Capítulo 44

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Eva

No tardamos mucho en llegar al hotel. Todo el camino de vuelta he estado mirando fijamente a la ventana sin hacer caso a lo que me decía Iván. Las lágrimas caían silenciosamente por mis mejillas y el corazón me iba a mil pero me negaba a hablar o emitir cualquier ruido.

—Seguro que está todo bien —Me decía Iván y yo no le quería mirar ni a la cara. Estaba enfada con él, con Noemí y conmigo misma. Solo quería estar con Hugo; estar a su lado todo el tiempo. Saber que se va a poner bien.

Encuentro a todos nuestros amigos en la entrada. Samantha tiene la cara enterrada en el pecho de Flavio mientras él la rodea con el brazo, Anne y Gèrard están abrazados como Mai y Bruno; Rafa y Anaju están cogidos de la mano y todos reflejan en su semblante miedo, tristeza y nervios.

Cuando nos ven bajando del coche se acercan corriendo a preguntar que ha pasado. Las voces se acumulan al rededor mía, pero mi cerebro no es capaz de procesar ninguna. Estoy como en un estado de shock permanente.

Noto como alguien tira de mi y me abraza. Es Sam. Yo instantáneamente comienzo a sollozar y a llorar mientras me aferro a ella al máximo.

No recuerdo muy bien como llego a la habitación. Solo se que me encuentro en la cama, mirando al techo.

No tengo ni idea de lo que está pasando en el hospital y estoy paralizada.

No paro de rememorar la escena en mi mente. Ver como el cuerpo de Hugo vuela hacia atrás y cae, dándose en la cabeza quedándose inconsciente; mis gritos, el señor dándose a la fuga sin mirar atrás. Los médicos llevándose a Hugo en camilla.

—Hugo —Comienzo a decir —. Hugo por favor vuelve a mí. Por favor, no pido nada más.

Lo peor es que la culpa me carcome por dentro. Y eso me acaba de rematar.

—Amor —Dice la voz suave de Sam. Veo como Anne y Samantha entran en la habitación y se acercan a mi cama sigilosamente —. Te hemos traído una infusión relajante. Al menos para que te tranquilices un poco.

Les intento dar las gracias pero no me sale la voz. Es como si me hubiese quedado muda.

Bebo un sorbo. El líquido baja por mi garganta, quemándome pero no me importa. De alguna manera lo encuentro placentero.

Anne se inclina y me da un abrazo.

—¿Cómo ha ocurrido? ¿Qué hacíais? —Pregunta y yo noto como se me llenan los ojos de lágrimas. Anne cambia su expresión a preocupada —. Tranquila no tienes por qué contármelo ahora. Lo que pasa es que no puedo llegar a creérmelo.

—Ha sido mi culpa —Comienzo a decir. La voz me sale entrecortada y me cuesta pronunciar las palabras —. Si no hubiera cruzado la carretera haciendo el payaso, él no tendría porque haberme seguido y... —Me absorbo la nariz—. Estábamos en una calle sin visibilidad para los coches y yo le llevé por ahí. Hugo... por qué él y no yo...

Entierro las manos en mi cara.

—Shhhh... Eva no digas eso... —Me consuela Anne mientras Samantha me da la mano —. Tú no podías saber que iba a pasar. No tienes la culpa de nada.

Me inclino para delante para abrazarlas pero sin querer derramó el vaso de infusión, haciendo que se caiga al suelo.

—Joder... —Comienzo a decir.

—No te preocupes, voy a por algo para limpiarlo y te pido otra. No tardo —Dice Anne y se va.

Me tumbo de nuevo en la cama y entierro la cabeza en la almohada. Sigue pareciendo irreal la situación. Casi pienso que Hugo está en el el otro lado de la pared, con esa sonrisa suya y haciendo bromas a sus compañeros de habitación y que en cualquier momento puedo ir a verle.

EsperandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora