu cabeza, ¿Hay algo que intentas ocultar?
— ¿Por qué crees que ocultaría algo?
— Te gustan los secretos, siempre has tenido esa aura de misterio, algo en ti me dice que debería cortar esta amistad y huir, como si no fueras de confianza.
— Es la primera vez que lo dices. —puntualizo Ella mientras daba unos toques en su barbilla como si estuviera analizando las palabras— Tú me das esa vibra de que no importa cuán amigas seamos vas a traicionarme.
— ¿Quieres decir que esa es la razón por la que no me dejas entrar en tu cabeza?
— Tener la habilidad de la legeremancia no significa que tengas que ir entrando a la cabeza de las personas. —Caroline puse los ojos en blanco.
— Incluso si creer que soy una perra traicionera jamás me atrevería a hacerte daño.
— ¿Es porque somos amigas?
— Es porque somos amigas. —confirmó con una sonrisa— Hay muy pocas personas que me agradan, siéntete feliz de ser una de ellas.
— ¿Qué pasa si decido ir en contra de todo por lo que fuimos criadas?
— Bueno, seguirías siendo mi amiga, pero no esperes que ponga mi pellejo por encima del tuyo.
