Cap 1

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Ella.

—¡Maldición!—chillo golpeando de manera infantil la mesa, logrando que las pocas miradas que aún quedan en el lugar se desvíen a mí para lograr pillar la razón de mi pequeño ataque de ira, incluyendo la de uno que otro camarero nuevo que no se acostumbra todavía a mis berrinches.

Decido hacer caso omiso al recordar que ellos no están en mi lugar, intentando por milésima vez enviar amable y pacientemente el trabajo de historia que me hace pensar que Frederick (el maestro que merece mis aplausos por lograr poner de cabeza mi día) está loco, pero al fin después de tanto tiempo, esfuerzo e investigación ¡Lo conseguí!

Si señores...¡Terminé el maldito trabajo! Pero claro, la vida no iba dejarme disfrutar mi victoria con ganas...Oh pero por supuesto que no.

¿Es tan difícil que las cosas salgan completamente bien, por una vez?

Esta vez quien se luce con orgullo al dar la respuesta, es la página principal de la universidad a la que asisto, pero ya estoy exhausta. ¿El problema? Debo entregarla en tres horas como tiempo límite, de lo contrario no valdrá la pena tantas molestias  causadas a la gente de este agradable y cálido café.

Al observar nuevamente los grandes y gordos libros que reposan frente a mí, suelto un cansado y desconsolador suspiro. Mi cara se adhiere a la mesa para reposar allí, extiendo mis brazos ampliamente, cierro los ojos permitiendo que el olor del café y pastelillos recién hechos se cuele entre mis fosas nasales, para que me relaje por completo.

Respiro profundamente, deseando estar en el lugar acompañada de solo un libro, y poder disfrutar por la manera tan divertida en que el autor describe cierta situación. Una de las mejores ilusiones que me puede atrapar en este momento.

Es entonces, cuando un movimiento ajeno a los míos me hace volver a la realidad y maldecir por lo bajo, ya que imagino la siguiente situación: uno de los camareros me pide que por favor desaloje el lugar,  están a punto de cerrar, entonces, recuerdo que aún no es tan tarde, si apenas empieza a esconderse el sol y este lugar se caracteriza por servir hasta muy entrada la noche. Al saberlo siento un poco de alivio en mi alma.

A continuación algo llama mi atención, algo importante...algo que da pie a que de manera desesperada mi curiosidad se multiplique, junto con el deseo de captar de qué se trata: el olor que emana, ese peculiar aroma...

Mi cerebro advierte que ya lo tiene registrado en algún lugar de su distinguida memoria.

Alzo la mirada con cautela, esperando toparme con cualquier cosa, cualquier animal, cualquier persona... excepto quién esta frente a mis ojos, cómodo en el asiento que antes estuvo vacío, sereno y con una mirada fácil de descifrar.

—Ah eres tú— digo sin mostrar la más mínima emoción, vuelvo a la anterior posición hasta que logro asimilarlo, frunzo el ceño, pero me aseguro completamente de que lo que veo, no es una ilusión y que él es quien yo creo —¡Demonios! ¡Eres tú!— Reconozco con fuerte voz, sin importarme que vuelvan a mirar con cara de: ¿Hay un retraso mental cerca? Porque ¡Carajo! Quien está ahí sentado lo vale, porque ellos no tienen idea de cuantos años llevamos sin vernos y no estoy de acuerdo con reprimir lo que siento.

Mi mejor amigo de toda la vida, esta frente a mí, observándome sin decir Nada, con un atisbo espectacular en su mirada que denota emoción... emoción, ¿Una muy fuerte sentí al notarlo? No, más bien un remolino de todas ellas, miles de sabores de helado, miles de cosas que hacen que sospeche que ha venido a explotarme el pecho.

Me lanzo de inmediato por encima de la mesa con la necesidad de succionarle el aire, le beso toda la cara, respiro una y otra vez su olor, para grabarlo, vuelvo a abrazarlo... hasta que recuerdo que estoy molesta, eso da pie a que lo golpee y vuelva nuevamente a mi asiento, aun fascinada por lo que veo, pero tratando de dejar salir mi enojo.

Do no trust meOnde as histórias ganham vida. Descobre agora