~21~

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Poco a poco la espesa bruma se abrió paso, quería toser y mi nariz picaba de forma molesta. Sentía que algo estaba mal pero no lograba aclarar mi mente, sentía el cuerpo en un posición extraña e incomoda. Mis ojos se abrieron pesados y llorosos enfocaron un lugar que ya conocía bien, las luces de la ciudad se filtraban por las ventanas de mi habitación, sentía que habían pasado años desde que había estado aquí y mi viaje no había sido tan largo, siempre me gustaba dejar las cortinas corridas para poder apreciar cada momento del día que pasaba aquí; disfrutaba del viaje de colores que se creaba en el cielo y había elegido especialmente este lugar por la vista que le regalaba a mis ojos. Me relajé con la familiaridad del lugar traté de girarme pero no pude y ahí volví a sentir que algo estaba mal, traté de aclarar mis pensamientos que parecían lentos y pesarosos, miré mi techo un poco frustrada esperando que los recuerdos se abrieran a mí, fue en ese instante que recordé cómo terminé en mi cama.

Mierda

Abrí la boca pero no podía hablar, tenía algo atascado en mi boca que se introdujo un poco más profundo cuando intenté gritar, moví mi cabeza y me percaté de que estaba amarrada de pies y manos en mi cama. Las moví desesperada con la esperanza de soltarme pero fue inútil. Mis nervios se dispararon y comenzaba a sentirme mal.

Oh por dios.

Esto no puede pintar peor, pero entonces recordé quién me había puesto aquí. Un escalofrío me recorrió entera y me dejó estática. No, no pienses en algo peor Lucia, debe haber algo que puedes hacer. Cuando las personas en las películas piensan en escenarios peores ocurren escenarios escalofriantes así que debía calmar mi mente. Mi cabeza viajaba a una velocidad apabullante.

Jack y Louis debían llamarme para salir, pero sabían de sobra que si insistían y no respondía era que estaba dormida. Por lo general no me presionaban, más cuando llegaba de algún viaje.

Necesitaba pensar en una manera de salir de esto pero estaba completamente atada. Lágrimas empezaban a inundar mis ojos del puro miedo.

-Sabes...- me tensé aún más en la cama, lentamente moví mis ojos al lugar de donde provenía la voz, su voz. - no sabía que te gustaban las rosas azules. Hasta que te vi esa foto y luego en el aeropuerto.- este condenado acosador bueno para nada estaba en el aeropuerto y ni si quiera pude verlo. -Soy muy rápido, mira todo lo que hice por ti.- se escuchaba orgulloso y yo solo podía pensar que era un jodido loco y que iba a morir en ese maldito momento. Nadie me encontraría y sería olvidada.

Mamá por favor ayúdame aún no estoy lista.

Nota mental: hacerle más caso a los escalofríos extraños.

Me agité con fuerza tratando de aflojar las ataduras pero un fracaso rotundo, con cada movimiento las ataduras de apretaban más y dolorosamente.

-Admito que me pusiste a correr un poco para que vieras todas esas rosas en la sala.- sonreía con gracia y un poco de altanería. Como si su arreglo hubiera sido el regalo más hermoso del mundo. -Pero tu ni si quiera sonreíste. - me miró con odio, ya no parecía feliz en lo absoluto. La alarma en mi interior se prendió de solo verle la cara. Sentí que se me helaba la sangre.

Algo estaba mal, aún peor, podía sentir que se avecinaba algo grande y que no saldría bien de eso, mi corazón latió con fuerza y se volvió como loco. Timoty me acarició la mejilla. Cómo un acto de reflejó aparté mi cara de forma brusca. Eso pareció endurecerlo un poco más.

-Pero ya sabrás como agradecerme todas las cosas que hago por ti.- se pegó a mi oreja. Y yo no hacía más que moverme para alejarlo de mi. - Aprenderás si es necesario. - comenzó a acariciarme y yo conocía esas caricias y lo que vendría después, conozco esa mirada debajo del odio, una mirada lasciva. Tense las manos buscando liberación como una loca, patalee con fuerza, mis gritos eran mudos y cada vez que lo hacia el pañuelo se hundía más y más en mi boca, me empezaba a costaba respirar y unas arcadas comenzaban a construirse en mi ser, las lágrimas barrieron mis mejillas. Estaba desesperada y el pánico me tenía la cabeza a borde del colapso.

-No, no llores. - hizo un ruido molestó con la boca -¡NO LLORES!- gritó fuerte, pero lo que me hizo parar no fue su grito fue el arma con la que me apuntaba. - Así esta mejor...- se paso una mano por el pelo grasiento. Las lágrimas se me salían sin control alguno y me sentía mareada por la falta de aire ¿Cuánto tiempo tenía sin una ducha? ¿Qué tanto daño iba a hacerme?

Dios mío ayúdame.

Después de una aventura de verano ¿así va a terminar mi vida? Despies de sentirme en el cielo me iban a arrebatar todo de la peor manera posible. No, no puede ser. Ni si quiera es justo, no había vivido la mitad de mi vida para que todo acabara tan pronto. No quería que acabara así.

Se montó sobre mí, sus piernas estaban en el medio de las mías, su pelvis chocaba con la mía. Podía sentir su anticipación, podía sentir su emoción, podía sentirlo. Dejé de mirarlo, miré el techo, nunca a él. Se movió a un lado y tomó una tijera.

Me va a torturar.

No pude evitarlo, las lágrimas corrían libremente, de nuevo. Y los gritos se construían en mi garganta tan tapada que estaba por asfixiarme.

-Shh- me escupió un poco, pero ahora sólo veía su mano, me acariciaba con la tijera, la pasaba por todos lados, mi pecho, mi barriga, mi cara. -Necesitas aprender a hacer caso...- abrió de golpe la tijera y la dejó en mi cuello, presionaba muy fuerte y la sentía muy afiliada. Dejé de respirar, contuve las lágrimas esperando lo siguiente.

Esperando lo peor.

Mil teorías comenzaban a trabajar en mi cabeza y cada una era peor que la otra.

Lamentablemente no veo que mi futuro sea muy alentador.

Entregada a tí.(EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora