Cap 11

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Ella.

—Sí— rio con gracia—.Recuerdo que cuando estábamos en la escuela, yo decoraba uñas postizas y se las entregaba a Jaden, por si alguno de los chicos se dormía, comprábamos el mejor pegamento, para evitar que las pudieran arrancar con facilidad. Gracias a eso, siempre lográbamos saber quién había sido la víctima de las aburridas clases de Gregory,  al final todo el mundo se enteraba— la escucho reír.

—Hasta yo fui una de sus víctimas— explica Zac, con un tono de decepción, al otro lado de la línea—.Ellos dos se la pasaban todo el tiempo buscando algo que hacer, creo que por eso el grupo los respetaba tanto, eran el motor para continuar riendo de la vida o... los demás— habla con una sonrisa.

—¡Wao! ¡Entonces eran dinamita todos ustedes!— se sorprende Anna.

Ella es mi compañera incondicional de la universidad, esa que no le importa dedicar su tiempo a explicar cómo vas a realizar algo que ni siquiera entiendes, es atenta y siempre quiere saber si hice lo que tenía pendiente, creo que me entiendo mucho con ella, por eso nos gusta trabajar juntas.

—Y si querías robarle un sándwich a alguno del grupo, solo tenías que decirle a ella para que en segundos, lo hiciera ver como si tuviera moho— termina por contar, recordando quizá, que él era quién más me pedía hacer eso.

Después de escucharnos reír, Anna suelta una pregunta que me obliga a desechar la sonrisa.

—¿Qué pasó con ustedes?

Zac espera mi respuesta, luego, cuando creo notar un silencio incómodo, suelto.

—Cambiamos mucho. Cada quién tomó su camino y aunque seguíamos teniendo contacto, ya nada fue igual después de la muerte de mi hermano.

—¡Que pena! Según lo que me cuentan, ustedes eran... únicos—.Dejo de golpear mis uñas sobre el escritorio, para cerrar todas las pestañas que habíamos estado utilizando.

—Bueno, al menos Mack me tiene cerca— expresa, insinuando que debo agradecer al cielo por ello.

Lo bueno es que lo conozco y sé que él siempre ha sido así, tratando de salvar todos los momentos. Es tierno. Bueno, no todo el tiempo, pero se esfuerza.

—¿Oíste eso Mack?— Se burla ella— Oh chicos, hablamos luego. Me está entrando una llamada que estaba esperando— se excusa y rápidamente abandona la llamada, dejándonos solo a los dos.

—Perfecto mi niña,— habla Zac dulcemente— te escribo más tarde cuando envíe el trabajo y no olvides mandar por favor el documento.

—Bien, lo hago de inmediato. ¿Nos vemos mañana, cierto?

—Cierto. Te quiero, no lo olvides—. Sonrío de lado y termino la llamada.

Antes de levantarme de aquel escritorio al que había estado anclada por horas ( gracias a los trabajos de la universidad claro), apago la portátil y dejo todo en su lugar. Cuando por fin abandono la cómoda silla que ahora no lo parece, mis huesos truenan un poco, al mismo tiempo un bostezo abre su paso. Salgo de la habitación con pereza que impide que siquiera pueda levantar los pies. Miro por el pasillo y aunque mi intención principal es bajar, termino desviándome a la habitación de mi hermano.

Parada en el marco, descubro que todo sigue en el mismo lugar, como si nunca nos hubiese abandonado. Sus instrumentos están en donde siempre, así como el tendido que más le gustaba, sus colecciones y sus notas. Pasar mis dedos por cada una de estas cosas generó nostalgia acompañada de pesar. Su caligrafía, me hacía recordar muchas de nuestras conversaciones, solía decir que el día que alguien lograra copiar su letra, tendría un ataque y moriría.

Do no trust meWhere stories live. Discover now