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Las manos del mayor se cruzaron alrededor de la cintura de Gustabo, mientras que las manos del omega acariciaban la cara de Conway.
Ambos estaban tan ensimismados en la tranquilidad de su cercanía, tan felices de poder estar uno frente al otro, detallando sus rostros, tras un rato gustabo se acomodó entre los brazos del superintendente y escondiendo su cara en el pecho de este se quedó dormido.
Conway se quedo un rato más pasando sus manos por el cabello rubio y disfrutando de su propio aroma a canela mezclado con la miel.

Tras dejar a Gustabo en su piso, Horacio optó por volver a casa de segismundo, no estaba listo para poner un pie en su edificio, no se pasaría por ahí hasta estar completamente seguro de que no se toparía con Volkov.
Se estacionó cerca de la casa del menor, notando como en la acera se encontraba una moto de policía y un coche patrulla.
Se acercó curioso y algo preocupado ¿Le llevarían a prisión?
Antes de poder entrar un cuerpo le bloqueó el camino.
-Horacio-.
-V...volkov-.
-Le...yo... a ver...-.
El nerviosismo del comisario causó un poco de gracia a Horacio quien trató de aguantar la risa.
-Necesito hablar contigo-.
-Vale, luego-.
Horacio siguió caminando en busca de su amigo.
-Segismundo García está siendo detenido por huir de la ley, así que...-.
-¡Segis!-.
-Horacio, quítame a este de encima-.
La respuesta a su grito provino de la cocina donde el omega estaba siendo acorralado contra el refrigerador por el cuerpo de ivanov.

Canela y miel por error Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora