Capítulo 20

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Frank:

Hacía bastante frío aquella noche, pero mucho a Frank no le importaba. Estaba muy preocupado por su amado Gerard. Resulta que él había llegado del trabajo y su lindo pelirrojo no se encontraba en casa, eso lo preocupó un poco, así que lo llamó por teléfono. Pero nada. Nadie contestó el maldito aparato, así que decidió llamar a su lugar de trabajo, tal vez Gerard había decidido quedarse algunas horas extras, nadie sabe. Pero le habían dicho que su novio Gerard se había ido llorando del hospital, abandonando su lugar de trabajo. ¿Llorando? Frank se preocupó de más al escuchar esa palabra. ¿Cómo era eso de que su amado Gerard se había ido llorando? Carajo, algo grave sin dudas estaba pasando. Pero ya sabía a donde es que iba Gerard en situaciones así, porque más de una vez le había dicho el pelirrojo a Frank que su lugar favorito en el mundo es el parque en donde una vez se encontró al castaño borracho tratando de dormir en un terrible e incómodo banco de madera. Él decía que ese lugar lo relajaba y dejaba pensar mucho.

Mientras se dirigía al parque lo llamaba por teléfono, pero éste parecía que no quería responderle, y eso era preocupante. De tan sólo pensar en que algo malo pudo haberle pasado... No. No podía tener ese tipo de pensamientos, Gerard estaba bien y punto. Obvio que lo estaba, o eso quería creer. Por que si Gerard no está a su lado, Frank no es absolutamente nada, el pelirrojo es todo lo que tiene y por nada en el mundo quiere perderlo. Prácticamente corrió para llegar al extenso parque de juegos que habitaba su amado Gee. Al llegar pudo ver una cabellera roja en la oscuridad, agradecía que los faroles del lugar, a pesar de tener muchos años allí, aún anduvieran. Gerard estaba hablando por teléfono. Se veía muy alterado y él podía oír como gritaba al mismo tiempo en el que lloraba. Pero no quiso detenerlo, quiso oír qué pasaba. Se acercó lo suficientemente cerca para poder escuchar la conversación, quizás sea un maldito chusma pero debía saber la razón por la que Gerard estaba así de triste. Se posó tras un gigante árbol para no ser visto y miró con toda la atención del mundo al amor de su vida hablando por teléfono.

—... ¡Quiero que me dejes en paz! — Gritó — Estoy cansado de todo esto. Ya no aguanto más — ¿Qué era lo que realmente estaba pasando? ¿Qué cosa era la que Gerard no aguantaba más? — Escucha, Raymond. A la familia que asesinaste fue a la de Frank, simplemente no puedo callar al saber eso, no puedo ocultarle más eso — Y el nombrado sintió un dolor en su pecho al oír aquello — No puedo tolerar más todo esto. Tienes que decirle la verdad. Me siento culpable ¡y no hice nada! — Cortó la llamada y comenzó a sollozar con mucha fuerza cubriéndose su rostro con ambas manos. Frank no tenía palabras para esto.

Ahora entendía absolutamente todo.

Entendía el extraño acercamiento de Gerard hacia él. Claro, Gerard lo llevó a su casa porque según él era una "buena persona que estuvo en su puto lugar". ¡Mentira! El muy sexy e idiota del pelirrojo lo había engañando todo este jodido tiempo. Y él como imbécil enamorado había caído directo en su trampa. Gerard no estaba enamorado de él, no. Ahora comprendía por qué su esposo hacía viajes a otros países así de la nada. Todo siempre fue mentira. Su amor había sido una mentira. Y el teatro de que Gerard se siente triste no se lo cree, ya no. Frank avanzó unos pasos quedando detrás de Gerard, quien estaba sentando en aquel banco de madera.

— Ahora entiendo todo... — Murmuró Frank con lágrimas en sus ojos mirando los juegos de aquel parque, ya no quería ver a aquel hombre que se había robado su corazón, ya no. Y Gerard lo miró inmediatamente, tenía sus ojos rojos y su nariz también. — Sé por qué fuiste tan amable conmigo.

— Frankie... — Se levantó Gerard de su asiento para abrazarlo, pero el nombrado lo fulminó con la mirada que lo hizo retroceder un poco para darle su espacio.

— Nunca me amaste.

— No Frank, yo sí te amo. Te amo demasiado, Frankie — Dijo Gerard entre lágrimas, se veía fatal.

— Deja de mentir, ya sé toda la verdad — Murmuró con voz ronca. De todas formas se notaba que en la voz de Frank había dolor. Mucho dolor — Me cuidaste en el hospital amablemente, me llevaste a tu casa porque supuestamente estuviste en mi lugar, me besaste por impulso, viniste a mi casa porque me amabas, hicimos el amor allí y todo fue mentira — Siguió hablando. Gerard sólo negaba con la cabeza repetidas veces, sentía su corazón doler con cada palabra que el tatuado decía porque ninguna de esas cosas eran ciertas, y por más que trate de decir la verdad sabe que no le va a creer. — Yo caí en tu trampa, ¿sabes? Lo hicieron muy bien tú y tu esposo.

— Frank, por favor. Tienes que escucharme, ¿si? — Frank negó con la cabeza, ya no quería oírlo, se sentía triste con todo que lo único que quería era dormir para siempre — Raymond me llamó hace unos días para ir al café, ¿recuerdas? — Trató de explicar rápidamente entre lágrimas mientras trataba de tomar la mano de su amado, pero éste se la quitaba y esquivaba su toque — Ese día creí que me daría el divorcio, pero me contó que había hecho algo muy malo. Me dijo que había matado a tres personas, fue un accidente. Dijo que sobrevivió uno de ellos, que se apellidaba Iero, y ahí lo supe. Créeme Frank, lo supe hace días, y también créeme que pensaba decirte. Raymond está arrepentido. Y yo realmente estoy enamorado de ti, quiero una vida contigo, quiero tener hijos. Yo te amo — Frank no decía nada, sólo miraba el suelo mientras el pelirrojo lo miraba lleno de lágrimas esperando una respuesta o algo — Juro que nada de nuestro amor fue mentira, Frankie. Yo te llevé a mi casa porque no quería dejarte solo con ese dolor porque realmente te entendía. Cuando te besaba era porque quería hacerlo y estaba enamorado de ti. Cuando hicimos el amor fue porque sí hicimos el amor y no un sexo casual, porque yo te amo — Murmuró tratando de buscar la mirada del castaño, pero él seguía con su mirada en el suelo — Te amo, Frankie — Dijo en un hilo de voz, parecía que en cualquier momento lloraría de nuevo — No tienes idea de cuanto te amo...

— No denunciaré a Raymond — Dijo Frank con su mirada fija en el suelo — No te preocupes por eso. Mi madre me enseñó que todo en la vida vuelve, me quedaré con esa sabia frase — Y ahora sí lo miró, pero su mirada se veía apagada — No quiero verte más, Gerard. Quiero que te vayas de mi casa. Ya no quiero verte por allí nunca más.

— Por favor, Frankie — Sollozó Gerard poniéndose de rodillas delante de él abrazando las piernas del nombrado con fuerza para que no lo dejara ir — No me dejes, Frank. No me dejes...

— ¡Sueltame maldita sea! — Lo empujó haciendo que el pelirrojo cayera de espaldas al suelo, mientras lo veía lleno de lágrimas. — ¡Eres la peor persona que conozco, Gerard Way! ¡Me engañaste todo este jodido tiempo! ¡Yo te amaba, Gerard! — Gritó con lágrimas en sus ojos, se veía muy triste y roto — ¡No tienes idea de lo mucho que te amaba!

— Frankie, no puedes dejarme... — Sollozó Gerard aún en el suelo.

— Ya lo estoy haciendo — Murmuró limpiándose sus lágrimas con rapidez.

— Te amo, Frankie — Contestó Gerard en un hilo de voz, haciendo sentir al castaño un dolor en el pecho.

— Vete al carajo, Gerard— Dijo Frank dándose la vuelta para irse del lugar y dejar solo al pelirrojo.

Ya no sabía qué hacer ahora. Mañana debía levantarse temprano para dar clases ¡A la mierda con la puta escuela! Mañana no iría, los malditos niños no morirían sin un día de clases, además no se sentía en condiciones de dar clases. Trató de no quebrarse en llanto hasta poder llegar bien a la casa de su mejor amigo, quedaba algo lejos pero ahora acostumbraba a caminar mucho. Amaba mucho a Gerard, sí, y dejarlo no fue fácil pero él suponía que era lo mejor. Respiró hondo y no pudo lograr su cometido, comenzó a llorar un par de calles antes de llegar, ya no aguantaba más su dolor. El muy hijo de puta de Raymond había matado a sus padres y su hermanita, la cual tenía mucha vida por delante. Ahora sólo quería morir y poder ir a donde su familia esté para poder decirles lo mucho que le hicieron falta, ahora se sentía solo en el mundo. Ya todo lo había perdido. Ya nada tenía. Pensó que se había recuperado del todo de su depresión, pero no. La vida le dió a Gerard, una persona buena, dulce, amable, linda. Pero sólo era una jodida máscara todas esas cualidades, ninguna era cierta. Pensó haber encontrado al amor de su vida pero no era así. Ahora estaba tan enojado con el mundo, tan enojado con Dios, ¡con todos! ¿Por qué los seres humanos eran tan crueles? Ya poco le importaba el frío, o que sus lágrimas bajaran de sus ojos como ríos. Suspiró y sin poder creerlo llegó a la casa de su amigo. Le dió dos leves toques a la puerta y ésta de inmediato se abrió.

— Carajo, Frank, ¿qué pasó? — Preguntó su amigo al ver al castaño tan derrotado. Pero éste no respondió, se lanzó a sus brazos comenzando a sollozar con fuerza. Sentía que aún tenía muchas lágrimas por derramar.

Bulletproof heart •Frerard•Où les histoires vivent. Découvrez maintenant