Capítulo 28

304 43 44
                                    

— ¿Cómo estás, bebé? — Preguntó Frank, se encontraba arrodillado poniendo sus manos a los costados del vientre de Gee, quien sonreía y acariciaba el cabello de su amado. Bert, al ver que Frank había llegado para visitar al hombre que ambos amaban, decidió ir al hospital y hacer un par de cosas, todo con la excusa de dejarlos solos en familia, como debía ser. De verdad, Bert era un buen tipo. El castaño dejó un cálido beso en el vientre de siete meses y luego levantó su vista al amor de su vida, quien sonreía mostrando sus perfectos dientes — Te amo, Gee — Susurró con dulzura, haciendo sentir al nombrado todo tipo de cosas en su interior, pero más que nada calor, mucho calor.

— También te amo, Frankie — Contestó sonriente. Frank se levantó del suelo y se dispuso a sentarse junto a su amado.

— Gee, tengo algo que decirte.

— Dime, Frank — Tomó sus pálidas y delgadas manos y besó con amor sus nudillos, haciendo sacar una sonrisa al pelinegro.

— Estuve pensando mucho anoche y creo que lo mejor sea que vengas a vivir conmigo, en nuestra casa. Me perdí mucho de tu embarazo y ya no me quiero perder nada más. Quiero tenerte a mi lado cuando despierte. Quiero que tú seas lo primero que yo vea, porque sé que así mi día será mucho mejor.

— Frankie... — Gerard ya estaba al borde de las lágrimas por lo emocionado que estaba al oír esas hermosas palabras. Pero alguien más le vino a la mente...

Bert.

Su mejor amigo tenía leucemia, no podía dejarlo solo en un momento como este, simplemente no. Además, ese joven había hecho mucho por él, lo mínimo que podía hacer era quedarse con él en este momento que es difícil para ambos. Entonces la felicidad que le había dado al oír al castaño hablar tan tierno, se había esfumado con tan sólo recordar a su mejor amigo.

— Entiendo que me comporté como un imbécil contigo. Sé que debí creerte, Gee. Estaba muy enojado y no pensaba con claridad, sé también que fueron muchos meses sin vernos pero te extraño mucho y volver a casa para mí no es lo mismo si tú no estás ahí.

— Es que... — Y cuando trataba de poder explicarle su razón por la cual debía rechazar su muy hermosa oferta, la puerta se abrió mostrando a un pálido Bert, quien hizo una pequeña sonrisa al ver a los jóvenes sentados en el sofá.

Bert no los odiaba, todo lo contrario, los admiraba muchísimo. Ellos se merecían lo mejor del mundo. Él ya sabía que no le quedaba mucho tiempo, y justo por eso es que amaba ver a su dulce y lindo pelinegro con alguien que sabe que lo va a cuidar mucho, a él y al bebé que viene en camino.

— Hola — Saludó Bert con una sonrisa mientras se adentraba a la casa. Frank lo saludó con una sonrisa y Gee también. El castaño de cabello largo fue directo a su habitación para dejar tranquilos a los jóvenes.

Gerard notaba que Bert con el tiempo estaba más pálido de lo normal, y además había visto varías marcas moradas en su brazo izquierdo el día anterior. Sólo rezaba por que se curara de esa horrible enfermedad.

— ¿y qué dices, Gee? — Preguntó Frank sacándolo de sus pensamientos.

— ¿Me das un poco de tiempo por favor? Tengo que pensarlo bien — Contestó haciendo una pequeña pero linda sonrisa.

— Claro, Gee. Yo te esperaré el tiempo que sea necesario.

Luego de unos minutos más Frank había decidido abandonar el apartamento de Bert. Gerard, como pudo, se levantó del sofá y fue directo a la habitación, en donde su mejor amigo se encontraba recostado en la cama, boca arriba con sus ojos cerrados.

Mierda. ¿Cómo era posible que una enfermedad cambie tanto a una persona físicamente? Ver a su amigo tan pálido, tan apagado, tan débil... Eso lo mataba por dentro, y sabía que no debía sentirte tan triste porque tenía un bebé dentro suyo, un alma que debía cuidar, y todo lo que él siente se lo transmite al bebé, lo que menos quiere es que le pase algo malo a su amado hijito. Pero de verdad, Bert no era el joven que alguna vez conoció con esa sonrisa bonita y esos ojos azules brillosos. Ahora se notaba demasiado que la enfermedad acababa poco a poco con él, que es una persona tan buena. Eso le dolía también, porque Bert nunca le había hecho mal a nadie. ¿y justo a él debía tocarle esa horrorosa enfermedad? Simplemente una mierda. El mundo es totalmente injusto. Sabiendo que hay violadores y asesinos. ¡¿Por qué debía ser él?! No entendía por qué la vida debía ser así.

Bulletproof heart •Frerard•Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang