Cap 8

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"A cierta edad uno ya no se impresiona con grandes cuerpos sino con grandes almas"

(Jorge Muñoz)

Austin.

Lugares totalmente repletos de almas vacías. Esa era su ubicación en esos momentos, sentía que se encontraba en uno de ellos, pero no le importaba, desde hacía cierto tiempo no asistía a una fiesta y está la estaba disfrutando, para probarlo: un gran trasero se movía delante de él conduciéndolo a una de las habitaciones.

No fue hasta que la vio, cuando su interés en saciar sus necesidades físicas desapareció. Se detuvo al pie de las escaleras y sin decir nada, abandonó a la morena que estaba junto a él, yendo al encuentro de ella.

Se hallaba en un sofá bebiendo junto a algún imbécil según pensaba. La vio moverse incómoda al momento en que el hombre la acosaba con intenciones de besarle, mientras se acercaba oyó que ella le exigía que no lo hiciera, que se apartara, pero al parecer no quiso entender.

—¡Te dijo que no!— rugió movido por la rabia, lo primero que hizo Austin Hendersen fue situar su puño cerrado  en la cara del tipo, al parecer era lo que mejor hacía. El chico cayó de espaldas, pero no perdió tiempo, se levantó para devolver el golpe, intentó uno más que fue esquivado lo que hizo ganar tiempo a su contrincante y permitirse volver al suelo.

—¡Nos vamos!— le anunció con autoridad a la chica mientras tiraba de su brazo, ella no protestó, había observado en silencio la situación y ahora se hallaba atravesando el gentío.

Una vez salieron del lugar, el aire frio y el sonido de la música disminuyendo le permitieron hablar a la chica.

—¿Qué haces aquí?— Preguntó furioso escupiendo el sabor a sangre en su boca, volteó a verle en cuanto sintió que se detenía.

—No quiero irme todavía, es temprano— lloriqueó—. Aun así, él volvió a encaminarla hacia la calle—¿Eres muy apuesto sabías?— Hizo la observación riendo.Estaba borracha—¿No contestas guapo?— Preguntó con ese tono ebrio y volvió a reír con gracia.

—Sigue caminando— le ordenó al ver que se detenía nuevamente.

—Me quedaré aquí— le informó en medio de la calle zafándose de su agarre y sentándose en el suelo—.Me duelen los pies.— Hizo puchero mirando sus tacones negros llenos de brillo.

Un poco frustrado se agachó quitó sus zapatos y le pidió que se subiera a su espalda.

—Hueles muy bien,— le habló cerca del oído mientras él comenzaba a caminar soportando su peso y aroma alcohol—.Y tienes un gran trasero—seguía hablando con dificultad— ¿Quieres bajarme para medirlo con el mío? Ya me está entrando inseguridad sobre quién tiene más— su mandíbula seguía tensa, limitándose a oír las estupideces que decía su carga—. ¿Te comieron la lengua los ratones?— Rio— ¿Quieres que te bese? Así comprobaríamos ¿No?— Articuló con lentitud.

—Responde. ¿Qué diablos hacías allá?— Al oírlo ella apoyó su cabeza, buscando comodidad.

—¿Estás molesto? No te veías así hace un rato— expuso con molestia—.Quizá porque había una rubia sobre tu...

—¿Estás celosa?— Preguntó mientras encontraba su moto.

—¿Estaría borracha si no?— contestó somnolienta.

—¿Entonces te emborrachaste por mí?

—Tontito— nuevamente se echó a reír, acción que le disgustó— ¿Necesitas plastilina para entender que me gustas?— Confesó sintiéndose asustada al minuto siguiente— ¡Oh no! ¿Lo dije en voz alta?— Se escucharon las carcajadas—.Ni te ilusiones porque...—balbuceó después de calmarse— porque, yo no estoy borracha. ¡Estoy muy feliz!— gritó a los cuatro vientos—.Oye guapo— le llamó con insistencia hasta que él se vio obligado a contestar.

Do no trust meWhere stories live. Discover now