Cap 6

49 4 9
                                    

"Sabemos lo que somos, pero no lo que podemos llegar a ser"

(William Shakespeare)

AUSTIN

Una vez das vuelta atrás, descubres el sombrío mundo del que te has jactado toda tu existencia, esta vez ya no te impresiona.

 Con una sonrisa sucia de sangre y sentado en el suelo aguarda un chico, buscando entre sus bolsillos algo que lo ayude a entretenerse, descubre a alguien observándolo así que su primer reacción es endurecer su cara y mirar con el habitual tono frio que vive junto a él. Una botella de agua es la respuesta, siendo ofrecida con nerviosismo, la mano del chico empieza a volverse temblorosa y antes de avergonzarlo más la toma sin siquiera agradecer, obligando a su espectador a retirarse de nuevo.

A continuación decide enjuagar su boca permitiendo que el líquido se mezcle con el fluido rojo que sale de su boca a consecuencia de un mal golpe, vuelve a mirar su teléfono y se pregunta por qué su cita no ha llegado aún. Despacio, su vista viaja hacia donde el sonido sugiere, hay un grupo de personas vestidas de negro, algunas arrastrando los ojos de lágrimas y otras quizá con la mirada perdida en algún punto no fijo. Un entierro. Pero lo que ha captado su atención no es la algarabía, ni el grupo de personas que allí se encuentran, sino la reluciente caja mortuoria que es adornada con un ramo de flores.

¿Alguna vez había asistido a un entierro? La verdad no, nunca se había dado la oportunidad de formar parte de uno oficialmente; un vago recuerdo decidió darse una leve pasada, traía consigo una de las muertes de un amigo de su padre. Era muy joven en ese entonces, pero recordaba haber visto juntos desde lejos la escena, pues  dar un paso más los habría puesto en peligro.

Su mente estaba empezando a crear cosas extrañas según él, pensaba en lo que había sido hasta el momento y solo veía...: oscuridad, sombras de un corazón lleno de odio, manos llenas de destrucción, mentiras que había causado él mismo, golpes de desenfreno y regalos de maldad al mundo que le había dado la oportunidad de respirar, sin duda, de delincuente tenía el exacto prototipo. Derrumbando sueños, así caminaba Austin por la vida mientras se cuestionaba qué había sido de quien estaba oculto a la espera de la última despedida de sus seres queridos, ¿habría tenido una vida normal? ¿Tuvo la oportunidad de dejar algo bueno? ¿Qué tal sus últimas horas? ¿Las había disfrutado?

¿Acaso él tenía derecho a saber eso? Reconocía que la muerte...en especial la suya, era uno de los temas que más lo abordaba en las noches, cuando frustrado al no poder dormir permitía la voz de su conciencia.

—Listo, ya terminé el trabajo— habló alguien más sacándolo de su trance, haciendo que su cuerpo se levantara de la tumba desconocida en la que había estado reposando todo este tiempo.

Ofreció un golpe al hombro de su nuevo acompañante y al recibir un leve quejido preguntó con molestia.

—¿Qué es lo que hacías? Tardaste más de lo usual. ¿Acaso guardabas el cuerpo?— Hunter, solo ofreció el sobre que había adquirido.

—¿Está completo?— Preguntó a quien lo seguía.

-—¿Te lo entregaría si no?— Respondió mientras abandonaban el lugar.

Una llamada entrante. 

'Mamá'

Maldijo por lo bajo al saber que su descanso había terminado. Se alejó un poco para que su acompañante tuviese dificultad en oír la conversación, al estar seguro de ello, dio paso al nuevo diálogo.

—¿Amor?— Habló con un insípido sabor en su boca producido por la inusitada palabra. Y no era de extrañar su ahora fiel sentimiento, jamás en su vida la había usado para dirigirse a alguien o algo ni siquiera a la única persona a quien amaba: Emily.

Do no trust meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora