Capítulo 7

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Cap. 7

Días posteriores, James estuvo en contacto continuo con la familia Davis.

Y por primera vez reconoció James lo que sentía por Sylvia. Sí, la amaba, pero no con el amor de una pareja que descubre en su interior la flama del anhelo, sino con la ternura y la dulzura de la madre, del padre, del hijo, de todo lo bello, de todo lo hermoso, lo noble, lo veraz; Sylvia Davis devolvió a Peter un poco de la vida que jamás había tenido.

Se sorprendió él mismo, sobre todo porque había tratado de averiguar más sobre Nellie y no había recibido ninguna nota.

Mary Alsenn seguía en las noticias dando qué decir. Eso ya poco le importaba, sólo lo que los diarios hablaban en relación a la familia que el escritor frecuentaba.

Sylvia parecía no darse por enterada, pero ella también se sentía muy feliz de tener a su lado a un hombre como James Barrie.

¿Amor? Sí, ella también lo amaba, como a un esposo que da lo mejor de sí a los suyos; no pretendía que James ocupara el lugar de su padre. Peter muchas veces había pensado mal y tenido miedo de que James fuera el sustituto de su padre, pero no fue así, al menos no como todos esperaran.

Aquel amor iba creciendo poco a poco con el compartir de las alegrías, los regaños, las tristezas y la escasez, porque a la señora la ausencia del esposo la había dejado en no muy buena situación económica.

Los hijos lo notaban y se sentía muy felices, excepto por la enfermedad creciente de Sylvia.

Después del primer susto, James habló con ella francamente.

- Sylvia...debe atenderse cuanto antes.

- Tal vez no sea grave- trató de evadir.

Pero James negó.

- Tal vez no lo sea, pero hay que estar seguros.

- James...no quiero ver un doctor de nuevo.

- Tiene que ser, Sylvia, por los chicos...por todos los que la queremos...por mí, que no soy nadie...

Sylvia lo calló.

- Por favor, James, no diga eso...usted es...alguien muy importante para mí...y para los chicos.

James no quería escuchar nada más. Para los chicos...para ella...

- Sylvia, tal vez lo que voy a decirle la sorprenda pero yo...

Los chicos interrumpieron. Y la respuesta vino sola: para ellos James era más importante de lo que pensaba.

Los detalles de Neverlands estaban por culminarse.

Los actores sentían que sería el reto de sus vidas, en vista de que el teatro no implicaba tantos esfuerzos para convencer a la gente.

- James, arriesgas todo por esto- dijo el empresario.

- Quiero jugarme el todo por el todo- asintió James.- Ah, por cierto, estoy haciendo la gestión para mis invitados especiales.

- ¿Invitados especiales?

- Claro, la familia Davis y...algunas personas más- dijo con tono travieso.

- Está bien- añadió el empresario- espero que no vayas a arrepentirte.

- Por supuesto que no- sonrió.

Sin embargo, la fe parecía desvanecerse...

Nellie también parecía estar desapareciendo.

- Si tan sólo unas líneas tuyas llegaran en este momento...-pensó.

Pero fue inútil. Faltaban sólo unos días para la puesta en escena. Entonces, tomó la decisión.

Al fin, algo llegó a manos de Nellie.

- Hija- dijo la madre de Nellie- ha llegado esto para ti.

Un sobre. Tenía miedo de abrirlo. Entonces sus ojos se iluminaron.

- ¡Lo sabía! Son los pases para Neverlands...¡gracias madre! Me siento tan feliz...

Corrió hacia su habitación. La madre no estaba segura de que eso significara un reencuentro para Nellie y James.

Lo cierto era que Sylvia seguía poniéndose mal y James cada día la sentía tan cercana pero a la vez sentía que se le iba de las manos como agua.

Y al fin, llegó la hora de la obra.

James fue a ver a Sylvia que descansaba.

- Sylvia...ya me voy.

- James...no puedo estar ahí- dijo tristemente.

- Lo sé- siguió James- pero va a estar usted presente aunque sea con el pensamiento.

Sylvia sonrió. James besó su mano y la dejó descansar.

La entrada al teatro se abarrotó. Todos querían ver si la obra de Barrie era un rotundo fracaso o un verdadero éxito.

James esperó hasta que la familia Davis arribó completa, excepto por la madre que se quedó a cuidar a Sylvia y que tenía poca simpatía por el escritor.

Al fin, llegaron los invitados de honor: los huérfanos de la casa hogar.

La gente estaba sorprendida de que los mejores lugares hubieran sido escogidos para ellos.

Pero entre todos, al final, llegó alguien más.

James distinguió una figura femenina que se perdía entre los asientos.

Trató de no emocionarse pero era tanta la presión que no tuvo valor para ir a saludarla. La obra iba a comenzar: ya no podía esperar.

No tardaron las primeras risas en aparecer entre los asistentes: era divertido ver al hombre que hacía a Nana como si se tratara de un perro real.

Los chicos eran todos tan parecidos a los Davis que ellos se reconocieron inmediatamente en los personajes. Peter fue quien tardó hasta que se dio cuenta que se trataba de él al aparecer el jovencito del país de Nunca Jamás invitando a los niños a ir a su País.

Y cuando Peter voló y sorprendió a todos fue un momento único.

De pronto, en una escena, Thinkerbell cayó. Las sombras cubrieron el escenario.

Nellie que había estado contemplando la obra, escuchó:

- Tienen que creer en las hadas...¿creen en las hadas?- preguntaba Peter.

Nellie asintió con lágrimas diciendo que sí.

James alcanzó a escucharla. Su corazón se hizo pedazos.

Cuando la obra terminó y todos salieron satisfechos, Nellie dejó en uno de los asientos una nota:

"James, por fin pude ver Neverlands. Es más hermoso de lo que me imaginaba..."

Al salir del teatro, James volvió inmediatamente a la casa Davis.

La nota fue puesta solamente en su saco. Pero a James le bastaba haberla visto en el teatro.

Nellie y JamesWhere stories live. Discover now