Capítulo 58

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Eva

Siempre siento un poco de ansiedad antes de coger un avión. Si, sé perfectamente que los aviones son uno de los medios de transporte más seguros, pero no puedo evitar que los nervios carcoman mi cuerpo poco a poco a medida que atravieso el paseo que me lleva directamente hacia el interior del avión. Pensar que estoy en el aire, sin escapatoria y ningún lugar donde bajarme, me causa angustia pero en estos momentos siento el avión como un búnker seguro; seguro porque una vez que baje de él, nada va a estar bajo mi control.

La charla que me dio mi padre está mañana me ha abierto los ojos. Claro que quiero a Hugo. Y si le quiero, ¿por qué no puedo hacer lo que me haga feliz? ¿Por qué no puedo pensar en mí por una vez en mi vida? Quiero hacerlo. La pregunta es... ¿puedo?

El avión va aterrizando y una vez llega al suelo, damos un pequeño bote ya que el aterrizaje ha sido un poco brusco. Esto para mi es un golpe de realidad que me indica que una vez baje del avión, la decisión que me lleva carcomiendo por dentro, voy a tener que enfrentarla. Voy a tener que enfrentarme a esa decisión y a la consecuencias.

Consecuencias, consecuencias, consecuencias... ¿por qué narices mi cabeza no puede dejar de importarle eso?

Una vez cogida mi maleta inconfundible de estampado de vaca, cojo un taxi que me lleva directamente a mi apartamento. Observó mi calle que ya está de nuevo bastante concurrida. Definitivamente las vacaciones de Navidad se han acabado y momentáneamente me siento mal por no haber disfrutado este año como debería. Espero que todo mejore y que este horrible principio de año mejore notablemente.

Y eso solo puede suceder si sigo a mi corazón.

Abro la puerta de mi casa y me sorprendo al ver que esta cálida. Para nada me dejé encendida la calefacción, es más, comprobé varias veces que estuviera apagada antes de irme a Galicia.

Como es pleno invierno, aunque no sean mucho más de las cinco de la tarde, está comenzando a oscurecer bastante y antes de encender las luces del salón, veo luz en el pasillo.

—¿Cómo? —Me digo a mi misma. Enciendo las luces y me dirijo hacia el pasillo y me sorprendo al comprobar que la luz proviene de la, ahora antigua, habitación de Anne.

No me da tiempo a abrir su puerta cuando esta se abre, dejando paso a la pequeña figura de Anne delante de mi campo de visión.

—¿Anne? —Digo sorprendida. Creo que lo último que me imaginaba es tener a Anne delante de mi tan pronto.

—Eva, hola... —Responde.

—¿Qué haces aquí? Pensaba que cuando volviese ya tendrías todo recogido y listo para mudarte... pensaba que ibas a quedarte con Gèrard hasta que encontraras otro apartamento.

—Ha habido un cambio de planes —Sin previo aviso, agarra mi muñeca y me mete en su habitación —. Me he dado cuenta de una cosa. Está fatal que me ocultaras lo que sentías por Hugo estos meses. También pienso que Rafa no se merecía lo que le hiciste y que deberías haber sido sincera respecto a tus sentimientos hacia él desde un principio. Tal y como te lo dije.

Asiento con la cabeza. Sé perfectamente lo que he hecho mal y he estado castigándome a mi misma todo este tiempo. Me he alejado de Hugo sin ni siquiera quererlo; he puesto un posible punto y final a nuestra relación por el hecho de que me han carcomido por dentro todos los secretos. Pero ahora, teniendo delante a Anne volviéndome a echar la charla, me he dado cuenta de que las cosas no pueden cambiar. Me arrepiento mucho de todo lo que ha pasado y ojalá haber actuado de otra manera pero, no me arrepiento de amar a Hugo y puede que Anne y yo no volvamos a tener la misma relación que antes ni voy a tener el apoyo de los que han sido mis amigos hasta hora, pero es la primera vez que me da igual. Hugo me preguntó una vez si esto que estábamos sintiendo el uno por el otro valía la pena. He llegado a dudar este tiempo de ello, pero ahora sin ninguna duda respondo: Sí, si que la vale.

EsperandoWhere stories live. Discover now