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El piso era grande y moderno, aunque monótono, era el típico decorado de revista, casi parecía que era nuevo; paso gran parte de la mañana cotilleando el departamento; una vez inspeccionó todo el lugar se encaminó al baño para ducharse y ponerse cómodo.
Se tiró en la sala frente al televisor para ver alguna mierda que pasarán mientras comía lo que el súper le había dejado.
Perdió la atención del programa cuando comenzó a hacer un repaso de los últimos días, estaba agradecido de no haber tenido hasta ese momento otra oleada de calor y sin poder evitarlo su mente trajo los recuerdos de los anteriores celos, todos dolorosos, tanto que llegaba a tomar varias pastillas en un corto tiempo para luego quedarse tendido en su cama, sofá o el suelo mismo; sobretodo tenía muy vívido el primer celo qué pasó estando ya de policía, parquímetro, para más exactitud; había sido horrible tener que informar a Conway de su baja médica, a duras penas estaban empezando a funcionar con el CNP, tras mucho insistir y volverse un dolor en el culo para el cuerpo policial les aceptaron, los únicos dos omegas en la malla, por mucho que por eso entonces su único trabajo fuese poner multas y retirar autos del medio de las calles, era algo, su primer paso.
Maldijo cuando una mañana miró el calendario y notó la cercanía de "esa" fecha, había estado aplazando ese tema y ya no había más que hacer, tenía que informar a Conway ese mismo día.
Trabajaron de manera normal, multas y gilipollas por todos lados, habían tenido tanta acción que incluso se había olvidado del tema que tenía pendiente; hasta que cerca del final de su jornada se topó de frente al Súper-indigente.
Estaba un tanto incómodo, parado a un lado de la puerta de la armería, como estatua esperando a que el súper se desocupara.
" Si ese cabeza hormiga no se pira en cinco minutos me voy y que le den a la malla mañana"
Estaba por pasar a la recepción para registrar su salida cuando la voz del superintendente le detuvo.
-¿Que quieres? Mariconetti-.
-¿Como sabe que quiero algo?-.
-Llevas parado junto a la puta puerta de la armería mirándome como capullo, nena-.
-Yo...-.
-Venga, que no tengo tiempo para tus mierdas-.
-¿Podemos hablar en su despacho?-.
Joder, no iba a soltar las cosas así en medio de la recepción petada de gente.
-Camina, súper nena-.
Llegaron y como si fuese rutina se sentó en la silla frente al escritorio.
-Habla-.
-Te vi que solicitar un permiso...-.
-No-.
-Pero...-.
-He dicho no ¿Te le digo en braille?-.
-Pero si ni me ha dejado terminar-.
-A ver-.
-Que necesito un permiso para faltar-.
-Claro... y ¿Que más?-.
-Que ni es por gusto ni nada, es... médico-.
-Ya ¿Y tú papel médico?-.
-Venga ya, abuelo, que necesito la baja médica, las reglas dicen que no puedo venir a trabajar en... celo-.
El silencio incómodo se hizo pesado en la oficina, luego vino el suspiro del alfa y una serie de quejas y maldiciones en voz baja.
Le vio sacar un papel de un cajón y escribir en este a la vez que se apretaba el puente de la nariz con frustración.
-Ahí está, tú sueldo se te seguirá pagando los días que dure tu baja y tienes acceso a asistencia médica por parte del seguro de policía, ahora vete, no quiero verte aquí, ni en la calle durante la semana que te dure el calor ¿Entendido Mariconetti?-.
-Si, súper-Verga-ardiente, gracias-.
Salió rápido de comisaría, escuchando de lejos como Conway le insultaba, rió divertido y nervioso por la situación.
Esa vez su periodo de celo se había alargado un día más de lo usual, había sido más fuerte y por alguna razón había tenido una fijación por el aroma a canela, se le había hecho curioso, pero nunca se había puesto a pensarlo en profundidad, ahora entendía un poco más todo.

La siguiente vez solo puso un pie en el despacho y ya tenía la hoja en la mesa, esperándole, ni siquiera intercambiaron palabras, solo tomó su hoja y se retiró.
Esa semana estuvo tan débil que tuvo que llamar a Horacio para que que cuidara.
Apenas y podía alzarse de la cama y las oleadas de calor y frenesí eran casi seguidas, se estremeció de solo recordar lo mal que lo había pasado.
Pero tampoco le tomó tanto caso ya que en cuanto finalizó su celo se recuperó y volvió a las labores de policía.
De ahí en adelante ya ni siquiera necesitaba hoja, solo no se presentaba.
Pasaba solo su dolor, ya que en verdad no que convencía lo que Horacio recomendaba, realmente este era el primer celo; en mucho tiempo que pasaba "acompañado" si es que a eso podría decírsele así, también había sido su primer celo calmado, no había dolores constantes ni oleadas de calor frenéticas, todo era más tranquilo e intermitente, iban y venían de vez en cuando lo que lo hacía llevadero.
Mordió su labio y se presionó contra el sofá pensando en la posibilidad de que eso fuera consecuencia de estar acompañado o más bien de quien le acompañaba.
Apago el televisor con ese pensamiento dando vueltas por su cabeza y camino a la habitación que parecía ser para visitas, se recostó en la cama individual perfectamente tendida y de aroma neutro.
El superintendente Jack Conway; su... ¿acompañante? ¿De verdad le estaba acompañando durante su celo? ¿Era lastima? Por eso no respondía a sus insinuaciones... ¿O de verdad era por respeto? ¿Como mierda había terminado casi liado con el superintendente de los Santos? Mierda, con su superior.
Suspiro y enterró la cara en una almohada buscando contener su revoltura de pensamientos ¿Debería estar avergonzado? No estaba seguro...
Su mente trabajaba a mil por hora ajena a lo que su cuerpo empezaba a experimentar, el estrés y los sentimientos mezclados estaban desencadenando una reacción negativa en su cuerpo, tenía ansia de algo, estaba tenso como si se prepara para defenderse y su aroma un tanto agrio empezaba a plagar el sitio.
Su respiración era pesada y cortada, hiperventilando.
Su instinto fue correr a la habitación con aroma a canela....

Finalmente podía apoyar el culo en la silla después de poner a los anormales de la malla a currar.
Estaba estirando cuando un peso se alojó en su pecho, como un mal presentimiento, comenzó a ponerse nervioso, su pierna rebotaba en el suelo y sentía ganas de salir corriendo.
Quizo darle poca atención y encendió un cigarrillo para calmarse.

Canela y miel por error Where stories live. Discover now