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Episodio 40;
motivos de celebración

—Gracias por recibirnos, Inquisidora —le agradeció de manera cortés Alexander

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—Gracias por recibirnos, Inquisidora —le agradeció de manera cortés Alexander. Jia nos miraba desde el que yo llamo su trono. Con sus manos juntas y sus dedos entrelazados, se veía imponente, aunque desde luego que no tiene nada que ver con estricto mandato con el que gobernaba la abuela de Jace.

—Es lo mínimo que puedo hacer por vosotros, después de que atraparais al brujo —se excusó. Pero yo, que la conozco desde hace ya un tiempo así como a su hija, se que en realidad, tenía más ganas de reunirse con nosotros, que nosotros con ella.

—De echo, hay algo que queríamos comentarte —hablé, tomando la palabra de mi marido. Con un ademán, indicó que prosiguiera hablando—. Como ya habrás leído en los informes escritos por Alexander, sabrás que absorbi su magia dejándolo indefenso y sin posibilidad alguna de librarse.

—Así es. Algo muy inteligente por vuestra parte, aunque fue algo sumamente arriesgado de tu parte, Hera. No sabes cómo habría podido reaccionar tu cuerpo ante la magia de Darek.

—Bueno, si estoy aquí de pie ahora mismo, es porque he podido superarlo con creces.

Bueno, quizás ese último comentario por mi parte estuviera fuera de lugar, incluso cuando el de Jia fue de igual manera estúpido.

—Lo que queremos comentarte —prosiguió Alexander por mi—. Es que nuestra idea es que ahora que Darek está vigilado, que Hera le entregue de vuelta su magia.

—¿Porqué querrías hacer tal cosa? O incluso mejor... ¿Porqué aceptaría semejante cosa? —se levantó del asiento, mirándonos como si la hubiésemos insultado—. Devolver la magia al hijo de Asmodeus, sería arriesgarnos demasiado.

—¿Duda de la seguridad de su prisión? Aunque bueno, recordando los antecedentes con Valentine, por no hablar de las veces que se escapó, huyó y revivió, yo tampoco confiaría —le eché en cara de manera poco sútil, solo unos pocos de los muchísimos errores que ha cometido la Clave durante todos estos años.

Nunca he sido Inquisidora, tampoco ha sido algo de mi interés como es el caso de mi madre, y desde luego que no tengo ni idea de la cantidad de responsabilidades y dolores de cabeza que conlleva estar en dicho cargo, pero si he estado bajo el cargo de una Inquisidora. Digamos que, nunca fui alcalde, pero he formado parte del pueblo desde el momento en que nací. Se que cosas se deberían cambiar, y aquellas que deben permanecer. Quizás porqué, como es normal, desde fuera, desde las gradas, el partido se ve distinto.

—Tú misma has dicho segundos atrás, señora Lightwood, que la magia no ha afectado de manera negativa a su cuerpo, y que de echo, se ha adaptado perfectamente a ella —apoyó el lado derecho de su cadera en el borde del escritorio. Con aquel traje formal que se adecuada a su estatus, poco queda de la que en su momento fue la madre de mi mejor amiga—. Por ende, no puedo aceptar vuestra propuesta, y más que ordenarle, le pido que conserve la magia todo lo posible.

AlecWhere stories live. Discover now