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Estaba corriendo, huía de Timoty, corría lejos de él, pero por mucho que me esforzaba no podía correr más rápido, estaba cansada, ya no podría seguir, al girarme lo tenia sobre mí, me tomo fuerte el brazo y yo grité.

-Lucía.- abrí los ojos de golpe, estaba dormida, solo fue un sueño, mi corazón está muy acelerado, y sentía mi frente un poco sudada. Miré a Fernando y luego a mi alrededor, era mi habitación en su casa. Un escalofrío me recorrió entera a causa del pánico que desató el sueño.

-Lo siento, las emociones pudieron más que yo.- Fernando me regaló una sonrisa un poco triste. -Todo esta bien.- agregué. Si hay algo que no soportaba, era que las personas sintieran lastima por mí. Su mirada era pesada y penetrante, un deseo creció en lo más profundo haciéndome olvidar del pánico y mi calentura por ese hombre volvió a subir de veinte en mil de un solo golpe. -¿Mis tíos?- el negó con la cabeza. No podía apartar la vista de sus ojos, eran emblemáticos y misteriosos y parecía que la sensualidad no lo abandonaba ni un momento.

-Están más que dormidos y mis hijos ya se fueron, le diste un susto cuando caíste inconsciente.- traté de enfocarme en algún dolor producto de mi desmayo pero solo podía sentir el calor creado por la cercanía de Fernando.

-Lo lamento mucho, solo me abrumé.-la boca se me secó y quería sexo, aquí y ahora. Me levante y entré al baño, me lave la cara y cepille mis dientes. Necesitaba aclararme o le iba a brincar a ese hombre ahí mismo como gata en celo.

- Lindo juguete el del baño.- casi me ahogo con la pasta dental, escupí los restos y respire profundo calmandome antes de responder.

-Tenia un ataque de histeria, y ya sabes como se soluciona esa enfermedad.- gracias a la histeria el vibrador esta entre nosotros y aunque sus comienzos parecían más dolorosos que placenteros hoy es uno de los juguetes sexuales más vendidos en el mundo.

¿Quién dice que el sexo no tiene historia?

-Según recuerdo, la histeria debe ser tratada por un hombre.- esto iba a terminar en algo, esto debía terminar en algo. El estaba sentado en la cama, yo me acerqué coqueta manteniendo el juego.

-Debía ser un medico...- respondí.

-Puedo ser un médico.- y ahí vamos, mi entrepierna pedía alivio del bueno a gritos.

-Yo no veo ninguno por aquí.- mi voz estaba más baja que antes pues la tensión me calaba los huesos.

-Solo hay un hombre aquí.- diciendo esto me tomó el trasero y me acercó a el, deslizó con fuerza sus manos hasta mis senos y subió mi camisa. Un hombre maduro puede ser la fantasía de muchas, hasta ahora no era la mía, pero este hombre me prende en fuego.

Comenzó a lamer mis senos, succionaba mis pezones con avidez. Yo lo pegaba más a mi con mis manos. Me dio la vuelta y eliminó mi ropa interior.

-Toca tus tobillos con tus manos- ordenó, yo obedecí feliz de la vida.

¿Su boca? su boca me estaba dando el mejor sexo oral que nadie nunca me había dado en esa posición, sus dedos maseajaban mi clítoris, mientras su lengua exploraba todo mi ser, y como me encantaba que explorara, su lengua subió un poco más, y mira que no podía contener mis gemidos, ahora lamía mi, sí, mi zona oscura, nunca había tenido sexo anal, pero esto se estaba sintiendo mucho mejor que el oral tradicional, estaba desesperada y las piernas me temblaban de puro placer, sus dedos tocaban mi vagina, pero no entraban en ella, era un masaje; un masaje que me estaba haciendo perder la razón.

Sabía que no debía gritar fuerte, pero no podía controlarme, mantener la boca cerrada no era posible en este momento, dejó de masajearme y metió dos dedos en mi boca, que comencé a chupar instantáneamente, el sabor inundó mi boca y no me quejé por él, me estaba gustado. Se levanto y yo por fin pude estar derecha, a su altura, me dio un gran beso, pensé que después de lo que hizo iba a saber mal, pero no sabia a nada, solo sabía a él, a su boca, a su sabor.

Sin perder tiempo le saqué la camisa, desabroche su pantalón y lo baje unido con su bóxer, no me sentía capaz de quitar prenda por prenda, deseaba a ese hombre y lo deseaba ya.

Y hola cariño, eso sí era un gran pene.

-Es hora de que me des un poco de placer pequeña.- me pellizco un pezón, yo trague gordo y me arrodillé, tomé su miembro en mis manos, debía entrar, iba a hacerlo, comencé a chupar poco a poco, que buen sabor tenía, su capullo tenia un poco de líquido preseminal, y estaba delicioso, comencé a chupar con más fuerza, mi desespero estaba creciendo, me ayudaba con la mano que seguía mi movimiento, escuchaba los gemidos de Fernando y mi desesperación fue en aumento.

Me agarró la cabeza con ambas manos y empezó a moverse, me agarré de sus caderas para no caer, se estaba moviendo fuerte y su miembro me llegaba hasta el fondo, siguió las embestidas hasta que me separé de él. Lo empujé a la cama y me senté sobre él, introduje su miembro lentamente disfrutando de la sensación, estaba tan mojada que se deslizó con rapidez, cuando por fin entró completamente casi dolía la profundidad, pero me encantó.

Lo tomé de los hombros y esta vez era yo la que tenia el control, me movía rápido, escalofríos corrían por mi piel, Fernando me apretó el trasero con fuerza y yo fui más rápido, y seguí así hasta que ya no podía más el orgasmo explotó en mi haciéndome gritar, pero no paró ahí, Fernando me acostó y siguió con las embestidas, fuertes y profundas, yo era todo gritos y sensaciones, aún no había disfrutado de mi orgasmo cuando otro estaba creciendo en mi.

-¿Tomas anticonceptivo?- me preguntó en el oído. Luego de un gemido grité sí. Un par de embestidas después estaba perdiéndome en un orgasmo y él llegando conmigo comiéndome la boca para callar mis gritos.

Entregada a tí.(EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now