Capítulo Doce

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Capítulo doce.

Meredtih Allen.


2 de marzo, 2016.

La habitación está oscura, silenciosa, fría  y estoy envuelta en mi sabana, además llevo un suéter con capucha y no, no estoy enferma, al menos no físicamente.

Me duele el alma y puedes establecer que eso es imposible, pero es muy real. Siento una pesadez en el cuerpo que proviene de mi interior, un malestar en mi cabeza que proviene del hecho de no querer pensar y no es que sea un día particular en dónde me sienta mal, es solo que a veces hay días malos.

Hay días en los que despierto y me cuestiono demasiado, en donde volteo hacia atrás y recuerdo cosas que quisiera olvidar, en donde siento que algunos me presionan demasiado hasta quebrarme.

La mañana empezó así desde que abrí mis ojos en la madrugada con una horrible pesadilla que a veces temo sea verdad, no pude volver a dormir, después respondí una llamada temprana de tía Rochelle diciéndome que de nuevo me llamaban, que debía volver a Estados Unidos y centrar mi trabajo allá y luego yo simplemente pensé y pensé sintiéndome tan agotada.

Tengo veintitrés años, pronto veinticuatro, soy bastante joven, pero a veces me siento tan avejentada por el cansancio. A veces solo quiero parar, gritar que estoy cansada y simplemente existir.

— ¿Por qué tienes que dejar que en ocasiones las emociones te superen? —Me reprendo en un susurro con la vista clavada en la pared.

Desde afuera parece que lo tengo todo y sí, tengo muchísimas cosas materiales, pero tengo la impresión de que no tengo nada más allá de lo tangible. El dinero facilita muchas cosas y no mentiré diciendo que no establece una clara diferencia, te da una vida más fácil y con recursos de alcanzar ciertos puntos que a otros les cuesta un poco más. Tener dinero ha hecho mi vida más fácil, pero no más completa, porque al final hay días cómo estos en donde soy ésta mujer sola, vacía en una habitación fría que no quiere salir y enfrentar el mundo.

Hoy tenía una reunión para la negociación de una pasarela en un evento francés bastante privado y elegante, pero no me importa o no me importó cuando decidí quedarme aquí acostada.

«Por favor, vuelve, por favor»

« ¡Dios, Mary Alena! ¿Por qué no entiendes nada? ¿Por qué no haces nada bien?»

« ¡No lo entiendo! Es un saco de hueso del que no puedo conseguir nada»

«No puedes hacer nada bien. Dame una sola razón para no deshacerme de ti, inútil de mierda»

—No llores, no llores, no llores —Me repito una y otra vez.

Pero es tarde, estoy llorando y si bien dicen que llorar es liberador, yo siento que me desgarra de adentro hacia afuera porque siempre me digo que no volveré a llorar por el pasado y de nuevo termino aquí, doblegándome ante ello y aferrándome a recuerdos que no me hacen ningún bien.

A veces quiero decirme "si mamá estuviese aquí..." pero la verdad es que no sé cómo sería mi vida si ella aun viviera. No era la madre perfecta, pero me amaba. Me peinaba, me decía que era su todo, su vida, me abrazaba, me ayudaba en mis tareas y todos los días me susurraba que me amaba con una dulce sonrisa pese a la vida en pobreza y miseria que llevábamos. No importa qué tan malo fuera su día o las circunstancias, ella pintaba otro mundo para mí con sus sonrisas y diciéndome que todo estaría bien.

No tendría que haber muerto, no entiendo por qué la vida la castigó cuando ella solo quería un pequeño respiro de felicidad ¡Joder! Lo merecía.

Una Novia Para Max (BG.5 libro #5.5)Where stories live. Discover now