28. Que se esperen

52.7K 3.8K 942
                                    

Desperté gracias a los labios de Kenneth, que me besaban el centro de la espalda y que subían hacia la nuca. Sonreí un poco, aún adormilada y ronroneé cual gato. Su risa llegó a mis oídos, haciéndome sonreír ampliamente. Sentí su mano cosquillear mi costado con suavidad.

―Buenos días... ―susurró en mi oído.

―Buenos días, mi amor ―murmuré abriendo los ojos por fin.

―Mm... Me encanta que me llames así ―dijo pasando su lengua por mi cuello hasta mi oreja. Suspiré notando como se me ponían los vellos de punta.

Kenny me hizo dar la vuelta y quedé boca arriba, desnuda y a su merced. Sus labios se movieron hacia mi cuello y me lo besó, bajándolos poco a poco hacia mis pechos. Suspiré sonoramente, casi gimiendo, cuando sus dientes capturaron mi pezón. Kenny me destapó, quitando la sábana, y me acarició la pierna.

Bajó hacia mi vientre, besándolo y lamiéndolo, hasta que llegó a mi sexo e hizo lo mismo. Gemí arqueándome contra él. Gruñó bajito cuando le agarré del pelo, mientras su lengua hacía lo suyo allí abajo, dejándome totalmente anestesiada de placer.

―Dios mío ―gemí cuando uno de sus dedos comenzó a ayudar a su boca―. Kenneth, deja que yo te... Que yo te...

―¿Que tú me...? ―murmuró contra mi sexo.

―Yo qué sé. No sé ni qué iba a decir... ―jadeé.

De golpe, sin previo aviso, se levantó de la cama totalmente desnudo. Me quejé, a lo que él sonrió. Mi mirada se fue hacia su erección, la cual saltaba a la vista. Mordí mi labio inferior, deseosa de él, mientras lo veía ir hacia la mesita de noche. La abrió y de ella sacó un preservativo.

―Me encantaría comenzar todas las mañana así ―murmuré excitada.

―Y a mí, te lo puedo asegurar.

―Yo te lo pongo.

Me acerqué a gatas hacia él y le quité el preservativo de las manos. Lo abrí y, justo cuando se lo iba a poner, el timbre de mi casa sonó. Negué con la cabeza, sin hacerle caso al timbre, y comencé a ponérselo.

―Kay, el timbre ―murmuró cuando volvió a sonar.

―Que se esperen ―me quejé―. Quiero que me hagas el amor. Si lo empiezas, lo terminas.

Mi teléfono comenzó a sonar.

―¡Pero bueno!

―Cógelo, anda ―me dijo Kenneth con una pequeña sonrisa. Lo señalé con mi dedo.

―Ahora me lo haces.

Se rio por lo bajo mientras yo iba por mi móvil, el cual estaba en la mesita de noche. Era mi hermano. Gruñí malhumorada y le cogí la llamada.

―¿Qué? Estaba durmiendo ―me quejé.

―Estoy abajo con papá y mamá. Ya se han instalado en casa, pero estaría bien que su hija les enseñara su piso, ¿no crees?

―Mierda, mis padres ―susurré a Kenny. Él me miró con los ojos muy abiertos.

―Vale, bien, no estabas durmiendo. ―Bufó mi hermano―. Me los llevo a tomar un café y ahora volvemos. Vístete y aséate. Papá huele el sexo.

Y me colgó.

Lloriqueé tumbándome en la cama boca arriba mientras veía, dolorosamente, como mi novio se quitaba el preservativo. Él me miró y sonrió divertido.

―Vístete, anda ―dijo acariciándome la mejilla.

―Quiero que esta noche me hagas el amor. Podríamos hacerlo ahora pero no creo que acabemos tan rápido y mis padres volverán en cinco minutos como mucho. Jo... No pensé que vendrían tan temprano. Ay, estoy muy enfadada. Y cachonda.

KENNETH © (EN AMAZON CON CONTENIDO EXCLUSIVO)Onde histórias criam vida. Descubra agora