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No lo negaré. Mi recuperación fue difícil, muy lenta y tortuosa. Timoty había golpeado tan fuerte y tantas veces mi rostro que por poco y me descoloca la mandíbula además que mi ojo se llevó la peor parte, estuve a nada de perder la visión por toda presión sanguínea que se aglomeró en el debido a la hinchazón. Sobra decir que los golpes repartidos en mi cuerpo dejaron hematomas de lo más escándalosos sobre todo al ser mi piel tan blanca era fácil poder percibir cualquier marca en ella.

Creo que lo que más me dolía era tragar, mi garganta había quedado lastimada e irritada de las veces que Timoty metía sus manos en mi boca para sacar la tela que casi me arrancaba la vida. Beber cosas calientes suponía un suplicio y beber cosas frías estuvo lejos de aliviarme. En resumen, mi recuperación física fue paulatina.

Regresar a mi normalidad mental o casi normalidad me costo una barbaridad se ha llevado el trabajo más difícil, pero con la ayuda de mi excelente psicólogo pude seguir adelante superando mi trauma, trabajar en mis nuevas metas y la superación de nuevos miedos productos de todo lo que sufrí en el encierro. Aunque me estoy esforzando por llegar a estar cómoda con público a mi alrededor e incluso al permitir a algunas personas acercarse, yo creo que esa nueva fobia solo la superaré a medida que pase el tiempo y que pueda volver a adaptarme al contacto.

Parece tonto como tan solo unas horas de encierro y golpes de un sujeto loco podían crear tantas penas mentales. Parecía ilógico, pero así era. La mente humana es débil y propensa a degradarse de manera abrupta.

Lo mejor de la recuperación en la clínica fue la gelatina roja, la comí con gusto, ya sé que no sabe a nada pero a mi me sabía a normalidad y a gloria, y un poco a fresa, pero muy lejano el sabor. De hecho lo primero que pedí al despertar fue gelatina roja. Al menos eso no dolía tanto ingerirlo.

Mis amigos me ayudaron por completo y me apoyaron a cada segundo de recuperación, estamos más unidos que nunca. Y mis guardas me protegían con más intensidad, estoy seguro que estaba molestos con ellos mismo con lo que pasó, pero nadie podía imaginarse que ese chico iba a estar ahí esperándome como un león a su presa; fui presa fácil. Ellos fueron muy rápidos al llegar a decir verdad, se suponía que estaban disfrutando de sus vacaciones. A pesar de no atender mis llamadas para poder notificarme sobre el estado de libertad de mi acosador a ellos se les notificó que Timoty estaba suelto y pararon sus vacaciones de inmediato y fueron directamente a buscarme, las alarmas se perdieron cuando nadie pudo localizarme y debo decir que llegaron justo a tiempo, se los agradeceré siempre. Les debo mi vida a ellos y a su eficiencia con las armas.

La nueva vida que tengo, porque se siente como volver a nacer aunque con más dolor, es gracias a ellos y eso no es algo que se pueda pagar con dinero, pues la vida no tiene valor monetario, lo que podía hacer era tener una infinita gratitud hacia ellos y una deuda que no sabía cómo podría pagar, pero ya me las arreglaría.

Todo fue calma en el mundo que me rodeaba, menos en mi cabeza la cual trabajaba a mi revoluciones por minuto. A veces veía la sombra de Timoty recorrer mi habitación en el apartamento y los pelos se me ponían de punta, me aferraba al edredón de la cama y encendía cada luz del lugar, quizás era su fantasma molesto por no lograr su cometido. Quizás no debía haberme quedado en el lecho de su muerte pero quería ser fuerte y dejarlo atrás. Fue un intento inútil, las sombras a mi alrededor creaban trucos ópticos y terminaba llorando en una esquina de la cocina tratando de calmarme con té.

Los medios no habían parado con la noticia ni un segundo y tampoco me dejaban en paz, cada vez que veía por la ventana observaba al menos dos fotógrafos con la mira fija en mi pieza. Me tenían cansada y nerviosa.

Al tercer mes no dejaba de imaginármelo respirar en mi cara y hasta podía sentir sus manos agredir mi rostro, fue en ese momento que decidí vender el apartamento y comprarme otro en un complejo con mucha seguridad en el último piso de un alto edificio en el centro de la ciudad, todo era muy moderno ahí, cámaras en cada rincón. No era lo que deseaba pero podía permitirme el lujo de este apartamento mientras buscaba alguna casa a las afueras de la ciudad, dónde se pueda respirar aire relativamente limpio y que por su puesto sea una zona exclusiva.

En definitiva la seguridad y todos lo que traía el nuevo edificio me hacía sentir segura y el hecho de se me notificaba si alguien venía y quería acceder a mi apartamento, siempre llamaban para notificar incluso que el cartero había dejado la correspondencia, no importaba si me visitaba la misma persona todos los días eran las reglas y me gustaba el control que había con eso. Jack y Louis se fastidiaron con ese detalle muy rápido, no eran nada pacientes, cuando por fin se les paso la molestia con el guarda del edificio, sólo lo hacían sentir muy incómodo, y se los digo que ese par gay no lo perdonan ni una vez cuando vienen, lo que me hace reír a escondidas es la cara del guarda cuando salgo, el pobre debe estar desesperado porque me vaya o algo así.

La vida fue más difícil también, ya no confiaba en ninguna persona y en la calle sólo me encontraba tan nerviosa que a veces sentía la necesidad de esconderme. Trabaja con fuerza para cambiar eso con mi psicólogo, pero eran pasos de bebés, lentos y aún así seguros. No iba a permitir gobernar mi vida por miedos así no perdía ni un día de terapia. No había hecho una buena pintura en meses o ninguna que de verdad me llenaran el corazón, las sentía vacías, ni si quiera sabía si transmitían algo. Ni si quiera dejaba que mis admiradores se acercaran lo suficiente, no lo quería.

Algo que no ayudaba en nada era la prensa que parecía no entender lo delicado de mi estado mental y tenía mi rostro e historia de primera plana con información en extremo explícita. Era difícil mantener a los periodistas alejados, siempre saltaba en la calle alguno con esas preguntas incómodas que no quiero responder, no ahora que aún su fantasma me persigue. Necesitaba un poco de tiempo.

Lo extraño de todo esto es que no he llorado de una manera desconsolada, sólo tengo una infinita molestia por la vida, por todo, por el aire, por las palabras y los colores. De alguna manera Timoty arruinó mi normalidad. Incluso arruinó mis flores azules.

Era jueves y salí temprano de mi estudio. Al llegar a mi edificio tomé el correo y me senté con una taza de café para leerlo con calma.

Y ahí vi la invitación para un concierto de...

Fernando.

Las mariposas recorrieron mis estómago, eso si que era una sensación que creía que no sentiría más. Al abrir el sobre tome tres entradas y una pequeña nota escrita de su puño y letra, su ortografía era desordenada pero entendible.

Después de todo lo que ha pasado lamento no haber estado ahí para ti, pero deseo una hermosa velada y si me lo permites una cena luego del concierto.

Por su puesto tres entradas para ti y tus guardas. Con cariño y deseo.

Tuyo... Fernando Flores.

Impreso estaba una hermosa flor azul. Y por primera vez no me sentía asqueada de ver una flor azul, un maremoto recorrió mi cuerpo tan solo de pensar en verlo.

¡Con deseo!

Dios mío. No evite la sonrisa boba que dibujaron mis labios.

Y hacía mucho tiempo que no sentía tanta felicidad junta.

Entregada a tí.(EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now