Cap 15

38 0 0
                                    

Ella.

Titiritando de frío, pero con una maldita sonrisa pletórica en el rostro.

Sí señores, esa soy yo, que por culpa de mis hermosos impulsos teatrales acabo mojada y tocando la puerta de la casa de mi madre. ¿Pero, por qué no traes tu llave Mackenziee?

Oh, eso. Sí, bueno, resulta que se me ocurrió la maravillosa idea de dejar mi mochila en casa de mi amiga Ann, porque ¡Vamos! ¿quién se devuelve con su pesada mochila devuelta a casa?

Exacto, al parecer todos, menos yo.

Desde el otro lado se escucha un rápido murmullo, en unos segundos en los que creo que moriré, mamá abre la puerta, su expresión cambia bruscamente en cuanto detecta el agua chorrear de nuestra ropa, entrecierra los ojos, hace intento de hablar pero prefiere soltar una exhalación.

—No voy a decir nada, conozco a mi hija, conozco a mi niño. Ya entren— abre la puerta un poco más y se aleja en dirección a la sala sosteniendo el control remoto, pidiendo que vayamos a la ducha lo más rápido que podamos.

Subimos las escaleras, Ryan me sigue para dejar los zapatos que estuvo sosteniendo por mí —después de que mi conciencia hallara la necesidad de correr más rápido— al hacerlo, ofrece un guiño y sale de la habitación.

Ahora, mi turno de hacer algo, entro al baño abrazándome a mi misma, cierro la puerta, observo mi ahora pálido rostro, los labios más blancos que he visto sin duda, empiezo a sacar mi ropa con necesidad de entrar a la ducha.

Es que no hay nada tan desagradable como usar ropa ajustada y húmeda al mismo tiempo.

Comienzo por desajustar el pantalón, lo bajo con desesperación teniendo un poco de dificultad gracias a las condiciones en las que se halla, concluyo mi trabajo y desnuda, me dirijo a la ducha.

El agua caliente comienza a recorrer mi cuerpo lentamente, generando una deliciosa y cálida sensación que me seduce a quedarme ahí todo el tiempo posible. De repente, empiezo a reír muy fuerte como loca, sin razón alguna o solo recordar lo que acabamos de hacer, me da la posibilidad de soltar aquel perturbador sonido.

Una hermosa noche, compartida con una hermosa persona, es uno de esos tesoros que no necesitan ser palpables. Ahí estábamos los dos, corriendo por las calles, sin importar cuan sucios pudiéramos terminar, conscientes de que crecimos, en estatura, en conocimiento, como personas, crecimos porque nos permitimos amar y dejamos que otros lo hicieran por nosotros, atentos a las maravillas de las que disfrutamos, felices, agradables.

Ya sé lo que estás pensando: ¡Nefelibata!

Ok, nadie pensó eso.

¡En fin! fue una gran noche.

Cuando termino de ducharme, arrastro la puerta transparente y continúo a la siguiente sección, donde me espera todo el proceso de embalsamiento, así lo llamo. Luego, agarro mi salida de baño y la ropa que yace sobre el suelo, para ponerla en el lugar indicado.

Al estar fuera de la habitación me atrapa un clima diferente, pero logro percibir lo agradable que se siente el contraste. Pongo la ropa húmeda en una canasta de pasta que se encuentra vacía, con el objetivo de deshacerme temporalmente de ella.

Dirijo mis pasos hacia el cajón de mi ropa interior y me visto con ella, un panti de color negro y un brasier deportivo, es lo que me acompaña luego de soltar la toalla de baño.

En el momento de controversia sobre qué usar, siento algo extraño, me detengo con recelo e inconscientemente mi cuerpo se gira en dirección a la puerta. Inamovible en el umbral contemplo su mirada fija en mí, su cabeza recostada a la madera, su húmedo cabello cayendo sobre la frente, su piel limpia y fresca por el agua, entonces, me infla el pecho de felicidad, me muerdo el labio para evitar sonreír como una tonta.

—¿Qué haces ahí parado?— pronuncio, acabando de detallarlo.

Una ancha camiseta de algodón y un pantalón pijama con estampados, sus pies descalzos sobre el frío suelo.

—Creí que ya te habías cambiado, — aclara des interesadamente en la misma posición.

—¿Y te quedaste ahí para?— Vuelvo mi atención a la búsqueda de algo cómodo, esperando por su respuesta.

—¿No invadir tu privacidad?— Su voz pensativa es la que ofrece la respuesta en forma de cuestión, eso me hace gracia.

—¡Ay, por favor!— me quejo con diversión —siempre entras cuando te place, ni el hecho de que esté en ropa interior te ha detenido antes, dices algo como "Nada que no haya visto antes" — exterioriza una sonrisa cuando intento imitar su voz exageradamente.

—Ahora es diferente— se defiende encaminándose al borde de mi cama, allí se sienta y comienza a observarme cuando deslizo la blusa de mi pijama.

—¿Por qué?— libero mi cabello atascado por la camisa.

—Ahora ya no somos tan solo amigos— suelta con un tono perverso, durante el tiempo que subo mis shorts con estampados de Marvel.

—¿Ah no?— Sigo el juego con actitud de mujer confusa —entonces...— me acerco peligrosamente a enrollar mis manos en su cuello y lo miro con una media sonrisa, él también mueve sus labios en una sonrisa que se niega a pasar desapercibida.

Me observa por segundos, después de aprisionar mi cintura con sus brazos y suelta.

—Ramé*— se muerde el labio levemente mientras observa los míos y antes de que pueda preguntar algo, mi pulso se acelera alocadamente al sentir su boca callándome.

Fundimos nuestros labios en un beso suave, lento, de esos que te permiten saborear el ritmo y sentir que pierdes la cordura en cada movimiento, me aferré a ellos, me quedé en este universo hasta que su lengua se resbaló por mis labios y los mordió dulcemente, entonces no hubo pensamiento que me alejara del hermoso elixir que encontré en su boca.

Nuestro aliento chocó y hasta que fue casi necesario, no pudimos separarnos entre mordidas, succiones y relamidas.

Sí, nuestros mundos se encontraron y no duraron ni un segundo en aceptar amarse, eso fue mágico, bueno, supongo que es así como tildamos las nuevas emociones, las que nos hacen explotar, las que sacan lo más bonito, lo que tenemos en el alma.

—No sabía que besaras tan bien— susurra sin soltarme.

—Ya basta de burlas, no es gracioso— me quejo y al instante recuerdo por qué estoy sintiendo tanto frío —.Espera, ¿dejé la ventana abierta?— Suelto sus manos y camino en esa dirección, ciertamente lo está, así que impulso mis manos para bajarla.

—¿Sabes qué es gracioso? Mis pantalones— eso me hace soltar una risa de manera abrupta, generando un sonido al intentar reprimirla.

—Estaba esperando el momento justo para hacer el halago— le cuento después de voltear y apreciar los cerditos repartidos por toda la tela de su pantalón—. Hermosa Peppa, siempre tan adorable— hablo con voz soñadora, poniéndome una mano en el pecho y mirando el estampado como si me emocionara verla, cosa que es totalmente falsa porque la considero estúpida y eso que no la he visto actuar.

—Sí ¿por qué Jaden tenía algo tan horrible y tan bajo? Creo que por esto lo dejó Dreamma.—Niego mientras vuelvo a darle la espalda, estaba a punto de terminar con la ventana, solo faltaba bajar la persiana, cuando se asomó un movimiento abajo, capucha negra, ¿para qué? más bien, ¿por qué? No pude saber la respuesta debido a la limitada vista que tengo desde aquí.

—Para tu información, se la regalé yo— volteé a mirarlo con seriedad, meditando con preocupación en la escena anterior.

—Ahora todo tiene sentido...—continuó diciendo, pero tuve que apresurarme, fui en su dirección con mucha rapidez y tomándolo por sorpresa lo insté a abandonar la habitación con mi mano en su brazo, casi arrastrando su cuerpo—. ¿Qué? ¿Qué pasa?— Se oía confuso, pero yo no podía responder en ese momento de urgencia —.Mack...— insistió cuando bajábamos las escaleras, pero no me detuve hasta que estuvimos frente al estante que contenía la mayoría de libros que ya habíamos leído.

Con discreción vigilo los alrededores esperando no ver a mamá, cuando acabo mi registro con éxito lo miro para apreciar su cara de espanto, pero no es lo que importa en el momento. Me dedico a palpar el lomo de algunos libros recordando cuál es el que necesito, con el índice, saco un diccionario conceptual, lo abro a la mitad, respiro con tranquilidad cuando veo la fotografía, la saco y vuelvo el libro a su lugar.

—Tengo que mostrarte algo— mis manos sostienen la pequeña foto contra mi pecho y cuando asiente intranquilo, tomo su mano para dirigirnos al garaje—. No tenemos mucho tiempo, entra— lo apuro cuando estamos frente a la puerta y noto que se detiene a hacerme un escrutinio.

—Ya me estás asustando—. Alcanza a protestar antes de caminar escoltado por mí.

—Ya te enteras— lo tranquilizo con ánimos de que continúe hasta el sitio que pretendo.

Estuve a punto de advertirle que había un pequeño alambre descubierto en algún lugar de la pared, pero, para cuando levanté la cabeza, lo único que pude hacer fue una mueca de dolor, como si hubiese sido yo la que sintió el roce puntiagudo que en un dos por tres, traspasó la piel de su brazo, como si el corte tan grande que formó, ahora estuviese en el mío. Lo que me toma por sorpresa es que él siquiera lo nota y su brazo no hace lo esperado, no suelta una sola gota de sangre, como si no fuera humano el líquido no se asoma ni un poco, eso provoca que me quede de piedra.

Cuando descubre que ya no lo sigo se detiene a ver si es que se ha adelantado a otra parte.

—¿Qué?— Pregunta curioso, seguramente por mi forma alterada de observarlo.

—Tu brazo...— Musito aturdida, pero su rostro ceñudo indica que no entiende de lo que hablo.—¿Por qué tu brazo no está sangrando?— Él revisa superficialmente con la mirada ambos brazos y al parecer tampoco encuentra algo que merezca su atención.

—¿Debería sangrar?— Me mira con diplomacia.

—¡Claro que sí!— lo observo asustada de que siga viéndome como una loca que dice barbaridad tras barbaridad.—Acabas de rasgarte la piel, es lo más lógico que debe pasar si eres humano— me acerco a indicar el lugar exacto— ¿Eres humano?— cuando sube la mirada, su ceño se halla más tranquilo, su expresión es más relajada, pero lo que hace a continuación me impide reflectar lo mismo.

Se queda por un momento fijando su mirada en la mía, vuelve al brazo y hunde su uña en la parte del corte, agarra con fuerza y de un momento a otro, se desuella la piel, aprieto los ojos repentinamente por su inapropiada acción.

Esperaba a oír algún grito o quizá un pequeño gemido de dolor, pero nunca llegó, lentamente abro los ojos cuando lo descubro, sorprendiéndome aún más.

Solo una ligera sonrisa torcida, su mano sostiene un trozo grande que conserva el mismo aspecto de su piel, sin embargo, no lo es, o al menos no es real. Su brazo, su verdadero brazo está sucio de tinta, no de restos de sangre.

—Esto es lo que quería decirte ayer, es mi único y último secreto para contigo— habla, mientras perpleja, solo me dejo llevar por el llamativo grabado que estuvo guardando todo este tiempo.

Una manga que está llena de un bosque oscuro y tenebroso en su parte superior resalta su musculoso brazo; un poco más abajo la imagen majestuosa del rostro de un lobo, que con rabia y espuma saliendo de su boca mira hacia el frente; también hay un cronómetro vintage que posee forma circular, anuncia que se acerca el tiempo definido, termina con una fina cadena que sale de el y se pierde en una espectacular rosa que concluye el hipnotizarte tatuaje.

—¡Wao!— pronuncio percatándome que mis dedos han recorrido cada uno de ellos—.Estoy desconcertada— pestañeo despacio y con seriedad.

Realmente me ha impactado desde el minuto... desde la entrada, nunca imaginé que hoy vería algo como esto, se siente como si hubiese descubierto algo que siempre tuve a mi lado, no, más bien como si él me hubiera estado ocultando algo importante, como si no tuviera la oportunidad de saber cuando pensaba decírmelo, se siente muy raro porque que todo es cierto.

Agarra mi mano y entrelaza nuestros dedos, no lo miro, mis ojos están clavados en su brazo, con la otra mano levanta mi barbilla con suavidad para que me concentre en su mirada.

—Juro que tenía ganas de contártelo ayer, pero, no lo sé— negó con arrepentimiento—.Hice una apuesta antes de un partido y pues, nunca supe qué pasaba si perdía, solo— resopla sin gracia — creí que ganaría.

—¿Por qué lo ocultaste tanto tiempo?—. Es decir, desde el primer día en que pisó mi casa pudo haberme dicho. —¿Qué pasa con eso de guardarnos las espaldas?— Asiente antes de responder.

—Lo sé, es que, mamá se pondría como loca si llegara a verlo, creí que tal vez tú también ibas a hacer lo mismo, que, no lo sé, terminarías molesta o algo por el estilo.

—¿No lo ha notado aun?— Indico la delgada tela que se halla en el suelo, de esa forma evado su disculpa.

—No, — dice con determinación, pero, se queda pensando y luego vacila— tal vez no — besa mi frente cuando no dejo de mirarlo—.Lo siento.

—Lo sé, ahora, ¿No estás escondiendo algo más o sí?— Levanto rápidamente su camiseta en un intento de inspeccionar para asegurarme que no haya otro, él ríe por el contacto repentino y asegura— es todo lo que te ocultaba, no hay más— me detengo para abrazarlo, hasta que recuerdo nuestro objetivo principal.

Lo suelto y me dirijo a la esquina donde días atrás encontré la misteriosa caja.

—Ven acá, ¿puedes abrirla por favor?— Señalo la caja después de quitar el frio telón que la ocultaba y aunque no entiende completamente mis intenciones se acerca para hacerlo.

En menos de lo que espero ya ha terminado de desajustar los relucientes broches dorados que la protegen, alza su mirada esperando mi consentimiento para abrirla.

—Claro— asiento, poniéndome en cuclillas al igual que él.

Cuando lo hace y queda expuesto el contenido su cara queda inexpresiva, observando con detenimiento cada una de las divisiones que proporcionan los distintos artículos.

—Vaya, lindos juguetes— es lo que dice sin dejar de observar, esta vez, pasando sus dedos por un subfusil.

—No es mía —hablo de la caja —la encontré aquí hace unos días con esta nota— rastreo el pequeño papel acartonado y lo encuentro en el interior, doblado en una de las esquinas tapizadas—.Lee —ofrezco el mensaje.

Desdobla el impreso y me quedo frente a él, observando como sus ojos recorren con rapidez el elegante epígrafe que con letras luminosas hacen contraste con el color negro que la invade.

—Al parecer es un regalo reciente— le informo antes de que baje la nota— mira esto— la arrebato de entre sus dedos y la pongo al mismo nivel que la fotografía.

Él acerca su rostro un poco más, para poder comprender con mayor facilidad lo que intento explicar.

—Este sello con que fue remitida la nota, es la misma insignia que poseen estos cuatro chicos— recalco mi dedo sobre la foto y le proporciono ambas pruebas.

Su rostro se muestra un poco confundido pero procede a ser curioso en cuanto detalla la imagen. En esta, hay cuatro jóvenes en un amplio sillón, se trata de mis padres, de eso no tengo duda, ambos están sentados agarrando sus manos y sonríen con sinceridad mirando a la cámara con sus amplias dentaduras expuestas, sus cuerpos delgados y ropas no tan actuales resaltan la antigüedad del momento; a su lado, la madre de Ryan cruzada de piernas, con su sonrisa genuina, encantadora y saludable, siendo atraída levemente hacia el cuerpo de alguien más, un chico de cabello negro, con ojos totalmente azules, facciones muy marcadas y sonrisa impecable.

La primera vez que la vi, concluí que tenía ciertos parecidos a Steve, pero ese no era Mark, no tenía idea de quién podía ser, quizá el hermano de Andrea, la familiaridad con la que se abrazaban podía significar eso, sin embargo, nunca había oído hablar de él. Lo importante, cada uno de ellos llevaba en su mano, un brazalete que constaba de un dije en el centro, la anatomía de un árbol sin hojas, grueso, con largas raíces y sobre de el una brillante lanza.

Minutos después Ryan pregunta.

—¿Es la abuela de Ben, no es así?—. ¡Casi lo olvido! En la foto también hay una mujer mayor, parada al lado de los chicos, sostiene un mezclador de mano, aún no se le asoman las canas y sí, tiene un gran parecido a la abuela de Ben.

—Se parecen mucho pero...— un ruido exterior hizo que me tensara. Quizá mamá ya había vuelto, tal vez su aventura no había llevado tanto tiempo, sea lo que sea, por precaución necesitamos salir.


_______________________

*Ramé: palabra procedente del balinés.

Déjenme decirles que este capitulo me emocionó bastante, he aquí, la primera de Las pistas

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Déjenme decirles que este capitulo me emocionó bastante, he aquí, la primera de Las pistas.

Que tengas hermosa semana, nos leemos pronto.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Aug 24, 2020 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Do no trust meWhere stories live. Discover now