Capítulo Treinta y tres

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Capítulo treinta y tres.

Maximiliano.


Apago el auto y mantengo la vista al frente.

Tengo muchos pensamientos pasando por mi mente en este instante.

Una sensación sofocante me invade y un nudo se instaura en mi pecho.

Lógicamente sé que no sufriré un ataque al corazón, pero así se siente...

Espera, sí que podía ser un ataque porque siento que respirar se vuelve difícil y experimento una sensación extraña en el estómago.

Pero ¿Qué caraj...? Algo está mal.

Un toquecito en la ventana me sobresalta y encuentro que es Allen viéndome con preocupación.

Me quito el cinturón de seguridad, abro la puerta y bajo, tomando rápidas respiraciones.

—Algo está mal —digo agitado.

—Max ¿Qué pasas? Tu piel se está poniendo roja.

Hago un ademan con la mano y tiro del cuello de mi camisa, tomando profundas respiraciones por la boca antes de apoyar las manos sobre el techo del auto. Jadeando y teniendo mil pensamientos a la vez en tanto su mano sube y baja por mi espalda.

—Max, respira, vamos. Inhala y exhala, eso es —Sigo sus respiraciones—. ¿Qué hago? ¿Llamo a emergencias?

—Estoy bien —digo intentando controlar mi respiración—. Estoy bien.

O eso creo.

—¿Seguro?

Abro la boca para responder, pero entonces la cierro.

—¿Max? Dime qué te pasa ¿Qué está mal? ¡¿Qué hago?!

Cierro los ojos y subo una de mis manos para limpiarme el sudor de la frente, me masajeo las sienes y exhalo, de alguna manera consigo reunir mis pensamientos y comprender o intentar comprender lo que estoy experimentando.

—Voy a llamar a emergencia, mi teléfono está adentro, tomaré el tuyo —Me dice Allen y escucho el miedo en su voz.

También estoy asustado.

Desde atrás mete la mano en el bolsillo delantero de mi pantalón o al menos lo intenta, para tomar mi teléfono, pero le sostengo la muñeca.

—¡Claramente estás teniendo un ataque! Déjame ayudarte —Me grita y que bueno que es una residencia privada en donde solo su personal de seguridad presencia esto y que es pasada la una de la madrugada.

—No estoy bien, Allen —digo con mi voz más grave de lo normal.

Le libero la mano y giro, recargándome del auto y viéndola. Está preocupada y asustada, también molesta y está descalza... ¿En dónde están sus zapatos?

—No traes zapatos.

—¿Y eso a quién le importa? —Ve de un lado a otro—. Ahora estás sonrojado y sudando ¡Claramente no estás bien!

—Hace calor —digo limpiándome con el dorso de la mano la frente.

—No, no hace tanto calor. ¿Puedes respirar bien? Suenas cómo si corriste un maratón, déjame llamar a emergencia o tal vez alguien de mi equipo...

—Por favor, cállate un momento —pido o tal vez demando—. Solo cállate, necesito aire y pensar.

Nunca había visto tal indignación en el rostro de Allen, pero ella retrocede abrazándose a sí misma y yo me movilizo, necesitando aire y espacio, queriendo salir de este sofoco. Me llevo una mano al pecho para verificar que no estoy teniendo un ataque, mis pulsaciones son erráticas y luego me toco el estómago porque lo siento revuelto.

Una Novia Para Max (BG.5 libro #5.5)Where stories live. Discover now