CAPÍTULO 54.

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Aarón.

Cuando Aisley estaba a punto de correrse, sus músculos se contrajeron de una forma casi dolorosa y tuve que usar todo mi autocontrol para no correrme ahí mismo. Muchas veces me he follado a mujeres así, es un placer completamente diferente, pero en el Seducción la mayoría de las mujeres ya no están tan estrechas como Aisley y aunque me he follado por primera vez a un par de mujeres así, nada se compara con el orgasmo que tuve con Aisley hace unos minutos; fue increíble e intenso, me dejo sin poder respirar.

Cuando salgo con mucho cuidado de su interior, gime bajito y casi quiero volver a entrar en ella. Pero solamente me siento en la cama y ella apoya su mejilla en mi hombro haciendo una mueca de dolor.

— ¿Estás bien? — Masajeo sus caderas y me da un beso en la mejilla.

— Me duele un poco. — Vuelve a hacer otra mueca, pero sonríe. — La verdad me gustó mucho. — Esconde la cara en mi pecho.

— Te dije que no era tan malo como pensabas. — Le doy un beso en la cabeza. — A mí también me gustó. — Le digo con toda la sinceridad.

— ¿En serio? — Se sienta a horcajadas en mi regazo haciendo otra mueca de dolor.

— Cuidado, por la mañana estarás mejor. — Pongo las manos en sus caderas. — Y si, en verdad me encanto. — Pongo la cara entre sus pechos y se ríe.

— ¿Lo habías hecho muchas veces? — ¡Joder! No puedo decirle que cada vez que estaba en el Seducción, al menos no ahora. Pero tampoco puedo, ni quiero mentirle.

— Si, la verdad es que sí. Aisley, desde que me mudé a Nueva York he tenido una vida sexual demasiado activa, en eso no voy a mentirte y en ninguna otra cosa.

— Gracias por no hacerlo. — Se inclina y me besa. — Solo sentí curiosidad. — Pone las palmas en mi pecho. — Necesito hacer pis. — Me sonríe y me besa antes de levantarse con cuidado y tomar mi camiseta para ponérsela.

Cuando comienza a caminar me doy cuenta de que lo hace con las piernas un poco abiertas y sonrío burlón, mientras recojo mi bóxer.

— Me gusta como huele tu camiseta. — Dice cuando se acerca nuevamente a la cama. — ¿Puedo dormir con ella? — Me hace un puchero con el labio inferior a modo de súplica.

— Claro. — Sonrió y la abrazó cuando vuelve a recostarse en mi pecho. — Y no es necesario que camines con las piernas abiertas. — Suelto una carcajada.

— Me duele aún y comenzaba a gotear. — Entiendo a qué se refiere y vuelvo a soltar una carcajada.

— Eres una princesa. — Le doy un beso en la frente aun sonriendo.

— No soy una princesa. — Me da una palmada en el pecho, lo que provoca que vuelva a reírme.

— Si lo eres. — Hago que su espalda quede pegada en el colchón y con mis rodillas abro sus piernas, me inclino para besarla y comienza a acariciar mi cabello.

— Eres increíble, mucho más que eso. — Vuelve a besarme y ambos sonreímos.

Esta mujer me gusta mucho, no quiero perderla. Acaricio sus piernas antes de entrar lentamente en ella y gime en mi oído.

— Me encanta ese sonido. — Termino de entrar de un solo empujón y gime más alto. — Exactamente. — Sonrió antes de lamer su cuello. Continúa gimiendo en mi oído, acariciando mi espalda y mi cabello que las palabras salen de mi boca sin poder detenerlas. — Te quiero Aisley. — Me mira directamente con sus ojos llenos de lágrimas.

— Te quiero mucho Aarón. — Unas cuantas lágrimas ruedan por sus mejillas y vuelvo a besarla.

Cuando ambos nos corremos y nuestras respiraciones se normalizan, vuelve a poner su mejilla en mi pecho y acaricia lentamente mi cabello.

— ¿Por qué siempre me acaricias el cabello así? — Pongo mis labios en su cabeza.

— Me gusta cómo se siente y creó que te relaja. — Asiento. — Cuándo Ezra y yo éramos niños siempre me dejaba hacer esto, porque sabía que me gustaba. Y cuando yo tenía pesadillas, siempre iba a mi habitación o me dejaba dormir con él y hacía esto hasta que me quedaba dormida. Ezra siempre me ha protegido, así como tú lo haces con Annia y Ninette.

— Es algo que no puedes evitar con las personas que quieres. — Bosteza. — Creó que debemos de dormir.

— Si, estoy cansada y adolorida. Descansa — Hace una mueca contra mi pecho y me da un beso.

— Descansa. — Le doy un beso en la frente y unos minutos después su respiración se hace más lenta y profunda.

— Aisley, jamás dudes de lo mucho que te quiero y siempre que pueda voy a protegerte. — Le digo, aunque sé que ya está dormida.

Unos minutos después yo también me quedo profundamente dormido.

Aisley comienza a moverse mucho, intentando quitar mi brazo de su cintura, me despierto, pero ella sigue dormida, está sudando y sollozando.

— ¡No, no! — Exclama. — ¡Suéltame por favor! — Solloza e intento despertarla. — No me hagas esto, por favor, no lo hagas. — Susurra sollozando.

— Aisley, despierta. — La muevo un poco.

— No lo hagas, otra vez ya no, por favor. — Continúa sollozando.

— Aisley, soy yo. Despierta, tranquila. — Abre los ojos aun sollozando. — Todo está bien, solo fue un sueño. — Intento abrazarla, pero es ella quién se lanza a mis brazos sollozando contra mi cuello. — ¡Oh princesa! Aquí estoy, no pasa nada. — Le acaricio el cabello y la espalda. — Tranquila. — Le doy un beso en la frente, pero no deja de sollozar y sigue haciéndolo al menos por diez minutos.

— Siento haberte despertado. — Dice entrecortadamente.

— No pasa nada. — Le limpio las lágrimas con los pulgares. — ¿Estás bien? — Su labio inferior tiembla y vuelve a esconder su cara en mi cuello. — ¿Tienes pesadillas seguido? — Asiente sollozando suavemente. — ¿Quieres hablar? — Niega. — Vale, pero hay que tratar de dormir de nuevo. — La abrazo y se acurruca en mi costado, rodeando mi cintura con el brazo. — Todo está bien princesa, aquí estoy contigo. — Le doy un beso en la frente.

— Gracias por estar en momentos difíciles. — Continúa sollozando.

— Siempre que pueda voy a estar contigo.

— Te quiero. — Vuelve a sollozar.

— Te quiero princesa. — La abrazo con más fuerza y al menos veinte minutos después, vuelve a quedarse dormida.

Todos alguna vez tenemos pesadillas, sin embargo, esta de Aisley me confundió demasiado y quiero saber qué fue lo que provocó que comenzará a tenerlas. Hay pesadillas que te causan miedo, pero Aisley además de sentir miedo, estaba sollozando.

UN JUEGO DE SEDUCCIÓN. (TS #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora