~17~

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Estábamos en el frío suelo del estudio o así lo sentía lejanamente mi cuerpo, mi derroche orgasmico me tenía en el tercer cielo si es que existía, mi respiración estaba agitada y me encontraba con la cabeza hundida en el pecho de Fernando, alías el dios del sexo, alias el viejo verde, me reí un poco de mi broma. Respiraba profundo tratando de volver a la normalidad y apaciguar el latido alocado de mi corazón.

-Los orgasmos te hacen feliz.- Fernando me acariciaba la espalda de arriba a abajo, lentamente provocando escalofríos por todo mi cuerpo. Lo cual no ayudaba específicamente a relajar mi corazón y nervios que se descontrolaban con solo escucharlo.

-¿A quién no? Aún no he conocido de alguien al que le moleste eso.-susurro débilmente, estoy totalmente​ abatida, este hombre me deja sin energías y solo en la primera ronda me tenía tendida en suelo sin respiración. Que falta de practica Lucia, necesitaba inscribirme en un gimnasio y adquirir resistencia. Lo anoté en los asuntos importantes por hacer al llegar a casa.

-Buen punto.- respondió y luego se quedo así en silencio. Ambos disfrutábamos del momento de paz y placer que aún nos recorría, descansabamos enredados cómodamente escuchando nuestras respiraciones.

Bien, estoy aquí porque quería tener sexo fantástico con este hombre fantástico porque voy a regresar a mi realidad en pocos días, eso no es fantástico, ni un poquito fantástico. Quería detener el tiempo y quedarme así por siempre, en este momento tan cómodo y perfecto, si las relaciones fueran de esta manera, fáciles, divertidas y apasionadas no existirían los divorcios.

Suspiro tan solo de pensar en mí futuro incierto en el amor.

-Cantame algo.- le pido, me mira de reojo y sonríe sin decir nada. -Vamos no creo que sea la primera vez que te pidan eso...- le insisto un poco. Ya lo había escuchado en conciertos grabados y sabía de sobra que no se comparaba en nada a escucharlo en persona y mucho menos en un momento tan privado e íntimo como este.

Me sonrió ampliamente y comenzó a cantar bajito en mi oído, su canto me arrullaba, su voz es definitivamente aún más hermosa de lo que se escucha por la tele, en vivo y en directo era un espectáculo para no olvidar, mi concierto privado y personal. Cantaba una de sus canciones, no me la sabía del todo pero definitivamente era una de las suyas, la había escuchado en algún momento. Era tan hermosa y profunda que jamás podías pensar que este hombre le huye al amor o que no ha encontrado uno sincero y real. Debe ser triste no haber sentido nunca un sentimiento tan grande y fuerte.

-Tu tampoco cantas mal...- me dice sacándome de mis pensamientos musicales y cavilaciones sobre su vida amorosa.

-¿Ah?- lo miro sin comprender.

-No creo que tu borrachera te hiciera olvidar la noche de karaoke en la que te vi.- su cuerpo tiembla un poco por la risa. Y yo me lleno de vergüenza al recordar tremendo espectáculo público.

-Aún estoy esperando mi premio, que fraude.- frunzo el ceño con fingida molestia. La verdad era que a pesar de todo lo que cante mi premio había sido más alcohol, que no pude disfrutar por mi me pequeño inconveniente con el psicópata acosador. Por suerte estaba muy lejos de mí y encerrado, al fin.

-Fue cantar conmigo pequeña, eso sí que es un premio.- bufé. La verdad era que me encantó haber podido cantar con él, aunque no recordaba si había hecho un buen trabajo al cantar. Pero bueno oídos que no escuchan corazón que no sienten.

-Claro vejete.- esta vez me miró serio, ay dios, se molestó conmigo, por decirle vejete. Me muerdo el labio esperando algún arrebato o mala contesta.

-¿Vejete?- repite la palabra como si no la conociera, la saborea mientras la repite una vez más y yo me pongo nerviosa.- Vejete.- sus ojos están oscuros, muy oscuros, debe estar muy, muy molesto, lo que no hace más que ponerme en alerta. Y entonces me hace girar y el queda sobre mí, chillo por la sorpresa y quizás un poco asustada por lo que pueda hacerme. -Hay...- se detiene mirándome todo el cuerpo sin pudor alguno.- un par de cosas...- se lame los labios.- que sabemos hacer los vejetes.- me mira pícaro.

Desciende, baja aún más, pasa la lengua por mi ombligo y sigue derecho a mi depilado monte de venus y...

Oh.

Oh...

Dios mío, esto es un sacrilegio, esto es...no tiene nombre, el placer se hace infinito, fuerte y profundo. Pero que profundo esta llegando tan solo con ese músculo húmedo y suave.

Hace girar su lengua y me besa cariñosamente, succionando un poco, ahogo un grito y halándole el cabello lo pego aún más.

Puro y placer sincero me inunda entera.

Por inercia las piernas intentan cerrarse, buscar algún alivio del ataque despiadado que estaban recibiendo, pero con un movimiento brusco Fernando las volvía abrir y me dejó ahí, inmóvil , abierta y derritiéndome de placer.

Por dios que pare ya.

No, no quiero que pare, se siente tan bien.

Que agonía, si no se detiene pronto me volveré loca; y entonces desliza dos dedos dentro de mí, los mueve, adentro, gira su lengua sin para, afuera, sigue girando, adentro, gira aún más de prisa y sus manos también, afuera.

-¡Ah!- grito presa del placer. Comienzo a alcanzar el cielo pero el para repentinamente. ¿Qué?

-Desilusiona al parecer.- el ríe. ¡Se ríe! Se burla de mí, me molesto y cierro las piernas me levanto para irme, enfuruñada.

Quizás hasta pueda adelantar el viaje, llamare a la aerolínea...

Me pega fuerte contra la pared y sin aviso ni piedad me penetra bruscamente y grito, no de dolor, sino de placer, por lo glorioso de estar llena por el y el alivio que mi cuerpo reclamaba a gritos.

Estoy incómoda, mi frente pegada a la pared, y Fernando moviéndose con fuerza. Pero no me importaba la posición, sentía cada pequeño movimiento que su cuerpo realizaba en mí.

Grito de placer, no me quedo muda, no me importa si alguien nos escucha, me olvido de la vergüenza y me entrego, nuevamente al placer.

Tira de mi cabello y al llevarlo atrás me besa con fuerza, invade mi boca con su atrevida lengua, puedo sentir mi sabor aún en su boca, no me interesa saborearme, de hecho me excita aún más. Estoy volando.

Y de nuevo.

Se detiene. Bufo con fuerza.

-¿Pero qué...- no me deja terminar me da la vuelta y me carga, automáticamente lo abrazo con mis piernas, y dulce tortura como te amo tanto, entra en mi de una sola vez, me aprisiona en la pared, mi espalda pega con fuerza en ella pero a penas lo noto.

Entra fuerte y rápido.

Soy toda gritos y respiración.

El gime.

Me besa.

Me aprieto con fuerza a el.

Vuelo.

Más alto.

Me muerde el cuello.

Respiro con dificultad.

Me pasa la lengua en la oreja y ese es mi detonante, estallo en un orgasmo, potente, cósmico, infinito, chillo, me abrazándome sin fuerza a él.

Pega su frente a la mía, su respiración esta muy, pero muy cortada, su pecho sube y baja con fuerza.

Puedo sentir sus espasmos intensos dentro de mi.

Si esta no es la gloria, no se lo que es.

La gloria esta aquí, en los brazos de este hombre que me vuelve loca y revoluciona cada célula de mi ser.

-Que. Quevejete.- balbuseo. El suelta una risa y besa mi frente con cariño.

Estamos empapados de sudor, el cabello se me pega en la frente.

No me siento sensual, más bien me siento flácida y adolorida.

Entregada a tí.(EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now