Capítulo 23

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— ¿Y quién eres tú? — Preguntó Bert algo confundido. Jamás había visto a ese sujeto en su vida.

— ¿Él está aquí? — Evadió la pregunta.

Gerard, al ver que su amigo se tardaba, decidió levantarse con sumo cuidado del sofá para ir directo a la puerta. Y vaya sorpresa fue la que se llevó al encontrarse al mejor amigo de Frank del otro lado. Tragó saliva con dificultad. El rubio de ojos azules borró su mirada asesina por una de sorpresa al verlo con un enorme vientre. Mierda, mierda, mierda.

— Pasa — Murmuró Gerard con nerviosismo. Bert lo miró pero más no dijo nada y se hizo a un lado para que Bob entrase. El rubio examinó el lugar mientras se adentraba al pequeño apartamento, miraba cada rincón como si fuese algún inspector o algo así, y la verdad es que esas miradas incomodaban a Bert que era el dueño del lugar. — Bert... — El nombrado lo miró y Gerard sólo le hizo una seña para que se acercara más a él, quería decirle algo — Por favor déjame a solas con él, ¿si? — Susurró poniendo esa tierna carita de la cual Bert jamás se negaría, es que lo amaba mucho.

— Bueno — Suspiró algo molesto — Llámame cualquier cosa. Estaré en la habitación — Gerard asintió. Cuando Bert se fue, volteó su vista hacia Bob, quien estaba sentado en el sofá con cara de pocos amigos. Caminó a paso lento hasta él y con mucha dificultad se sentó a un lado suyo.

— ¿Por qué no lo sabe? — Preguntó mirando el suelo.

— ¿Q-Qué cosa? — Tartamudeó poniendo ambas manos en su vientre, para darle toda la seguridad del mundo. Y ahora sí lo miró, pero era una mirada juzgadora.

— No te hagas el tonto conmigo. Dime por qué no lo sabe. — Tragó saliva con dificultad y sin poder evitarlo comenzó a derramar algunas lágrimas.

— Me odia— Murmuró con dolor. — Y creo que es mejor así.

— Pues hiciste mal. ¡Mierda, Gerard! Debes decirle — Parecía tan enojado que en cualquier momento le lanzaría un golpe, y la verdad es que Gerard sentía que se lo merecía. Pero su bebé no, él no tenía la culpa de nada.

— ¿Cómo está él? — Preguntó limpiándose sus lágrimas.

— Bien. Vive conmigo ahora. Llora casi todas las noches y ahora va más seguido al cementerio. Renunció a su trabajo porque no se sentía bien y perdió mucho peso, pero volvió a comer nuevamente hace poco, llevaba días sin hacerlo. Se rapó su gran cabellera, ahora tiene poco cabello. Y se hizo un tatuaje nuevo, como solía hacer antes. No sé, creo que poco a poco todo vuelve a la normalidad, o eso creo — Se encogió de hombros.

— ¿Por qué viniste?

— Porque... ¿Sabes? Pensaba en venir aquí y darte varios golpes pero ahora que te veo así decidí no hacerlo. Pero no creas que es por ti, es por ese bebé que llevas dentro. Vine para preguntarte qué fue lo que le hiciste a Frank, no quiso decirme en todo este tiempo nada sobre lo que pasó. Y me costó mucho conseguir esta dirección, para ser sinceros un mes. Llevo un jodido mes tratando de localizarte, Gerard Way.

— Aquí estoy — Murmuró triste.

— Gerard, escucha — Suspiró algo cansado con la situación — Frank aún te ama — Y los ojos de Gerard eran un mar de lágrimas. Sentía que le latía muy rápido el corazón con las palabras del mejor amigo de Frank. Como amaba a ese tipo tatuado, con ojos avellanas y pelo castaño claro. Y su nariz, su nariz tan pequeña y adornada con un aro. Sus labios. Sus labios eran los más sabrosos que había probado, y los únicos que quería probar siempre. —  a veces en la madrugada grita cosas que no entiendo y grita tu nombre y se pone a llorar como si fuera un bebé — Puede ver que el rubio comenzaba a derramar algunas lágrimas al contar lo que tenía que vivir — Me pone muy mal verlo así de dolido — Solloza poniendo ambas manos en su rostro — Es mi mejor amigo.

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