Capítulo 17: cortesía básica.

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Esa mañana me encontré con Jennifer

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Esa mañana me encontré con Jennifer. Cruzamos mirada por un instante que se alargó más de lo que yo hubiera deseado. Vi que tenía intenciones de hablarme, o de saludarme quizá porque su mano se había levantado un poco, pero yo aún no me sentía segura de mantener una conversación con ella, así que evité su mirada y fingí no haberla notado.

Luego me puse a darle vueltas al asunto, no era culpa de ella que no correspondiera mis sentimientos así como tampoco era culpa mía haberme enamorado de ella. También pensé en Billy, porque aún cuando yo le había rechazado un día simplemente me llamó y volvimos a hablar tan simple y normal como lo hacíamos antes. Pero yo no era Billy, yo era Raquel Quijano y nunca se me había facilitado particularmente hablar con las personas en general. No tenía la fuerza de voluntad como para hablar con ella en ese momento y probablemente no la tendría nunca.

Envidiaba a Billy, él pensaba que nuestra amistad era más valiosa que los sentimientos que él tenía por mí. Quizá ya ni siquiera tuviera esos sentimientos, pero no podría decirlo ya que Billy nunca había sido obvio acerca de cómo se sentía, siempre actuaba de la misma manera. Envidiaba a Billy porque podía obviar sus sentimientos y actuar con la misma naturalidad de siempre.

Yo solo podía pensar en mí misma. Solo podía pensar en cómo me sentía y en cómo se me rompía el corazón cada vez que veía a Jennifer sonreírle a Dominik y que no podía mirarla a los ojos sin pensar en cuánto quería abrazarla.

Quizá los sentimientos actuaban, se manifestaban y desaparecían de distintas maneras en cada persona. Quizá por eso algunos podían gestionar las emociones más fácilmente que otros. Quizá lo más probable es que yo fuera una persona demasiado egoísta como para considerar los sentimientos de las demás personas que me rodean. Extrañamente no era algo nuevo para m, me era más simple aceptar la opción que me dejaba como la mala persona de la historia.

Soy muy egoísta. Y siempre lo he sido.

Así que por más que pensé si debía girarme y saludar a Jennifer como si nada hubiera pasado o al menos hacer el intento. No lo hice. No podía hacerlo o más bien, no quería hacerlo. Aún cuando sabía que ella me necesitaba mucho más de lo que yo necesitaba que ella correspondiera a mis sentimientos, yo solo seguía pensando en mí.

Curiosamente ese día yo iba temprano a la escuela. Nunca voy demasiado tarde ni demasiado temprano pero tal parece que ese día se alinearon los astros para que llegara temprano y no solo me encontrara a uno de los objetos de mi culpabilidad sino a dos. No le hablé a Jennifer, pasé de ella como si no existiera y ahora tenía a Bianca en frente mío. No había podido mirarla a los ojos después de haber leído los poemas de Dominik.

En serio no podía, era imposible para mí. Tampoco le dirigía demasiado la palabra, solo lo necesario. Después de todo un estudiante no tiene la necesidad de hablar demasiado con un maestro, pero para mi sorpresa, fue ella quien me habló y yo no pude ignorarla, porque aunque yo fuera muchas cosas (no precisamente buenas) no le haría nada malo a alguien que no me ha hecho nada.

El club de los rechazados.Where stories live. Discover now