04

2.9K 234 2
                                    

EPISODIO 4: pesadilla

Mirespiración era irregular

Ουπς! Αυτή η εικόνα δεν ακολουθεί τους κανόνες περιεχομένου. Για να συνεχίσεις με την δημοσίευση, παρακαλώ αφαίρεσε την ή ανέβασε διαφορετική εικόνα.

Mirespiración era irregular. Mi pecho se hinchaba y desinchaba a unavelocidad impresionante. Mi cuerpo todavía temblaba, y aunque norecordaba que había pasado, notaba el miedo instalado en mi cuerpo.

Lapuerta se abrió se golpe, y Jace entró con un pantalón corto dedeporte sin camiseta ni calzado. Un cuchillo serafín luciaresplandeciente en su mano, siendo este lo único que alumbra mihabitación junto la escasa luz que entraba por la puerta.

Nosabía que sucedía. Mi cuerpo parecía estar bloqueado. Tantasemociones en mi interior me han saturado y no supe que decir.

—Heraescuché tus gritos desde mi habitación —se acercó a mí al verque no había ningún peligro. Sentó en mi cama dejando el cuchilloa un lado—. ¿Qué ha pasado?

Susojos me miraban curiosos y sorprendidos, supongo que por el echo deverme tan asustada y desarmada. Lágrimas caían de mis ojos inclusocuando no recordaba de que se trataba aquella pesadilla que me habíapuesto así.

—Nosé, no lo recuerdo —susurro todavía conmocionada soltandopequeños sollozos.

—Estabien, me quedaré aquí hasta que te duermas —me avisa con un tonosuave, como si alzar la voz o realizar un movimiento brusco fuera aasustarme.

—Noes necesario, se que me odias Jace —le digo secando mis mejillascon las palmas de mis manos.

—Yono.

—Prefieroun "te odio" sincero, a un "te quiero" hipócrita—le interrumpo acomodando mi cabeza sobre la almohada.

Unaparte mi, quería que se quedara. Nunca nadie había hecho eso pormi, ni siquiera cuando era solo una niña. Mi madre alegaba que debíaenfrentarme yo solo a mis miedos, que la única persona que siempreiba a estar ahí para mí, cuando cayera; era yo.

—Creoque todos preferimos eso —añade Jace recogiendo el cuchillo quetodavía descansaba sobre la cama.

—Bueno,he visto a gente lamber el suelo por donde pasaba otra persona por unsimple puesto en la Clave —me encojo de hombros observando losmovimientos del rubio.

Todavíaestoy a tiempo de pedirle que se quede.

—Unoacepta lo que cree merecer.

—Yo...—él se detiene bajo el umbral de la puerta.

—¿Si?—insiste esperando a que continúe.

—Nocreo que lo merezca, y mucho menos que tú tengas ganas de estar aquíhasta que me duerma, pero necesito que por una vez alguien esté aquíconmigo y así pueda conciliar el sueño tranquila —musito apenada.

Muybien Hera, pasaste de ser un león, rey de la selva, a ser unciervatillo asustadizo. Pero eso dejó de importarme cuando Jace sesentó junto a mi en la cama, en el pequeño espacio que le habíaecho. Su espalda estaba apoyada en el cabezal, y sin necesidad deusar sus manos, se deshizo de sus tenis para poder poner sus piessobre el colchón.

AlecΌπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα