Borrachos

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Había conseguido convencer a Erni para emborracharse juntos. Aún no sabía cómo, pero había conseguido convencer a Erni para emborracharse juntos.

Quizá influyera que había sido un semestre espantoso, o que hacía mucho frío en la calle, o que Erni se encontrara de un humor de perros. O quizá eso no tuviera nada que ver, y Erni sólo tuviera curiosidad.

Acababan de terminar los exámenes, y era noche de chicos (lo que quería decir que Astrea se quedaba encerrada en su habitación leyendo, y el resto hacían el tonto en el salón del piso del Triunvirato). Félix había llegado tarde porque se había tropezado por el camino y se le habían caído encima todas las botellas que llevaba, Mikel no quería más que beber y yacer en el sofá, y Dorian sospechaba que Joan había estado fumando hierba antes de llegar, porque le miraba muy intensamente y no dejaba de soltar metáforas sobre estrellas y esmeraldas.

Y por primera vez desde que lo conocía, Erni estaba allí, bebiendo con ellos. Bebiendo. BEBIENDO.

Llevaba apenas un mojito de los que habían preparado Joan y Dorian (con muchas miradas raras de por medio), y ya tenía que apoyarse en el brazo del sofá para no caerse.

-Erni, compi, deberías dejar esa copa. Vas a acabar mal.

-Cállate, Dorian. He terminado el trimestre y sólo quiero olvidarme de cualquier cosa que tenga que ver con medicina -balbuceó su amigo, y volvió a beber. Tenía la mirada vidriosa, y tartamudeaba al hablar. Menos mal que no había intentado aún ponerse en pie, porque iría al suelo seguro.

Dorian optó por dejarle en paz, y salió a la terraza, donde Félix y Joan miraban la guitarra que había traído este último como si nunca hubieran visto una.

-¡Ah! -exclamó Joan en cuanto le vio, confirmando su teoría de que estaba muy fumado- ¡Aquí llega don Juan! ¿De qué nueva conquista huyes esta vez?

-En realidad, no huyo, mi pequeña flor. Sólo vengo a conquistar.

Félix soltó tal carcajada que cayó hacia atrás, con tan mala suerte que se golpeó la cabeza con la pared. Joan se sonrojó, y agarró con fuerza la guitarra. Dorian sonrió, tomó un sorbo de su copa, y se sentó en el suelo a su lado.

-Pues llegas justo a tiempo para una serenata que me recuerda a ti -balbuceó Joan, y comenzó a tocar.

Conociéndole, y conociendo sus habilidades con la guitarra, Dorian no esperaba mucho, pero aun así no pudo evitar carcajearse cuando volvió a tocar Wonderwall. El pobre Joan dejó la guitarra, escarmentado, y no se atrevió a volver a levantar la mirada.

-Lo siento -balbuceó- , seguro que esperabas algo mejor...

-Oh, no, mi pequeña flor -sonrió- . Ha sido realmente tierno.

Y le dio un beso en la mejilla que hizo arder la piel de Joan y los labios de Dorian durante mucho tiempo después.

La fiesta acabó sobre las tres de la mañana, cuando Félix, totalmente borracho, tropezó con la cáscara de lima que alguien había tirado de su vaso y cayó sobre un adormilado Mikel. Entonces decidieron que era mejor llevarle a casa, y continuar con la celebración del fin de exámenes otro día.

Cuando Dorian terminó por fin de recoger todo, Erni seguía yaciendo en el sofá, demasiado borracho como para levantarse, y demasiado mareado como para dormirse.

-Venga, bello durmiente -intentó no meterse mucho con él, pero le costaba contenerse- . Harías mejor en irte a la cama.

-Ggñ -gruñó Erni, girado sobre sí mismo- . No quiero. Vete a besar a Johan.

Café Van Gogh (Les Miserables AU)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant