Capítulo 1

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Me miro en el espejo y frunzo el ceño disgustada

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Me miro en el espejo y frunzo el ceño disgustada. Madre mía odio mi cabello. No hay manera de lidiar con él. Y en serio no es justo Alondra Wood, menudo lío te has armado tu solita.

Tendría que estar estudiando para los exámenes finales, que son la semana entrante o mejor aún, caminando a la estación del metro, vamos Alondra hoy es jueves tan sólo te queda un día, pero no, estoy como loca hablándole al espejo y tratando de calmarme, mientras intento hacer algo con mi cabello, misión imposible, intento fallido.

Extiendo mi mano para mirar la hora en mi móvil , donde resonaba por todo el baño la melodiosa voz de Amaia Montero y La Oreja de Van Gogh, bueno el hecho de vivir en Inglaterra no cambia que pueda escuchar música en español y más cuando tengo la extraña manía de a cada día que me levanto, pongo una canción que concuerde con el día de la semana.

Entre tanto entablo una guerra donde termino con una derrota rotunda contra mi cabello rebelde y noto que son más de las 6:00am.

Me desespero al ver que esto no tiene solución, que no puedo controlarlo, decido mirar nuevamente al espejo y ver entonces a la joven morena, de cabellos castaños medios rojizos y ojos color caramelo que me observaba dándose por vencida.

Mi única elección sería recogerme mis mechones rebeldes en una coleta y hacerme la idea de que estoy más o menos aceptable... Dios... Amaia... ¿Cómo le haces?¿Cómo le haces para ser tan guapa aún estando despeinada? Lo más seguro es que ella incluso con un resfrío a de seguir viéndose hermosa. Yo, en cambio, no soy guapa, ni tan lista, no soy una modelo hermosa como las de revista y ni siquiera tengo un talento que me haga especial.

Me dirigí a la pequeña sala, tomé mi bolso, las llaves, fui a la puerta y de allí, camino a la estación. Por suerte apenas hay gente y cuando se acercaba el tren, pude percatarme de que no estaba tan lleno, qué bien.

Al subir camine por el vagón hasta llegar a sentarme donde mismo todos los días, me coloque mis auriculares y el viaje transcurrió tranquilo mientras escuchaba "In A World Like This" de mis queridos BackStreet Boys, mi banda favorita y leyendo los poemas de Beckett, ese dramaturgo y escritor irlandés y francés. Aquel pequeño libro que una amiga de la tía Charlotte me regalo al cumplir mis cinco años y que cada día me daba fuerzas para alistarme e ir hacia el colegio.

Se había convertido en un pedacito de mi vida. Nunca salía sin él, los viajes se hacían más gratos cuando podía leer esas palabras que me transportaban a otro mundo y su ideología tan fascinante de las cosas a nuestro alrededor.

De repente se detiene el tren en otra estación, algo habitualmente normal, sólo que me hallaba tan sumida en mis pensamientos que simplemente me hizo volver a la realidad, me hizo regresar al vagón del tren en el que me encontraba mientras observaba cuanta gente subía el día de hoy, era un día muy cargado, entonces como siempre, el puesto de en frente estaba desocupado.

Amarte en silencio (Completa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora