Capítulo 11

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Por alguna extraño razón al abrir sus ojos se sintió realmente feliz. Aunque Gerard no estuviese a su lado en la enorme cama aquella mañana no borró su sonrisa en ningún momento. Sabía que Gerard estaba en la casa porque podía sentir el riquísimo olor a tostadas recién hechas y a café, simplemente delicioso.

Aún con la sonrisa en su rostro se levantó de la cómoda cama y se vistió con la ropa que ayer en la noche se había sacado para poder dormir.

Dormir abrazado a Gerard le había hecho realmente bien. Jamás había sentido esa sensación tan cálida en el pecho y jamás se había despertado de tan buen humor como hoy. Una vez ya vestido salió de la habitación y fue sin tantas vueltas directo a la cocina. Allí estaba Gerard dado vuelta preparando el desayuno mientras cantaba, como ya acostumbraba hacer cada mañana desde que Frank se encontraba allí.

—Gee —El nombrado se dió vuelta e hizo una gran sonrisa. De verdad Gerard se veía muy hermoso, su sonrisa le daba un motivo más para darse cuenta que en realidad la vida no era una horrible como creía — Buen día.

— Buen día Frank. ¿Cómo dormiste? — Preguntó llevando dos tazas a la mesa.

— Muy bien, ¿y tú? — Dijo Frank sentándose frente a Gerard, quien realmente tenía una muy preciosa sonrisa.

— Demasiado bien — Respondió sirviendo un poco de café para Frank — No me sentía tan bien desde hace tiempo.

— Ni yo — contestó sonriente.

Un mes después...

El castaño de ojos avellanas se encontraba en la casa de su mejor amigo, siendo regañado por éste ya que Frank le había dicho que se encontraba durmiendo en casa del tipo que cuidaba de él en el hospital. Pero no era un tipo cualquiera, esa persona era Gerard, un ser realmente maravilloso que le alegraba día a día.

Durante todo ese mes se dispuso más en conocer a Gerard y comprobar aún más que el joven de cabello rojo era una persona extraordinaria en todos sus aspectos. Los besos habían cesado por una cuestión de mantener su distancia en cierto punto ya que ellos sólo eran "amigos". Sí, amigos que dormían juntos, abrazados y en ropa interior, pero no había nada de malo en eso, como dije anteriormente ellos son amigos y no traspasan los límites más allá de eso.

Por alguna extraña razón Gerard había motivado a Frank para buscar un trabajo como profesor de literatura, ya que ese siempre había sido su sueño cuando entró a la costosa universidad. Había dejado un currículum en una secundaria algo mal vista en la ciudad de Nueva Jersey, pero él sólo quería un empleo. El rubio de ojos azules hablaba y hablaba sobre lo estúpido que fue al ir a la casa de Gerard, y la verdad es que Frank no se arrepentía de absolutamente nada. Llevaba una pequeña sonrisa en su rostro mientras pensaba en la única persona que ocupaba siempre su cabeza.

Gerard.

Ese joven de cabello rojo y ojos esmeraldas. Cuando sonreía y mostraba sus pequeños y perfectos dientes que le dejaban sin aliento. Ese cuerpo tan fino y bien marcado de piel pálida y suave. Esas habilidades que tenía en la cocina eran extraordinarias. Y su voz. Oh, su voz era la más hermosa que había escuchado en toda su vida. Aún no entendía cómo es que ese tal Raymond no sabe valorar a la belleza que tiene como esposo, porque de verdad es una persona increíble y sumamente hermosa que se preocupa por lo que ama.

—¡Frank! — Y el nombrado parpadeó algunas veces volviendo a la realidad. Cierto, su amigo le estaba regañando como si fuera su madre. Pero Frank no se molestó, realmente estaba tan bien ese día que sólo le sonrió — ¿Me estás escuchando?

— Sí, mamá —Contestó Frank haciendo una risita.

— ¿Qué dije? — Preguntó alzando una de sus cejas mientras lo veía con seriedad.

Bulletproof heart •Frerard•Where stories live. Discover now