Te amo desde que tengo memoria.Te amo desde que éramos niños.
Mientras yo te he amado tanto, tú no me ves.Yo soy invisible.
Mientras a cada año mi amor por ti crecía más y más para tus ojos yo seguía siendo invisible. Aunque me tuvieras en frente...
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Este capítulo va dedicado a una personita muy especial, @lilizambranoc 💖💖 muchas gracias por el apoyo a la historia y tus hermosos comentarios que me fascinaron 😍🥰
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Se inclina y me besa con fuerza. Cuando se aparta, me falta el aire y el deseo domina mi cuerpo.
Baja los ojos hacia mí, y el resplandor luminoso que sale de la pequeña casita de playa me permite ver que está ansioso. Mi hombre ansioso, no un motociclista peligroso ni salvaje, sino un hombre: un hombre enamorado y ya no tan destructivo como hace un tiempo, al que amo.
Levanto la mano y le acaricio la cara. Deslizo los dedos sobre sus patillas y por la mandíbula hasta el mentón, y dejo que mi dedo índice le acaricie los labios carnosos que ansío besar nuevamente. Él se relaja de forma visible.
— Tengo que enseñarte una cosa aquí dentro. — murmura aún más nervioso, y abre la puerta.
La cruda luz de lo que parece una lámpara sencilla ilumina la impresionante sala antes de cruzar hasta el cuarto de fondo, ese que queda más alejado aún de toda gota de brillo. A su lado se siente las olas chocar en las rocas y llegar a la arena.
— Ven.
Neil toma mi mano y me conduce por los escalones de madera al segundo piso. Al llegar arriba, abre la puerta y se aparta para dejarme entrar.
Me quedo con la boca abierta. La habitación está llena de flores... hay flores por todas partes. Alguien ha creado un maravilloso emparrado de preciosas flores silvestres, entremezcladas con centelleantes luces navideñas y farolillos que inundan la habitación de un fulgor anaranjado y rojo, muy tenue como para simular el atardecer.
Vuelvo la cara para mirarle, y él me está observando con una expresión cálido y tierna que me acelera el corazón. Se encoge de hombros.
— Siempre quise darte flores y corazones, pero no sabía cuando sería el momento indicado. — murmura.
Apenas puedo creer lo que estoy viendo.
— Mi corazón ya lo tienes desde mucho antes. — y hace un gesto abarcando la habitación.
— Y aquí están las flores, por dios Neil... — susurro, terminando la frase por él — Es precioso.
No se me ocurre qué más decir. Tengo un nudo en la garganta y las lágrimas inundan mis ojos.
Tirando suavemente de mi mano me hace entrar y, antes de que pueda darme cuenta, le tengo frente a mí con una rodilla hincada en el suelo. ¡Dios santo... esto sí que no me lo esperaba! Me quedo sin respiración.
Él saca un anillo del bolsillo interior de la chaqueta negra de cuero y levanta sus ojos esmeralda hacia mí, con un brillo tierno, sincero y cargados de emoción a la vez.
