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Salí del estudio sintiendo al fin mis piernas y cada extremidad de mi cuerpo, me podía permitir un momento de respiración profunda y calma para mis pensamientos ta agitados en estos tiempos. Necesitaba cosas positivas en mi cabeza y no las negativas que últimamente encabezaban la lista de pensamientos.

No había salido de ahí desde hace tres días y casi me fundía con mi propio estudio y me volvía un objeto más, no es que soy una loca adicta al trabajo ni mucho menos; como artista  trabajo más que bien cuando estoy con la inspiración a tope, no debo derrocharla más bien debo aprovecharla. De eso se trata exactamente mi exilio.

Aproveché mi inspiración por tres días completos aunque eso hace que casi eché raíces ahí mismo y me vuelva una obra perenne en mi galería.

No voy a decir que no estaba cansada, estaba agotada de sobre manera no solo físicamente, mentalmente me encontraba en un estado caótico lleno de dudas, tristezas y simplemente estaba tan abrumada que todo me sobrepasaba de un modo gigante.

Saboree el clima a mi alrededor, en New York ya estaba fresco, muy fresco de hecho. En cualquier momento empezaría a sentir frío, pero por ahora me encontraba bastante cómoda disfrutando del frescor y el aire nuevo que llenaba mis pulmones saturados del olor a pintura y que penetraba mi piel abriendo mis poros.

Menos mal no soy alérgica a la pintura, porque con esos tres días sin salir seguro ya hubiera muerto intoxicada.

Respiro profundo un par de veces más y me permito apreciar a todas las apuradas personas que pasan a mi lado. Algunas van corriendo. En este mundo las personas no aprecian los pequeños detalles de la vida, todos corren de un lado a otro, no disfrutan lo que hacen. Porque todo gira en una responsabilidad constante y permanente.

Yo tengo responsabilidades, las atiendo, pero también las disfruto. Siempre he tratado de mantener mi vida en equilibrio para poder estar activa en cada ámbito que se presente.

Quizás muchas de las personas que pasan corriendo a mi alrededor no disfrutan su vida, su casa, su trabajo, su jefe o algo tan tonto como su café. Quizás no valoran su familia o las oportunidades que les regaló la vida, algo así como ver el vaso medio vacío en vez de verlo medio lleno.

Es en ese momento que mi mente viaja directo al recuerdo puro y casto de mi madre. Mi corazón se estruja con fuerza y mi pecho se llena aún más de tristeza ante las memorias que van danzando por mi cabeza de un lado al otro, no puedo evitar sentirme culpable, yo tampoco disfrutaba las oportunidades de la vida o las personas. No la disfruté a ella, no lo suficiente.

Sólo estoy siendo una juzgadora más, sin saber qué pasa por la vida de todos aquellos que van corriendo. Mucho de ellos se deben sentir mal, están enojados o tristes, quizás tienen una vida que odian y son infelices.

Yo también estoy infeliz, como muchos ellos. Mi vida ha sido marcada por más tristezas que alegrías y no estoy siendo de ningún modo dramática o con pensamientos apocalípticos dignos para crear un poema sin sentido y citarlo en un café cutre y atestado de gente aún más triste; mi vida ha sido una secuencia de lo que yo llamo "mala suerte".

Ha pesar de que amo mi vida y el rumbo que va tomando hay algo que no estoy disfrutando ni un poco de ella, es este sentimiento de vacío en mi pecho, que me presiona y me carcome mejor conocido como "despecho" sí, soy una completa dolida.

Todos pasamos por esto, ya lo sé.

A todos nos duele amar alguna vez, eso lo sabemos todos.

A todos nos han roto el corazón, lo hemos visto en miles de películas.

Y creanme que trato de sobreponerme a todo esté mal rollo y me permito disfrutar cada momento de mi vida. Pero este es un momento que es imposible de disfrutar. Es un momento de duelo, al menos para esa parte del corazón dedicada a los enamoramientos y solo estoy dejando pasar ese luto, estoy quemando la etapa del sufrimiento, el llanto y el odio, porque creo que el odio domina todas esas emociones.

Maldito idiota, presumido, montador de cuernos y asqueroso interesado.

¿Fallé? Mi psicólogo dice que soy perfecta, yo sé que soy un ser perfecto, al menos físicamente no me falta nada, estoy completa y lo agradezco. También dice que cada ser humano es perfecto a su manera. Y que cada quien tiene a su otra parte perfecta en el mundo.

A lo que yo le pregunté "¿Cómo es qué todos somos perfectos?" Si fuera tan perfecta como dice o como yo creía serlo no estuviera aquí, deprimida y desconsolada a lo que sólo me respondió con una sonrisa:

-Lucy, nuestras imperfecciones nos hacen perfectos. No todos los defectos son iguales y a cada persona le gusta ciertos defectos.

-Pues creo que me encantan los sujetos imperfectamente monógamos.- estaba molesta y dolida en ese momento, ¿pero quién no? Apenas me atrevía a hablar de mi separación y ni si quiera podía hacerlo de manera abierta o como muchas personas lo hacen en estos días con un toque de "humor" que llenando de risas una historia amarga toleran compartirla con otros, historias que de chistosas no tuvieron absolutamente nada porque estoy segura que lloraron hasta la mierda. Pero cada quién supera el dolor a su manera algunos con gracia y otros como yo.

Yo no podía darle gracia a esa parte de mi vida, simplemente no era ese tipo de persona.

-Si quieres irte al plano religioso puedo decirte, que todos somos perfectos a los ojos Dios.- continuó mi psicólogo.

-Dios...esta bastante ciego estos días, las personas buenas sufren y las malas...hacen lo que quieren cuando quieran.- definitivamente Dios no era la respuesta a mis problemas en este momento. Soy una fiel creyente pero el mundo está lleno de tantas injusticias que a veces era duro, pero todo pasa por algo y de nuevo me encontraba en ese punto donde podía incluso llegar a oler el perfume de mamá.

Mi única respuesta en este instante era sanar el mal de amor que iba creciendo peligrosamente dentro de mí y superarlo de alguna manera sana y positiva. Nada de irme a casa de mi ex a romperle el auto y quemarle la casa o iniciar una pelea de gatas por el cariño de un sujeto que de entrada no valía la pena porque si alguien hace lo que él me hizo a mí no hay amor o respeto alguno. Tampoco iba a pelear con una mujer de baja calaña, además que no sabía pelear.

El amor debe ser lindo, lleno de flores y cursilerías que muestran en las películas, no engaños y camas llenas de otras.

Malditos hombres engañadores.

No es nada sano que arme una escena además de qué sería bastante patético.

Y de nuevo pienso en mamá y me veo reflejada en ese espejo pasado y solo puedo concluir que así es el amor, nos duele y daña, pero como nos encanta sentirnos así, enamorados ciegamente.

Y lo volvería hacer, algún día, cuando deje de temer a él.

Entregada a tí.(EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now