Capítulo 25

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— Bert... — Murmuró Gerard una vez que se había separando con Frank. El castaño volteó para ver al nombrado, quien traía una bolsa con lo que el pelinegro le había pedido.

— Perdón por interrumpir, no quise hacerlo — Dijo Bert fingiendo una sonrisa amistosa.

— Creo que no tuve la oportunidad de presentarlos. Bert, él es Frank — El de baja estatura se levantó de su asiento dirigiéndose hacia el castaño de pelo largo — Frank, él es Bert, mi mejor amigo.

— Un gusto — Dijo Frank con una sonrisa extendiendo su mano tatuada.

— El gusto es mío — Hicieron un corto apretón de manos y luego Frank dirigió su vista hacia el amor de su vida, quien acariciaba su vientre con dulzura mientras los observaba desde su lugar.

— Debo irme, Gee. Mañana vendré. Ah, por cierto, te traje una torta de chocolate por si tienes hambre — Señaló la caja donde se encontraba la gran torta.

— Gracias, Frankie — Sonrió mostrando sus hermosos dientes. Y sin poder evitarlo Frank también sonrió.

No sonreía desde hace meses, y ahora se daba cuenta que el único ser que podía sacarle una sonrisa era Gerard.

— Vendré mañana a visitarte. Nos vemos —  Luego de decir eso salió del pequeño apartamento.

El castaño de ojos claros se acercó a Gerard y dando un suspiro algo cansado dejó el helado en la mesa frente al sofá y se sentó en éste sin muchas ganas de nada. El pelinegro lo miró unos segundos pero no dijo nada, sólo siguió acariciando su vientre con ternura y suavidad sin decir palabra alguna. No sabía qué decir. Es su mejor amigo, el cual conocía desde hace ya cinco largos años, se le había confesado hace algunos días atrás. Pero Frank había vuelto y él amaba más que nada a su Frankie, de verdad que lo amaba. Y de verdad trató de sentir algo más que no sea amistad por Bert, pero no pudo. Y eso le dolía de sobremanera, porque sabía que su amigo sufría. Y no quería siquiera pensar en cómo sufriría con lo que vió al llegar, seguramente estaba destrozado.

— Bert...

— ¿Puedo hablarle? — Preguntó Bert, lo miró con ojos lagrimosos y de tan sólo verlo así le dolía muchísimo. Asintió acercándose un poco más a él y descubrió su vientre para la disposición de su mejor amigo, quien sonrió feliz — Hola bebé — Llevó ambas manos a los costados de ese enorme vientre y se acercó un poco más a éste dejando un beso cerca del ombligo — No te imaginas lo emocionado que estoy para que llegues, bebé. No he estado bien últimamente. Pero tu papi siempre me hace sentir feliz y aún no sé por qué. De tan sólo verlo es motivo suficiente para que sonría y me diga a mi mismo que será un gran día — El pelinegro pudo ver como algunas lágrimas rebeldes bajaban de los ojos de Bert, y eso empezaba a preocuparlo mucho. — Quisiera haber hecho las cosas de otra manera — Sollozó apoyando su frente en el vientre — Quisiera haber hablado en su momento.

— Bert... — Nunca lo había visto así de dolido, y eso lo hacía sentir muy mal. Porque Bert estaba muy enamorado de Gerard, pero Gerard sólo estaba enamorado de Frank. Y justo por esa razón lo ponía mal toda la situación. Puso su pálida mano en la cabeza de Bert para acariciar su cabello, trataba de tranquilizarlo, pero su llanto de verdad era muy fuerte y hasta te daban ganas de llorar con tan sólo verlo.

— Siempre quise ser el único en la vida de tu papi — Sollozó con fuerza — Traté de que se diera cuenta de que de verdad lo amaba pero... — Se sorbió la nariz antes de continuar — Pero jamás me vió con otros ojos que no sean los de un amigo.

— Bert... — Quiso hablar pero Bert lo interrumpió nuevamente.

— Lo peor de todo es que yo no estaré para verte crecer, bebé — Y Gerard sintió como su corazón frenó por un segundo que se le hizo eterno, y las lágrimas comenzaban a bajar de sus ojos sin siquiera entender qué pasaba.

Bulletproof heart •Frerard•Where stories live. Discover now