Capítulo 3

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Cap. 3

James insistía en llevar a su madre al médico, pero ella se resistía. Parecía sumida en los recuerdos. Sólo pensaba en el hijo que había muerto años antes, el hermano mayor de James, al que la madre amaba por encima de éste.

James trató de sacarla de su encierro pero fue inútil.

Salió a buscar a un médico topándose con que éste se encontraba ocupado y antes que él, estaba por atender a una preciosa muchacha.

La chica estaba sentada con un libro en las manos. Leía poemas de Lord Byron. Él se sentó frente a ella, quien iba acompañada de su madre. La joven se veía algo cansada. Entrecerró los ojos y empezó a dormir. Para James aquel descubrimiento era bastante agradable y atractivo. Incluso, le pareció que podía inspirarse en ella.

Pero el libro de poemas cayó de sus manos, sacándolo de su ensueño.

Se apresuró a devolvérselo.

-Tome, señorita.

- Gracias, señor- comentó ella, tímidamente.

-¿Se cansó de esperar?- preguntó él.

- Un poco. Me gusta leer pero últimamente el sueño me impide hacerlo por periodos prolongados. Y a veces tengo que dormir aun cuando no tenga sueño.

- Tal vez descansando un día completo- observó.

- Tal vez- dijo ella- sólo que...estoy harta de descansar- continuó.- ¿Está usted enfermo?

- No, es mi madre. De hecho, espero que el doctor tenga tiempo de ir a verla.

- No se preocupe- dijo la joven- le cedo mi turno.

- Oh, no, no podría aceptarlo- dijo James.

- Claro que sí, lo hará, mi problema puede esperar, ya he esperado tanto...

Iba a hablar cuando la madre de la joven intervino.

- Hágale caso, cuando se propone algo, no hay poder humano que la haga cambiar de opinión.

- Gracias, entonces.

El doctor salió, habló dos palabras con James y se marchó, no sin antes explicar a la joven y a su madre.

- Permítanme, tengo que atender la urgencia. No tardaré. En caso de que no quieran esperar más, mi asistente les asignará otra cita.

- No se preocupe- dijo la joven, que no era otra más que Nellie- que su madre se reponga pronto.

- Gracias, usted también.

Volvieron a ver a la madre de James pero el caso ya no tenía remedio.

Los funerales de su madre fueron sencillos, pero tranquilos.

Algunos amigos y vecinos lo acompañaron.

Robert le dijo:

- Lo siento mucho. Una vez le dije que se atendiera antes de que se complicara pero no quiso escucharme.

- Lo sé- dijo James- era difícil hacerla entrar en razón.

- ¿Y ahora?

- Voy a dedicarme a hacer traducciones. Hay tantos gastos.

- Cualquier cosa que necesites cuenta conmigo, James.

- Gracias, Robert.

Aquella noche no pudo dormir. La tristeza, los recuerdos y la soledad se entremezclaban con las nuevas imágenes.

El dolor era abrumador. Solamente charlar, leer o tocar el piano le aportaban algún alivio.

Nellie y JamesWhere stories live. Discover now