El taxi nunca se detuvo, terminé caminando otra cuadra y subiendo a un bus esperando no perderme, mi apariencia de gato mojado era tan evidente que nadie me dio una segunda mirada cuando tomé asiento, excepto el conductor, él se quejó de que arruinaba su suelo con el agua que botaba. Todo hubiese sido más fácil si hubiese memorizado el número de Loraine, pero siempre he sido floja para ello.

Resulta que me equivoqué de bus y me bajé, me recomendaron usar el metro, pero me daba miedo tentar a mi suerte de ser reconocida, ya suficiente tenía con mantener las manos sobre mis pechos para evitar el espectáculo completo. Más lluvia cayó y ya ni siquiera sabía en dónde estaba, por suerte conseguí un taxi que me trajo al evento ¡Porque eso sí que sabía! Y me sobraron tres libras ¡Qué ganga! Seguro mis aretes se sienten honrados de que les diera tal valor.

El plan debía ser fácil: conseguir que alguien llamara a Loraine afuera para que me diera el repuesto de mis llaves; viendo hacia atrás, confirmo que lo que tendría que haber hecho era correr el riesgo de que algún vecino chismoso me vendiera, aunque no he visto a ninguno durante el tiempo que llevo viviendo ahí. Me consuelo diciéndome que al menos ahora sé un poco sobre tomar un bus en Londres.

Mi plan de esperar que alguien saliera no era tan bueno cómo pensé porque o la fiesta estaba muy buena o todos sabían que llovía y nadie quería exponerse. Durante eternos minutos me escondí detrás de una planta implorando que alguien apareciera y mi milagro apareció con un traje que le ajustaba el culo y le quedaba de maravilla. Ese grito de auxilio apareció con cabello castaño ondulado, ojos claros y cejas gruesas.

Max o quien confirmé hace días que es Maximiliano Greene.

¿Lo absurdo? Me olvidé de mi problema inicial cuando lo vi acercarse a mí, pero me acordé cuando estornudé de una manera poco elegante que casi me saca los mocos, muy, pero muy vergonzoso.

Max quien una vez más me vio las tetas a través de la tela mojada, quien de nuevo me dio su abrigo y me ayudó, debe pensar que soy una loca o debe desear correr lejos de mí. Qué vergüenza, no dejo de darle raras impresiones.

Vuelvo la vista al hombre detrás del volante y me aclaro la garganta ganándome una mirada de reojo.

—Soy Meredith Allen—digo para evitar malos entendido.

—Me dicen Hunter.

—Pero no es tu nombre.

—No, solo las personas que se quedan lo suficiente en esta familia saben mi nombre real.

—Uy, qué misterioso —comento haciéndolo reír—. Creo que Max tarda demasiado.

—Creo que Max está siendo raro —dice—, muy, muy raro.

Estornudo y tomo otro pañuelo de papel viendo por la ventana en la espera de Loraine y Max. Éste último aparece tras una larga espera, pero está solo cuando corre en medio de la lluvia y viendo sus intenciones me hago hacia un lado antes de que abra la puerta y suba cerrándola detrás de él. Se pasa las manos por el cabello sacudiéndose las gotas de agua que ahora hacen que se le va más oscuro y me da toda la atención de sus ojos grises con destellos de verde.

—Loraine no está, se fue.

— ¿Se fue?

—Sí, pregunté a varias personas para evitar confusiones y se fue con el representante de Gloria King.

—Se fue a follar —digo con horror y él solo me ve—. Quiero decir, qué genial que tenga sexo ¡Yeih, dale duro, campeona! Pero es horrible para mí que estoy en la calle y contaba con ella.

Hay un largo minuto de silencio en donde solo me ve y yo estornudo de nuevo, trato de darle una sonrisa, pero el hombre no cede.

— ¿Nos vamos, Max? —pregunta Hunter.

Una Novia Para Max (BG.5 libro #5.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora