Capítulo 36: monosílabos.

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Dulce

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Dulce.

Ni siquiera recuerdo en qué momento o cómo habíamos llegado a esa situación, solo recordaba un sabor dulce por alguna extraña razón. Incluso llegué a pensar que tal vez en ese momento de algún modo podía saborear las emociones. Quizá éramos tan empalagosamente dulces que hasta podía percibirlo en el gusto.

En todo caso, la cosa rara que estaba sucediendo era que Zack se había quedado dormido en mi cama, estaba echado sobre su costado y por alguna extraña razón parecía un ángel... Va, quizá no era la mejor definición, pero claramente a lo que me refería era que su expresión mientras dormía no era nada natural, sus ojos se veían demasiado lindos cerrados ya que sus pestañas rubias eran demasiado largas y descansaban sobre sus mejillas. Zack no era normal mientras dormía, quiero decir, ni siquiera babeaba y tenía sus manos bajo su rostro en forma de almohada, como si fuera una caricatura.

Y sí, demasiado ridículo —o quizá un término más adecuado sería enfermizo— que terminé por quedarme observando al rubio dormir como por diez minutos y su movimiento más notorio fue arrugar la nariz y apretar los ojos porque tal vez la luz de la ventana le molestaba o porque algo en su sueño le hizo poner esa expresión. Seguía viéndose lindo, seguía sin babear y me seguía pareciendo extraño el detalle de que olía demasiado dulce.

Luego mi mirada se desvió sin mi consentimiento.

Por alguna razón que es mejor no averiguar, terminé viendo a Zack directamente a los labios. Eran lindos, ¿saben? De la manera extraña en la que los labios podían serlo, así que no me pareció raro seguir observándolos, quiero decir, ya era lo suficientemente raro verlo dormir, mirar sus labios mientras dormía no era una gran diferencia.

Debo admitir que sentí unas ganas inexplicables de besarle. Pero podía justificarme. En mi defensa, la última persona que yo había besado había sido Sebastián, además había sido hace tanto tiempo que probablemente ya no recordaba cómo era besar. Sin mencionar que besar a un amigo no era tan extraño y yo merecía una desintoxicación bucal de Sebastián. Obviamente no hice nada. No iba a besar a Zack y mucho menos lo iba a besar mientras dormía, eso sería acoso.

Iba a despertarlo y luego preguntarle amablemente si podía besarlo.

Ya sé, no tienen que decirlo. Eso sería muy egoísta de mi parte ya que no estaría tomando en cuenta sus sentimientos hacia mí porque pedirle un beso por evidentes motivos podría darle falsas ilusiones, ¿pero eran realmente falsas ilusiones? No, no. Ese tema dejémoslo para otro momento, por ahora centrémonos en besar a Zack.

Vale, entonces. Si despertaba a Zack y luego lo besaba no sería acoso, ¿o sí? Quizá me estaría aprovechando de él ya que él podría estar pensando que sigue dormido y me seguiría el beso sin siquiera pensarlo. ¿Pero realmente me estaría aprovechando yo de él o en teoría se estaba aprovechando él de mí? Quizá la opción más razonable sería irme a dormir yo también y dejar de pensar en que los labios del rubio son demasiado lindos como para no besarlo.

El club de los rechazados.Where stories live. Discover now