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-Detrás de la llamada de conway-
Parte 2

Entre vueltas y callejones los habían perdido, Volkov detuvo el patrulla frente a la playa, llevaba más de una hora y media dando vueltas por la zona en busca de la motocicleta.
El comisario colocó su cabeza contra el volante, frustrado, haciendo que el auto comenzara a llenarse de un aroma alcohol insoportable.
Por mucho que se cubriera la nariz o que tratara de bajar la ventana, nada servía; se comenzó a marear, como la noche del trago mortal, y parecía que esta vez no iba a terminar diferente, el aroma concentrado del alfa le estaba haciendo sentir borracho, su visión se nublaba y todo le daba vueltas.
-Volkov...-.
Arrastró las letras como pudo y trató de poner su mano sobre el brazo del alfa, fallando debido a su visión alterada.
-¿Horacio, está bien?-.
-Me siento...raro-.
¿Acaso estaba borracho?
Volkov no era consciente de su aroma o de lo concentrado que estaba al tener el patrulla cerrado.
Abrió un poco la ventana esperando que el aire frío le repusiera.
Espero varios minutos, pero no parecía mejorar.
-No... veo nada...-.
-¿Pero que le pasó?-.
-Volkov... digo... vodka-.
-Me cago en... te llevare a casa-.
-Hasta donde usted quiera...comisarió bombón-.
Puso ruta al edificio donde ambos vivían y con dificultad lo bajo del patrulla, trastabillaron hasta el elevador entre quejas y frases sin sentido de Horacio.
-¿Donde están tus llaves?-.
-Mmm... eres... muy lindo-.
-Horacio, las llaves-.
-Eres un ángel-.
-Mierda-.
Busco en los bolsillos del omega, nada, intento revisar al rededor de la puerta por alguna llave de emergencia, pero no hubo suerte, resignado lo arrastró hacia el elevador y bajo un piso, abrió su puerta y lo dejó entrar, a su mente vinieron los recuerdos de la noche donde se puso mal tras un trago y tuvo que quedarse a dormir en su cama, camino a su habitación y le recostó, en verdad no tenía gana alguna de dormir en el sofá, era duro, frío y le dejaba un dolor de espalda impresionante.
Dormir en una misma cama tampoco era la gran cosa, solo dormiría un par de horas, Horacio ni se enteraría.
Se recostó a su lado y se quedó mirando al techo sintiendo la respiración del omega a su lado hasta que el cansancio lo venció.

Canela y miel por error Kde žijí příběhy. Začni objevovat