CAPÍTULO 2.

1.4K 95 0
                                    

Aarón.

Joder, ¡Por fin es viernes! Llevo toda la mañana y casi toda la tarde entre juntas y toneladas de papeles que revisar. Quienes piensan que ser el dueño de toda una empresa lo hace más fácil, están completamente equivocados. Y por si todo esto no fuera suficiente, necesito a alguien que me ayude a llevar mis casos, se me ha acumulado el trabajo desde que Susan renuncio. Mi agenda es un desastre y me urge que alguien me ayude.

Pero ni siquiera puedo pensar tranquilo en mi despacho entre miles de documentos porque alguien llama insistentemente a mi puerta.

— ¡Pase! — Grito desde mi cómoda silla. Luego la puerta se abre y aparece mi insoportable hermana pequeña.

— ¿De mal humor, hermanito? Creo que te afecto demasiado que Susan te abandonara. — Dice en un tono burlón mi querida hermana Ninette.

— ¿Qué quieres? Estoy ocupado Ninette — Digo frustrado, mientras me froto las sienes.

— Efectivamente, si estas de mal humor. — Vuelve a decir en un tono burlón sin ocultar su risita. — Solo venía a decirte que mamá llega de San Petersburgo mañana antes de mediodía y quiere que vayamos a comer.

Joder, había olvidado que mi madre venía a visitarnos.

— Si, si, lo recordaba. — Miento. — Pero estoy ocupado Ninette, no tengo tiempo para salir a comer con nuestra madre.

— Me dijo que dirías eso, pero también me pidió que te dijera que no iba a aceptar que te negaras.

— Entre nuestra madre y tú van a volverme loco, ya te dije que no puedo, ya es suficiente con que tú lleves casi seis meses aquí y ahora mamá también viene. — Suspiro frustrado.

— Mamá no viene sola, pensé que te lo había dicho, Annia viene con ella.

Genial, la situación mejora en cada momento que pasa. Vuelvo a suspirar mucho más frustrado que antes.

— Bien, bien, te dejo hermanito, no olvides la comida con mama, yo te envió un mensaje. — Rodea mi escritorio para darme un beso en la mejilla.

— Ah, por cierto, es importante que reemplaces a Susan para que dejes de estar de tan mal humor. — Se burla mientras avanza a la puerta de mi despacho. — Bueno, también podrías salir de aquí para que eches un polvo con alguna mujer. — Se ríe mientras la fulmino con la mirada cuando abre la puerta.

— ¡Que te jodan, Ninette! — Grito cuando cierra la puerta y aún escucho su risa.

Ninette aquí, mañana mi madre y mi hermana Annia, es demasiado para mí, necesito salir de aquí.

Me levanto de mi silla de piel y me abrocho el saco de mi traje negro, para salir al impoluto pasillo de mi bufete de abogados, uno de los más importantes y grandes de Nueva York. Sonrió con suficiencia, pero mi sonrisa se desvanece cuando giro a la derecha y no veo a Susan, necesito reemplazarla con urgencia.

Bajo del ascensor al estacionamiento del edificio, pero luego decido ir caminando a Starbucks que se encuentra a un par de calles de aquí, necesito distraerme y caminar me ayudara, al igual que el aire fresco.

Luego de un par de minutos me arrepiento de haber venido caminando, a veces olvido que vivo en Nueva York y que todos parecen tener demasiada prisa, lo cual empeora mi mal humor. El cual se pone mucho peor cuando llego a Starbucks y hay una fila de los mil demonios.

Después de diez minutos en la fila es mi turno, pero justo en ese momento el chico que iba a tomar mi pedido desaparece tras la barra sin decir ni una palabra, ni siquiera me mira. Justo cuando voy a darme la vuelta molesto por su terrible servicio la dulce voz de una mujer hace que me detenga y me gire a la barra.

— Disculpe la espera señor, ¿Qué le sirvo? — Dice con las mejillas sumamente sonrojadas sin dejar de mirarme.

— Un cappuccino grande de vainilla.

¿Por qué no deja de mirarme? Estoy demasiado molesto como para tener que soportar su mirada, aparte de los diez minutos que ya tuve que soportar en la fila.

Muevo la mano frente a su cara para llamar su atención y que me de mi maldito café o me iré a otra cafetería.

— ¿Qué le sirvo? — Vuelve a preguntarme sin dejar de mirarme fijamente.

— Ya te lo he dicho, joder. Quizá me abrías escuchado si no me estuvieras mirando de esa manera. — Gruño mientras apoyo ambas manos en la barra.

— Di-di-discúlpeme, no era... yo... no quería... no. — Tartamudea y es incapaz de formar una oración con sentido.

Esta mujer es aún más irritante que Ninette y esto ya es mucho decir, joder.

Vuelvo a repetirle mi orden y después de lo que parece una eternidad me entrega mi café, me voy sin darle las gracias. Normalmente no me molesta cuando una mujer me mira, sin embargo, cuando estoy de mal humor absolutamente todos me molestan, incluso si me dan los buenos días o me dicen que un contrato millonario se logró.

UN JUEGO DE SEDUCCIÓN. (TS #1)Where stories live. Discover now