Capítulo 2
Días antes...
-Será mejor que vayamos con la modista de nueva cuenta, Nellie. No me gusta ese sobrante en la falda nueva.
- Mamá, sabes que eso es lo que menos me preocupa.
- Lo sé; tú solo vives para tus libros y tus niños.
- Así es. Mis niños que un día se convertirán en hombres...
- Y se olvidarán de su maestra de elemental.
- Puede ser, pero no importa. Lo que más deseo es que sean felices y haber podido contribuir a su educación.
Bajó las escaleras con cuidado pero al llegar al costado de la escalera, la voz de su madre la hizo tropezar y caer estrepitosamente.
Afortunadamente el médico, un joven compañero de escuela de Nellie, llegó enseguida.
- ¿Qué tiene, Robert?- preguntó la madre de Nellie.
- No hay fractura. Lo más probable es que algún nervio esté dañado. Le di un sedante para que pueda descansar pero vendré a verla mañana. Hay que averiguar si el daño no es grave.
Al día siguiente, Nellie despertó y su madre le preguntó cómo se sentía.
- Me siento agotada. No sé, como si hubiera pasado un torbellino. Y me siento tan ligera que podría volar.
- ¿No hay dolor?
- No, para nada. No te asustes, mamá. No te preocupes. Estoy bien. Pásame la bata que voy a ayudarte con el desayuno.
La mamá le dio la bata pero entonces Nellie lanzó un grito.
- ¡Mamá! No siento las piernas.
- ¡No es posible!- exclamó la madre.
- ¿Estás segura?
- Sí, es cierto. No las siento...no puedo moverlas.
- Llamaré a Robert ahor mismo.
El doctor llegó un par de horas más tarde.
- Lo que me temía- reveló.- Necesito trasladarla al hospital para que la revisen.
- Sabes que nuestros recursos son limitados.
- No se preocupe, señora. Nellie estará hoy mismo instalada.
Pasó algunas semanas en el hospital entre medicamentos, enfermeras, ejercicios.
Pero Nellie seguía sin poder caminar.
Robert estaba muy preocupado.
James se dirigió a visitar a su amigo Scott, un geólogo que por el momento, daba clases de geografía en la universidad.
- Querido James- saludó a Peter.
- Hola, amigo. ¿Cómo te ha ido?
- Por el momento, bien- aseveró Peter. – Lo malo es que mi esposa no puede decir lo mismo. En fin, no hagas caso. ¿Qué te trae por aquí?
- Bueno, vine a pagarte los tres chelines que te debía desde hace unos meses. Hasta hoy he podido cobrar algo.
- Muchas gracias. Pero, ¿todo va bien?
- No creas, mi madre sigue preocupada por la situación. Pero yo ya conseguí que me dieran un adelanto por una obra. Por cierto, ¿has leído alguno de mis cuentos?
- Me parece que sí. ¿Era uno de esos cuentos para niños de hadas y esas cosas?
- El mismo- reveló James, animado.
- Vaya una cosa. Cualquier diría que desearías no haber crecido.
- Pues...algo hay de cierto en eso, Peter. Crecer no le ha aportado nada positivo a mi vida. Debí haber seguido siendo aquel muchacho rebelde.
- No digas eso. Tenías que cambiar, madurar. Es mejor levantar el vuelo. Ya ves yo, decidí casarme. Aunque no es el mejor estado, pero soy feliz.
- Yo no sé si un día me siente el matrimonio. Temo fracasar como hasta ahora con mis obras y mis cuentos.
- Ten confianza, amigo mío. Es muy pronto para aseverar algo aun. Mejor sigue luchando y sigue trabajando como hasta ahora.
- Gracias, Peter. Voy a saludar a Robert.
Llegando ahí, el doctor lo saludó cordialmente.
- Me alegra tanto que no te hayas olvidado de mí, Jimmy.
- No me llames así, eso era cuando éramos niños.
- Pues Betsy Palmer te llamó así el otro día y no dijiste nada.
- Se trataba de Betsy, amigo mío. Pero dime, ¿cómo has estado?
- No tan bien como tú. Ya vi que tus cuentos se empiezan a hacer populares.
- Aun no he visto dinero junto por ellos, así que no puedo sentirme satisfecho. ¿Y tú?
- Estoy preocupado por un paciente. Es un caso delicado. Parece algo extraño.
- ¿Algo grave?- insistió James.
- No, al contrario. Se supone que era algo que podía complicarse y no es así. La joven está bien, es sólo que...
- Dijiste, ¿la joven? Se trata de un appaciente.
- ¿No te lo dije?
- No.
- Quizás lo olvidé. Es una amiga de la escuela. Es una maestra. Tiene un problema en los nervios. Sin embargo le han hecho estudios y al parecer todo está en su cabeza. Ppero bueno, no te preocupo más con problemas de médicos. Tú has venido a alegrarme y quiero que te quedes a comer con nosotros.
Robert y su padre, el boticario, lo atendieron para luego volver a casa.
Ahí lo esperaba la amarga sorpresa de encontrar muy enferma a su madre.
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Nellie y James
RomanceNellie y James Introducción No es estrictamente la biografía de James Barrie. Es una historia de amor nacida a raíz de sus escritos. Espero que les guste.