Capítulo 17

313 49 38
                                    

Frank:

Su día en el trabajo no había sido del todo bueno. Dos de sus alumnos habían tenido una pelea en el medio de la clase, no sabía cómo había comenzado porque se dió vuelta para anotar algo en la pizarra y cuando volteó para ver a los chicos ya estaban matándose a golpes, todo un caos. Tuvieron que llamar al director y a las madres de los jóvenes. Obviamente éstas se quejaron diciendo que no tenían la supervisión de un adulto si los niños se golpeaban en la clase. Frank pensó en responderle; "Tal vez si los muy malditos de sus hijos no fueran unos malditos revoltosos yo podría dar la maldita clase en paz, pero no. Sus hijos encima nunca hacen nada, son los únicos en los que les va mal en las materias, son los únicos malcriados del curso" No. No podía decir eso. Lo despedirían de inmediato. Sólo respondió diciendo que trataría de ser más responsable la próxima vez que algo así vuelve a ocurrir. Así que se tuvo que quedar cuarenta y cinco minutos luego de que el horario escolar terminase, estaba muy cansado. Quería llegar a casa y ver la hermosa sonrisa de Gerard, eso si lo calmaba. Sonrió mientras caminaba a casa con su maletín lleno de exámenes y tareas en su mano izquierda. Por suerte la escuela no quedaba tan lejos de su hogar, sólo unas diez calles. Ya estaba oscureciendo a pesar de que recién sean las cinco y media de la tarde. Sacó la llave del bolsillo de su pantalón negro y abrió la puerta con lentitud, vió a Gerard sentado en el sofá, se veía muy pensativo, ni siquiera lo vió cuando entró por completo a la residencia.

Dejó su saco en el perchero y desajustó su corbata, ésta a veces le apretaba el cuello. Dejó su maletín en el suelo y se acercó a Gerard a un paso lento, éste aún seguía en sus pensamientos. Estaba el televisor encendido pero parecía que no lo estaba mirando realmente.

— Gee — Y el nombrado levantó su vista e hizo una pequeña sonrisa al ver a Frankie allí.

— Hola, Frankie, ¿Qué tal tu día? — Preguntó sonriente haciendo un lado en el sofá para el castaño, quien al sentarse soltó un suspiro agotador.

— Algo cansado. Se pelearon en la clase dos de mis alumnos, y por más que quise reír por verlos lanzarse golpes, tuve que separarlos — Gerard hizo una risita y abrazó al tatuado rodeando su cuello — Te extrañé mucho, Gee — Susurró con dulzura el de baja estatura en el oído del pelirrojo — Te amo — Y no entendió cómo es que en vez de recibir como respuesta un ‘yo también’ sólo obtuvo un sollozo de su parte. Hace demasiados meses no ve a Gerard llorar. No entendió por qué es que se largó a llorar sobre su hombro como un niño indefenso. Siempre le decía te amo, pero había algo raro en Gerard, últimamente estaba más sensible de lo normal— Gee, ¿Qué sucede? Ñ — Preguntó preocupado sobando con dulzura la espalda del pelirrojo, quien lloraba demasiado — ¿Qué pasó? Me estás preocupando, cariño — Sólo bastaron las caricias de Frank para que el pelirrojo calmara su llanto.

— Yo... — Se deshizo del abrazo y limpió sus lágrimas rápidamente — Nada, es que amo que me digas así. Aún no puedo creer que me correspondas — Hizo una sonrisa que no convenció del todo a Frank, pero aún así lo dejó pasar de largo. Hoy le daría una sorpresa a su amado.

— Yo no puedo creer que tú me correspondas. Eres el ser más hermoso de todo el mundo, Gee — El nombrado sonrió ante aquellas hermosas palabras — Eres muy perfecto, y como lo eres obviamente mereces lo mejor, y por esa razón hoy te llevaré a cenar a un hermoso lugar.

— No es necesario, amor. Podemos comer aquí mismo. Prefiero que estemos abrazados en el sofá mientras comemos porquerías — Y Frank hizo una risita al oír aquello. Él también quería eso, pero esta vez no iba a ser como las otras veces en las que se la pasaban comiendo comida chatarra. Hoy era muy diferente.

— Ponte bonito que saldremos en treinta minutos — Susurró Frank sobre sus labios antes de darle un hermoso beso que duró varios minutos — Te espero —Gerard sonrió nervioso y sin decir más se levantó del sofá y fue a vestirse.

Y como siempre Gerard tardaba demasiado tiempo en arreglarse.

Frank miró su reloj de mano y éste marcaba las seis de la tarde, aún tenían mucho tiempo para poder llegar, pero odiaba que Gerard se tardase. Sonrió antes de levantarse del sofá y caminó hasta el cuarto que compartía junto con Gerard. La puerta de la habitación estaba semiabierta y pudo ver por un reducido espacio como el pelirrojo se quitaba su ropa, dejando a la vista su pálida piel. ¿Por qué tenía que ser tan hermoso? De tan sólo verlo lo encendía por completo. Abrió la puerta tratando de hacer el menor ruido posible y se acercó con cuidado hacia Gerard, quien estaba dado vuelta frente al espejo totalmente desnudo. Una vez que ya estuvo cerca de él lo abrazó por la espalda pegando su hombría a su trasero, haciendo al pelirrojo soltar un gemido agudo por el contacto. Frank comenzó a besar su cuello con deseo mientras que Gerard soltaba algunos gemidos que eran deliciosos para los oídos del castaño.

— Te amo, Gerard — Susurró en su oído, había mucho deseo en su voz y eso el nombrado lo notó. Y la verdad es que Gerard también estaba con ganas de estar con Frank. — Me vuelves loco — Lo dió vuelta con sus manos firmes en su pequeña cintura, obligándolo a mirarle a los ojos, éstos estaban dilatados igual que los de Gerard.

— Dijiste que iríam... — Y fue interrumpido por un beso del castaño, quien lo besó de una forma muy apasionada y también necesitaba. Hace ya dos días que no hacían nada, y Frank estaba muy estresado. Puso sus manos tatuadas en los glúteos de su Gerard y los apretó con fuerza, haciendo que el pelirrojo soltara un gemido en el medio del beso que lo volvió completamente loco a Frank. Separó sus bocas y sin dudarlo atacó a su cuello nuevamente. El miembro de Gerard empezaba a despertarse con cada segundo que pasaba — Quiero ayudarte... — Dijo como pudo separando a Frank de su cuello. El castaño entendió a que se refería, así que se desabrochó su cinturón de cuero y se bajó sus pantalones hasta las rodillas, junto con ellos también se bajó sus bóxers, dejando a la vista su enorme y gruesa erección. Gerard sonrió victorioso y se arrodilló delante del chico de ojos avellanas, quien puso su mano tatuada encima de su cabeza, acariciando con delicadeza su cabello rojo. Sin tantas vueltas Gerard metió de lleno la erección de su amado Frank en su cavidad bucal, llenando de placer al tatuado.

— Gerard... — Dijo cerrando sus ojos al sentir todo tipo de corrientes en su cuerpo. Se relamió los labios y miró desde arriba a Gerard hacer un maravilloso trabajo con su hombría. Verlo tan hermoso hasta haciendo ese tipo de cosas lo enamoraba más. Hoy le pediría que fuese su esposo, y esperaba a que éste aceptara, aunque de seguro que diría que sí. Lo amaba mucho y realmente quería una vida a su lado. Quería que estuviesen juntos para siempre, hasta el resto de sus días. — Gee — Gimió cuando el nombrado empezó a hacer un vaivén bastante exquisito para el castaño. Su lengua era como seda, lo hacía sentir en las nubes cuando con su dulce boca tocaba su miembro. Ese chico era todo lo que quería en su vida. — Ya no aguanto... —Sentía que iba a explotar de placer, Gerard lo volvía así de loco.

El pelirrojo desnudo arrodillado, cerrando sus ojos mientras que con una mano sostiene el miembro del tatuado haciendo lo que más le gustaba a Frank, sexo oral. Tan sólo unas cinco veces había experimentado lo que era y cada vez que Gerard lo hacía era mucho mejor que la anterior. Siempre había visto por el computador alguna página pornográfica en donde la mujer le daba placer al hombre, pero sin dudas lo que Gerard hacía era muchísimo mejor que las actrices porno le hacían a otros, mucho mejor... Y sin poder aguantar más Frank se vino en la dulce y preciosa carita de Gerard, quien sonrió al sentir toda la semilla del tatuado sobre su rostro.

— Te amo — Gimió Frank — Te amo, Gee — Se arrodilló delante de él y lo besó con pasión, no le importaba que tuviera rastros de su semen sobre su boca, eso por alguna razón lo volvía loco.

— Dijiste que... — Gimió Gerard separándose del beso — Que iríamos a cenar, Frank...

— Es cierto — Repartió varios excitantes besos por el cuello del pelirrojo, quien comenzó a gemir con fuerza — Te lo dije, cariño. Y lo pienso cumplir — Se separó de su cuello recibiendo una mirada confusa de parte de Gerard — Termina de vestirte, iremos a cenar — Sonrió y dió un beso en su mejilla.

Una vez que había abandonado la habitación sonrió como idiota por estar cada día más enamorado de aquel joven de cabello rojo, quien le había robado su corazón de una manera muy instantánea. Fue amor a primera vista, y más allá de que Gerard sea muy bonito por fuera también lo era por dentro y eso lo hacía el ser más especial en la tierra para Frank, porque no dudaba ni un maldito segundo en que Gerard era el amor de su vida.

Bulletproof heart •Frerard•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora