Capítulo 40

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— Te amo

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— Te amo... y no tengo ninguna vergüenza de que lo sepas. Quiero vivir mi vida contigo, casarme contigo. Hacer una familia contigo, envejecer a tu lado, no me da pena decirlo... más bien te lo repito, te amo...

Me traía totalmente prendada de sus palabras pero si seguía hablando me echaría a llorar, yo también quería y quiero eso.

— Sabes que te digo toda la verdad. Eres solo mía. Te prometo que no volveré a apartarte de mí.

Neil no podía estar haciéndome esto. Me estaba recordando con sus palabras, cada una de las veces que me amó en silencio, que esperó a que yo me diera cuenta de su sentir.

Me iba a enloquecer y quería que parase, no de hacerme el amor sino de decir tantas cosas lindas que me traían a la mente momentos tan dolorosos para él y ahora para mí.

— Por favor, Alondra... — gimió sin saber si me pedía que no parase de besarle o que respondiese de una vez a sus palabras.

Él gruñó ante mi silencio y me invadió una y otra vez, torturando la carne húmeda de mi cuerpo. Tenía que ser valiente, él sabía que las situaciones pasadas me llevaron a tener fuerza y coraje pero ¿por qué si tenía coraje para cualquier cosa como escapar de casa de William, robar su portátil y mentir, no tenía ese coraje para decirle sin vergüenza alguna que me encantaba lo que estaba haciendo conmigo?

¿Por qué no admitía de una buena vez lo que en estos momentos era tan obvio para ambos?

Intenté dejar de pensar en ello y acariciarle, aún en silencio. Rozar su piel, hincarle las uñas en la espalda. ¡Joder era exquisito!

Él pasó sus manos por mi nuca aprisionándome a sí mismo. Entonces con una mano me dediqué a acariciarle la cara, con la otra jugaba con los hermosos rizos de su pelo y lo mantenía pegado a mí. No quería que se alejase. Quería sentirlo.

Sus caricias en mi piel sensibilizada se convierten en un cosquilleo de lo más sensual, me hacía derretir. Gimo al propagarse aquella sensación. Desliza la mano derecha entre mis nalgas y me aprieta el sexo nuevamente al penetrarme. Esta vez más profundo que las anteriores, y la sensación global es... gimo, no tengo palabras.

Oh, la sensación es más que exquisita. Mi cara se contrae varias veces mientras mis sentidos, ya agudizados tratan de digerir todas estas sensaciones nuevas que Neil me proporciona.

Él intensificó los movimientos con el objetivo de hacerme arder de placer a cada embestida. Excitados completamente, nos volvíamos locos por el gran torbellino de lujuria que nos recorrió y se prolongó durante un largo y bien tendido rato hasta que algo estalló a la vez en ambos.

Lo sentía en mi vientre, algo increíble que nos dejó totalmente rotos sobre aquella cama.

Mientras sentimos aquel huracán de emociones y sensaciones internas, podía percibir como cada palabra de las que Neil pronunciaba se convertían en mi realidad.

Amarte en silencio (Completa) Where stories live. Discover now