~25~

7.3K 557 9
                                    

Timoty me miró fijamente, estaba pálido y al verme ahí frente a el enrojeció de furia, la adrenalina bajaba poco a poco y así como ella mi realidad caía sobre mis hombros con pesadez, iba a morir.

No podía creer lo que estaba ocurriendo, estaba tan cerca de ser libre. Faltaba tan poco. Necesitaba pensar en algo para hacer mientras veía como su rostro se transformaba lo peor que había visto en mi vida, esto era peor que esas películas de asesinos. El miedo me mantenía paralizada, es completamente falso eso de que buscas la manera de sobrevivir, yo estaba perdida y aterrada.

Estaba segura de que ese sería mi último momento, sentí un nuevo miedo crecer en mi ser; dicen que cuando estas a punto de morir recuerdas toda tu vida como si fuera una película, eso no estaba pasando conmigo, ahí estaba yo, temblando de miedo, el dolor corriendo por mi cuerpo mirando a mi secuestrador y pronto asesino. No podía ver nada de mí pasado, de mi niñez o alguna cosa mágica. Sólo veía mi miedo reflejado en esos ojos amarillos y extraños.

Algunos dicen también que cuando estás muriendo ves las caras de las personas más importantes en tu vida, ves a cada una con momentos valiosos para ti, pero yo sólo podía ver la cara de Timoty, a unos pocos centímetros, a unos pocos pasos. No podía ver a nadie más en mi cabeza ni si quiera podía recordar sus nombres aunque me esforzara. No se puede negar que lo traté, estoy aquí a pasos de la libertad, pero el día de hoy mi carta no fue la suerte, nuevamente. Sinceramente no me sorprendía.

Saqué todo el aire de mis pulmones las lágrimas corrían como río por mi cara porque ya lo sabía, estaba cerca, el no soportaría esta traición, quizás si me hubiera quedado tranquila en la cama, sumisa, soportando cada golpe y ataque que el me daba podría haber sobrevivido. Alguien hubiera notado mi ausencia como algo extraño y vendría a ver qué pasaba conmigo, esa persona me habría salvado y yo estaría feliz en una cama de hospital comiendo gelatina color rojo, de esas que le dan a los enfermos, las cuales no tienen sabor pero que igual te comes porque es lo único que te permiten ingerir.

Ya no tendré una gelatina roja, ni ninguna otra cosa, porque acorté mi vida tratando de correr, tratando de ser más rápida que él. Pero me ganó, ganó esta carrera, el siempre llevaba la delantera y aquí estoy como un perro callejero arrinconado.

Mi cuerpo empezó a temblar por la anticipación de lo que tendría que soportar antes de que mi cuerpo sucumbiera de una vez por todas a una muerte definitiva. Ya creía que había muerto más de un par de veces quizás en uno de esos golpes no despertaría de nuevo.

Timoty soltó la bolsa que traía en las manos y un sonido de vidrios rotos llenó la sala, dio dos pasos hacía mi, ya casi no podía sostenerme en pie, el dolor me estaba matando incluso antes que el. Se llevó la mano derecha a la espalda y me apuntó con un arma.

Tragué gordo viendo el cañón metálico. Al menos sería de esta manera, sería benevolente. Mi cuerpo volvió a sacudirse del pánico y está vez no podía controlarlo. Estaba cagada de miedo.

Oh, eso era perfecto me dije. Era positivo ya que todo acabaría rápido, quizás no sentiría dolor, siento tanto dolor en este momento que no creó posible sentir aún más dolor.

Nunca hay que decir nunca. Quizás estoy tentando al destino a que me pongas las cosas más difícil por pensar de manera positiva sobre esto. No sabía cómo pero aún podía llorar, mis mejillas estaban llenas de lágrimas. Estaba tan asustada que sentía que el corazón se detendría incluso antes de que la bala estallara en mí.

Dicen que cuando una bala te impacta no sientes dolor, sino que lo sientes luego de unos minutos, que al comienzo no te das cuenta, que parece un empujón, pero no duele. Quizás mi suerte sea de esas balas que aplastaran mi corazón en un sólo impacto, un impacto sin dolor y me iría de una vez.

Un sonido muy reconocible lleno la habitación, nunca había visto un arma antes, ni si quiera había visto las que cargaban Matt o Leo, me ponían nerviosa. Pero había visto muchas películas y sabía a qué se debía ese sonido.

Cargo el arma.

El aire se me hizo espeso y ya sentía que no podía respirar, había contenido el aire de golpe en mis pulmones a la espera; estaba mareada y mi corazón parecia el único en tener fuerzas ya que latía con tanta que lo sentía en mi estómago y cabeza, como si en realidad perteneciera a esos lugares y no en mi pecho. La boca se me secó y no hice más que tratar de mantener en pie.

Cerré los ojos con fuerza. Esperando que los minutos corrieran más rápido y que el apretara el gatillo y finalizara mi espera.

Al menos no moriría como una cobarde, fue un error el haberme soltado de esas cuerdas, pero moriría tratando de ser libre, al menos eso me daba satisfacción en mis últimos segundos de vida. Luché como pude y no cedí ante el, un completo psicótico mental.

Suspire fuerte soltando el aire que había acumulado en mis pulmones hace unos segundos. Trataba de pensar en cosas lindas y desconectar mi mente del ahora, quizás de esa manera dejaría de sentir el dolor que palpitaba en cada de mi piel y así no sentiría cuando todo acabara.

Estaba segura de que lo acababa de hacer es lo que todos llamaban un último aliento. Acababa de dar mi último suspiro en este mundo.

Un empujón me tiró al suelo, la oscuridad me arrastraba, pero esta era diferente, esta era real y duradera, esta sí que era una oscuridad que no conocía, hasta ahora.

No sentí el dolor del balazo. Lo cual es bueno y tenían razón al decir que no dolía.

La cara de Fernando se desvanecía desde lejos, quería verla un poco más pero no podía.

No podía porque ya no quedaba nada, no habían más alientos que dar, no había nada que recordar, ni si quiera un rostro o un beso.

Entregada a tí.(EN EDICIÓN)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt