Capítulo 8

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Frank tocó la puerta de la casa de su mejor amigo por segunda vez. Bufó algo molesto al ver que nadie salía, pero como arte de magia el rubio de ojos azules abrió la puerta y se dejó ver algo molesto sin motivo alguno.

— Estaba preocupado por ti.

— Buenas tardes, Bob — Dijo Frank, ignorando su comentario mientras se adentraba a la casa de su mejor amigo.

— Fui a tu casa en la mañana — Dijo Bob cerrando la puerta y quedándose a un lado de ésta con los brazos cruzados.

Frank sólo rodó los ojos y se sentó en el sofá color gris de la pequeña y acogedora casa.

— Estaba dormido.

— No me mientas — Dijo en tono serio — No te olvides que tengo la copia de la llave de tu casa. Cuando entré no estabas — Frank suspiró al oír aquello, se había olvidado que su amigo tenía la copia de la maldita llave — ¿Dónde estabas?

— Soy un adulto, Bob. Sé lo que hago. No tienes que andar detrás de mí como si fuera un niño, ¿okay? — Contestó molesto.

Bob sólo lo miró con seriedad unos detenidos segundos y más no dijo nada. Comenzó a caminar y de repente desapareció de la vista de Frank, había ido a la cocina. El rubio siempre se preocupaba de más por Frank, y el castaño a veces creía que era totalmente innecesario tanta preocupación. Entendía que eran mejores amigos pero tampoco era para exagerar. De repente apareció Bob con dos tazas de café en sus manos. Se acercó al castaño y le ofreció una, la cual aceptó al instante.

El rubio de ojos azules se sentó a su lado dando un suspiro. Ambos estaban en silencio. ¿Qué podían decir después de todo? Probablemente si hablaban era sólo para saber qué es lo que había hecho Frank ayer por la noche, y la verdad es que el castaño no quería hablar de eso con él, al menos no ahora. Porque sabía que si le decía a su mejor amigo que en vez de ir a la casa de él para poder estar bien, decidió irse con un tipo al que no conocía del todo, obviamente se pondría loco. Así que ahorrándose el tema decidió callar y no decir nada de eso.

— Sabes que aún sigue en pie la propuesta de que vengas a vivir conmigo — Murmuró su amigo mirando el suelo mientras en sus manos sostenía la taza de café que decía en letras rojas "Hope".

— Lo sé, amigo. Y te agradezco por todo tu apoyo — Contestó Frank antes de beber de su café.

— ¿Me dirás dónde estuviste anoche? — Preguntó mirándolo con seriedad. Era obvio que no iba a dejar de preguntar hasta que le contase, y Frank sabía lo molesto que era su amigo en ese sentido.

— Fui a un bar — Murmuró mirando el suelo sólo por mirar, no tenía ganas de ver al de ojos azules, porque sabía que éste se pondría en modo protector. Bob era como su otra madre, sólo que en modo mejor amigo. Sí, algo muy loco pero así lo veía Frank algunas veces.

— ¿Un bar? — dijo alzando una de sus cejas — ¿Por qué? Si tú no bebes — Y Frank no supo qué responder a eso. Se encogió de hombros y decidió beber en absoluto silencio lo poco que le quedaba de su rico café.

— Ahora si — Respondió.

Luego de pasar la tarde con Bob, se dispuso a ir a la casa de Gerard. Él decidió volver a casa del pelirrojo aunque no le pareciera lo correcto, sólo lo haría porque Gerard le dijo que se sentía solo en una casa enorme y no le gustaba verlo triste, a pesar de que no lo conocía pero eso no importaba porque poco a poco sentía que se estaba volviendo alguien muy importante en su vida. Una vez que llegó le dió dos leves toques a la puerta, que por cierto se abrió de inmediato mostrando a Gerard con una hermosa sonrisa.

— Hola, Frank — Dijo mientras se corría para dejar pasar al castaño, quien hizo una pequeña sonrisa mientras se adentraba a la hermosa casa — Creí que habías cambiado de opinión — Murmuró cerrando la puerta.

— No, no cambié de opinión — Contestó mirándolo con seriedad — Aunque creo que lo mejor es que vaya a mi casa. No me parece correcto que esté aquí. Lo que menos quiero en este momento es ser una carga para ti — Dijo llevándose sus tatuadas manos a los bolsillos delanteros de su jean.

— No digas eso, Frank. Tú no eres una carga para mí, jamás lo vas a ser.

— Está bien — Murmuró sentándose en el cómodo sofá. Gerard lo miró unos detenidos segundos y luego decidió sentarse a su lado mientras veía el suelo. Algo andaba mal en él, no parecía tan feliz como siempre. En el hospital Gerard siempre llevaba una sonrisa en su rostro cada vez que le traía su comida, quizás sólo lo hacía por obligación, pero la verdad lo dudaba mucho porque se notaba demasiado que Gerard era una de esas personas que sonríen sin importar qué. Ahora se veía tan cabizbajo que lo asustaba, él no era así — ¿Estás bien? — Preguntó. Vió el perfil del pelirrojo y se quedó maravillado con tan perfecto ser, no podía creer que Gerard realmente sea tan hermoso. Tenía una nariz muy perfecta, y sus ojos eran los más bellos de todo el mundo, sus labios pequeños pero suaves a simple vista, y sus cejas bien delineadas eran también muy bonitas, todo en Gerard era bonito, igual que su alma.

— Sí — Murmuró haciendo una pequeña sonrisa sin verlo a los ojos.

— Puedes confiar en mí para decirme lo que quieras — Dijo Frank prestándole toda su atención.

— Es que... — Suspiró algo cansado, pero luego de unos segundos se decidió por seguir hablando — Hoy llamó mi esposo. Me habló tan... seco. Me preguntó cómo estaba y eso, y le dije que estaba bien, que lo extrañaba mucho y simplemente me cambiaba de tema cuando le decía algo lindo. No sé. Hace algún tiempo está así y me pone muy mal. No sé qué fue lo que hice para que me tratara de esa manera tan indiferente. Antes de que se fuera de viaje yo quería darle un beso pero me los esquivaba sin razón alguna. Y cuando le mostraba mi rostro de confusión sólo me hacía una sonrisa y me abrazaba como si todo estuviera bien. No tengo sexo con él desde hace ya seis meses y yo sé que él trabaja y eso, pero cuando no lo hacía tampoco se tomaba el tiempo para darme amor o dedicarme aunque sea unos minutos — Se llevó sus manos a su rostro por la  frustración y luego respiró hondo — Siento que no me ama. Sé que no lo hace. Pero tampoco tiene el valor para decírmelo. Sé que para él sólo fui un entretenimiento de algunos meses. Lo sé.

— Gerard — El nombrado lo miró. Podía ver pequeñas lágrimas asomarse por los hermosos ojos esmeraldas del pelirrojo, quien realmente parecía muy triste con toda la situación. — ¿Puedo darte mi consejo? — Asintió — Yo digo que lo mejor que puedes hacer es hablarlo con él. Deberías decirle todo lo que te pasa y eso, y quizás a él también le esté pasando algo. No sé, no quiero asustarte pero me parece que deberías hablar cuando él vuelva. Es mejor personalmente que por un estúpido aparato — Gerard miró el suelo nuevamente. Frank pudo oír como se sorbió la nariz y poco a poco fue escuchando los sollozos tan tristes de Gerard, quien llevó ambas manos a su rostro para que no lo vea llorar. Frank se sintió terriblemente mal al verlo así, aunque sabía que no era su culpa se sentía mal por no ayudarlo lo suficiente.

Lo que suponía desde un principio del esposo de Gerard era cierto. No había que ser un experto para darse cuenta de que el muy querido e idiota de ese tal Raymond tenía a alguien más. Era obvio que eso era, por eso los cambios tan drásticos para con su esposo tan hermoso y joven. Era lógico que sólo lo quería para follar, quizás hubo un tiempo en que lo amó de verdad pero luego se cansó y ya. Era muy pronto para juzgarlo, ni siquiera lo conocía, pero ya sabía que le caía mal por hacerlo sufrir al pelirrojo.

El castaño se acercó a Gerard y lo abrazó con todas sus fuerzas. El de ojos esmeraldas correspondió aquel abrazo de inmediato y comenzó a sollozar en su hombro. A Frank le importaba una mierda que Gerard esté mojando su playera con sus lágrimas. Le importaba una mierda que esté casado. No, eso no. Comenzó a sobar con cuidado la espalda de Gerard, quien poco a poco fue calmando su llanto.

Se sentía tan jodidamente bien abrazar a Gerard. Se sentía en calma, en paz con si mismo. Era como si lo demás no existiera, sólo ellos dos. Suspiró e hizo una sonrisa, por alguna razón se sentía bien. Llevó una mano a la nuca de Gee y comenzó a acariciar su cabello con lentitud.

Ahora deseaba hacer eso por siempre.

Bulletproof heart •Frerard•Where stories live. Discover now