Capítulo 20: a la luz de la luna.

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Erika era hermosa

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Erika era hermosa.

Cualquiera persona que la viera podía notarlo, cualquiera que la viera podía decirlo. Era lo suficientemente atractiva como para que ella lo supiera. Era hermosa y ella lo sabía. No importaba qué ropa usara o qué peinado llevara, Erika podía verse simplemente bien con todo aunque fuera algo sencillo. Era eso o lo más probable era que yo ya la estaba viendo con otra clase de ojos... A la luz de la luna, con el cabello suelto y una sudadera, de pie frente a mi puerta Erika se veía mucho más deslumbrante de lo que podía recordarla.

—¿Quieres ir al cine ahora? —cuestioné consultando la hora en el reloj de mi muñeca y luego observándola a ella. Era un domingo a las ocho de la noche. Mañana tenemos clases a primera hora de la ma...

—Entonces llévame a cenar —dijo sin rodeos y yo fruncí el ceño ante su respuesta.

—¿Cuál es la prisa? Podemos cenar aquí, Julián podría cocinar lo que tu q-...

—No quiero —cortó hablando de manera instantánea sin dejarme terminar lo que estaba diciendo.

—¿Tienes algún problema?

—No realmente. Es solo que...

—¿Solo qué? —inquirí con insistencia dado que ella decidió no seguir hablando—. Si dijeras lo que piensas probablemente podría hacer lo que quieres. Me gustas más cuando eres directa.

Ella pareció sorprendida ante mis palabras y yo supe por qué. Había dicho la palabra con g. G de Gustar. Cerré los ojos con fuerza intentando ignorar a mi primer pensamiento, el cual para mi mala fortuna había sido que me gustaba la manera en la que Erika era directa... Gustar... Nunca llegué a considerar en mi vida que me podía gustar alguien como ella. Ni siquiera creía que me gustara Erika, pensaba que lo más probable era que ella solo fuera un capricho porque era demasiado atractiva y no parecía serme indiferente. O probablemente eso era lo que yo intentaba hacerme creer...

—Quiero que me lleves a cenar a donde tú quieras—soltó esta vez sin vacilar, como si no le importara si mi respuesta era una negativa o un sí—. El primer lugar que se te venga a la mente cuando piensas en mí o un lugar al que veas oportuno llevarme —continuó sin dejar de mirarme un solo instante, lo que hizo que sintiera la intensidad de sus ojos sobre los míos y me generó una enorme necesidad de desviar la mirada. Ella sabía lo que quería aún si yo iba a cumplirlo o no. 

Lo cierto era que ella quería lo que yo quería y no me atrevía a admitir.

Un escalofrío me recorrió la columna.

—¿Por qué? —continué interrogándola. Quería saber qué más respuestas me daría si le seguía preguntando ya que en ese momento parecía estar siendo honesta.

—Porque estoy molesta de que hayas llevado a la rarita a cine y a mí no me has invitado ni a comer.

Analicé sus palabras por un instante que probablemente se alargó más de lo que yo hubiera deseado. Sentía la garganta seca mientras le daba vueltas a su respuesta. "Molesta", ella dijo que estaba molesta. Pero de qué era lo que en realidad estaba enojada Erika, aún más que eso, ¿era acaso molesta la palabra correcta para definir lo que ella estaba sintiendo en ese momento? Lo más probable era que yo me estuviera viniendo un poco arriba pero lo que la castaña me había dado a entender era que estaba celosa... Además, ¿cómo sabía que había ido al cine con Jennifer?

El club de los rechazados.Where stories live. Discover now