6. Seguro que tienes una sonrisa muy bonita

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El jueves volví a tener reunión con mi hermano y sabía que volvería a ver a Kenneth porque, según Logan, trabajaban mucho juntos porque lo asesoraba aunque insistía que no le hacía falta porque Kenneth sabía más de leyes que nadie.

Iba tarde y Logan iba a matarme. Me vestí rápidamente con un jersey amarillo clarito ajustado el cuerpo y de cuello semi-alto, y un jean mom con un cinturón negro. No me dio tiempo a ponerme sombritas en los ojos, así que me apliqué máscara y me pinté los labios de un color algo más oscuro del mío natural. Me perfume, agarré mi mochila y salí corriendo.

Literalmente fui corriendo.

Llegué al bufete en menos de quince minutos y ni siquiera me detuve en la recepción porque no había nadie. Subí hasta la planta de mi hermano y cuando llegué a su despacho, llamé y entré. Allí solo estaba Kenneth tecleando en el ordenador de mi hermano. Sabía que era el suyo porque tenía una pegatina que le pegué yo el año anterior. Era un cupcake amarillo monísimo.

―¿Y mi hermano?

―Ahora viene, puedes sentarte de mientras.

Me senté en la silla del otro día y apoyé mis codos en el escritorio. Lo miré.

―¿Y qué haces en el ordenador de Logan? ¿Tan amigos sois para que te preste su ordenador del trabajo? A mí no me deja ni entrar en Google.

―Quizás porque siempre te metes en todo lo que no debes.

―No has respondido a nada de lo que te he preguntado. ¿Sois muy amigos? ¿Os conocéis desde hace mucho? ―Él solo levantó la mirada y luego la volvió a fijar en el ordenador, para seguir tecleando―. Eres un poco desagradable, ¿sabes?

―Gracias, me han dicho cosas peores.

―¡No me extraña! ―Bufé.

Decidí quedarme callada porque Kenneth era un auténtico capullo cuando llevaba traje negro. Vale, bien, no pude quedarme callada.

―¿Por qué te gusta tu trabajo?

Me miró curioso y yo insistí con la mirada.

―Simplemente me gusta que se cumpla la ley y que los problemas de convivencia se puedan arreglar de una buena forma.

―¿Defiendes a personas culpables?

―Alguna, como todo abogado.

―¿Y te da igual que sea culpable y ganar el juicio, sabiendo que quizás has dejado libre a un criminal?

―No defiendo a asesinos, esa no es mi rama.

―Un criminal también es un criminal corrupto, un abusador, un...

―Yo defiendo, sin importar nada, a todos mis clientes. Me pagan para salir indemnes o con la menor condena posible ―respondió interrumpiendo mis palabras.

―¿Y te sientes bien contigo mismo al actuar sin escrúpulos y sabiendo que, quizás, has arruinado la vida de personas inocentes? Es bastante preocupante que no te sientas mal por las personas a las que hundes. Vale, que normalmente defiendes a personas inocentes, pero cuando no... Es triste, ¿no crees?

―No necesito que me des la brasa, Kayla. Es mi trabajo, no el tuyo.

Suspiré sonoramente y lo miré unos instantes mientras él miraba la pantalla. Se la bajé un poco con mi mano y él me miró con el ceño fruncido.

«Qué ojos más bonitos tiene», pensé.

―Lo capullo que eres eclipsa totalmente lo bueno que estás. ¿Te lo han dicho nunca?

KENNETH © (EN AMAZON CON CONTENIDO EXCLUSIVO)Where stories live. Discover now