Capítulo 9: una puta maravilla.

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Primero que nada me disculpo por no haber publicado ayer xd. Me quedé re dormida a la hora en la que usualmente publico y me re olvidé :cc

—Dice "Bianca" —soltó Jennifer causando que instintivamente dirigiera mi mirada a ella—

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—Dice "Bianca" —soltó Jennifer causando que instintivamente dirigiera mi mirada a ella—. Bianca como la maestra de Literatura.

En ese momento todos se quedaron en silencio, cuestionándose a qué se refería Jennifer, yo comprendía completamente lo que estaba sucediendo. Los hermosos labios de mi musa, con el arco de cupido marcando la forma de corazón de su labio superior, estaban pronunciando una frase que podría ser mi destrucción.

O no...

Teniendo en cuenta que lo que ponía en mi hoja, en realidad no dejaba en claro a quién pertenecía el secreto, o que era el secreto en sí, me dije a mí mismo que aún podía no decir nada. Quizá era mi propia sugestión.

—¿Y qué crees que significa eso? —preguntó Raquel sin entender a qué se refería. Lo cual fue suficiente para hacerme bajar la presión con la que apretaba los puños debido al nerviosismo.

—No lo sé —respondió Jennifer con el ceño fruncido—. La hoja dice "relación prohibida con una silla vacía" y la silla pone el nombre de la maestra Bianca.

Nuevamente un silencio fúnebre se extendió por toda la sala, nadie sabía muy bien qué decir al respecto y yo simplemente tuve tiempo para pensar que nadie sabía que aquel secreto era sobre mí, así que tenía que intentar calmarme, no pensar demasiado en ello para poder disimular que no se trataba de mí y así no levantar sospechas innecesarias.

Aunque de igual manera sentí mi corazón tamborileando fuertemente contra mi pecho, las palmas de las manos apretadas y sudorosas, la humedad en mi espalda que me adhería la camisa gracias a los nervios, la respiración ligeramente acelerada y no pude evitar que se me dificultara notablemente pasar saliva.

—No creo que leer eso en voz alta haya sido lo más indicado... —murmuró Dustin rascándose la nuca.

Luego de eso, todo fue un show de miradas. Todos se atacaban observándose detenidamente, sospechando de todos nosotros pero sin atrevernos a pronunciar nombres. Era el momento divertido de toda comedia sosa, todos se echaban culpas observándose discretamente, culpándose los unos a los otros, pero yo sabía que evidentemente yo era el culpable y actuaba como si fuera la primera vez que escuchaba algo así.

—Bueno, quizá leerlo en voz alta sea la mejor idea —habló Billy, cruzándose de brazos en su asiento—. Todos queremos recuperar nuestros teléfonos y así quizá podemos descubrir más fácilmente de quién se trata.

—Es simple decirlo —contraatacó Erika—. Nadie quiere revelar sus secretos aún si eso significa seguir sin sus teléfonos.

—No hables por todos —replicó Raquel.

—Bueno, quizá no habla por todos, pero sí por la mayoría —espetó Zack, con la mirada perdida.

Yo continuaba en silencio. Quizás a ellos se les hacía raro el detalle de que no hubiera mencionado palabra alguna, pero lo que mencionaba la hoja aún me tenía nervioso, lo suficiente como para entender que si me atrevía a decir algo e intentaba ignorar mis manos sudorosas y mi garganta seca, evidentemente iba a temblarme la voz o las piernas y seguramente iba a verme ridículo.

El club de los rechazados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora