Cap 10

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''El universo solo tiene sentido cuando tenemos con quien compartir nuestros sentimientos''

(Paulo Coelho.)

Austin.

Para disimular un sentimiento se necesita mucho esfuerzo, sobre todo cuando este se resiste fuertemente a ser ocultado. Sin embargo cuando se logra el control de las emociones, también se otorga la capacidad de controlar el resultado final.

Al menos eso sucedía con este chico, que cada día se levantaba con la esperanza de mantener el perfil que había construido alguien más.

Este día su cuerpo agradecía nuevamente la paz y tranquilidad de la que había podido disfrutar, se hallaba cálido y tan cómodo como para ser verdad. Unos brazos enrollados en su cuerpo acompañaban su amanecer, esta vez se trataba de la mujer que lo había traído al mundo, la misma que guardaba tantos secretos como solo ella podía contar, cuando la observó se detuvo a detallarla y decidió que era una mujer hermosa, pero con carácter, muy cariñosa, lo suficiente como para abandonarlo. Realmente no sabía que creer. A veces su cabeza advertía que estaba en peligro y otras... que era el único lugar donde no lo estaría.

Decidió levantarse con mucho cuidado, dejando la mano de su madre suavemente sobre el colchón, de inmediato sintió movimiento, Mark también dormía en la misma cama plácidamente y sin intenciones de despertar por un buen rato. Hace un año, jamás se le hubiese escurrido entre sus pensamientos dormir con alguien más y ahora...¡Aquí estaba! Atrapado con dos empalagosos padres y despertando en la misma cama que ellos. Ni siquiera cuando fue un niño pudo disfrutar de tan singular espectáculo.

Les echó un último vistazo y apreció la serenidad de ambos, una pareja hermosa sin duda. Él la abrazaba, mientras ella había estado abrazando a su hijo. Caminó hacia el baño y frotó su cara mientras el agua fría la recorría, miró su rostro en el espejo para luego secarse.

¡Un día más!—se dijo con intranquilidad.

Salió en dirección a la cocina, que a su parecer era muy elegante y tranquila. Sin duda el nuevo apartamento hubiese hecho flipar a cualquiera. Sus paredes eran color crema, los pasillos amplios e impecables lucían con lujo un piso laminado, tres habitaciones eran designadas como dormitorio, un estudio y la terraza con una gran vista la hacía tan costosa, eso olvidando la acogedora sala de estar que poseía.

Buscó la cafetera eléctrica para preparase un café, costumbre de aquella casa. Una vez que  su bebida estuvo lista, se tomó su tiempo para disfrutarla, acompañado de la tranquilidad que reposaba sobre la casa. Apoyando su codo sobre la isla de la cocina, notó que eran las seis y cuarto. Ese día iba a ser muy ajetreado, si por él fuese, ya estaría en marcha.

Para distraerse un poco, olvidó su comodidad y se dispuso preparar el desayuno. Después de lavar sus manos empezó por picar fruta, usando un bowl trasparente. Se decidió por unos huevos revueltos con jamón y queso, al emplatar añadió pan que pasó antes por el microondas. Por último preparó un café con leche para sus padres y dejó todo listo.

Sonrió al ver cómo lucía su trabajo. Entonces, decidió que era hora de limpiar la cocina.

—¡Qué es este delicioso aroma!— se escuchó la voz de su madre, entrando a la cocina. Al observar la mesa se aseguró de besar a su hijo y dedicarle una bonita sonrisa— puedo acostumbrarme a esto— insinuó contenta.

—Pues yo también— interrumpió la voz de su esposo quien corría una butaca alta para sentarse—.Buenos días hijo—le sonrió amable.

—Buenos días papá— correspondió el saludo.

—¡Como amo los domingos!— vociferó su madre al hallar la compañía de su esposo.

Tomaron asiento y a eso de las siete treinta ya estaban desayunando, un tanto temprano para ser un día de descanso, sucedía que ese día cada quien tenía cosas importantes que hacer, por lo que habían acordado madrugar un poco.

Do no trust meWhere stories live. Discover now