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Un escalofrío recorrió a Gustabo en cuanto escuchó la frase, su sorpresa se vio reflejada en su cara haciendo que el alfa se pusiera un poco tenso.
-No pienses mal, mariconetti, es para evitar problemas-.
El aroma a miel se agrió ligeramente ante eso, podría mentir y decir que no le habían importado las palabras del superintendente, pero su aroma era un traicionero.
-Y... porque me preocupas-.
-Supongo que tienes razón, ya la lié demasiado por...-.
-No es por eso gilipollas, metiste la pata, si, pero me refería a que no quiero que se repita lo del parking-.
Se fue acercando poco a poco, hasta sentarse en la cama.
Comenzó a seguir el aroma a miel, buscando la parte del cuerpo donde el aroma fuera más fuerte, rozó un lado de la cara de Gustabo con los labios y bajo de la misma manera hasta el inicio de su cuello, dejaba algunos besos conforme bajaba hasta la unión del hombro, ahí donde le aroma a miel era más dulce y apetecible, lamió un poco el area casi saboreando la fragancia, mientras sus manos comenzaban a deslizarse por el torso de Gustabo, el omega estaba estático, embargado por las sensaciones y aromas, sentía los choques de placer cuando los colmillos del superintendente rozaban el área de la marca y hacía lo posible por arquear su espalda al máximo para estar prácticamente pegado al torso de Conway.
Dejo de lamer y pellizcar, y se quedó únicamente pasando las manos por la espalda del omega.
Se froto tanto como pudo contra el cuerpo del chico, hasta hacer imposible separar la canela de la miel, dejó en paz en cuello del omega, no quería perder el control, sabía que Gustabo tenía que descansar después de tantas emociones juntas.
Termino acostado en la cama, abrazando el cuerpo de Gustabo quien finalmente había caído en un sueño profundo.
Conway tampoco duro mucho hasta caer dormido, fue de alguna manera arrullado por la miel y la calidez del cuerpo entre sus brazos.

Canela y miel por error Kde žijí příběhy. Začni objevovat