Te amo desde que tengo memoria.Te amo desde que éramos niños.
Mientras yo te he amado tanto, tú no me ves.Yo soy invisible.
Mientras a cada año mi amor por ti crecía más y más para tus ojos yo seguía siendo invisible. Aunque me tuvieras en frente...
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Corrí lo más que pude. Subí las escaleras y al cabo de pasar por un estrecho pasillo adornado por varias fotos de un color amarillo, algunas otras en blanco y negro muy pocas a colores, me dirigí a abrir la primera puerta que logré visualizar entre la mezcla de sentimientos que nublaban mi vista.
Será idiota, no, la idiota he sido yo por decirle lo que recién descubrí de mí misma. Me senté en el borde de la cama y no pude evitar que un centenar de lágrimas corriesen por mis mejillas magulladas.
—¿Wood? — sentí nuevamente aquella voz estremecer todo mi cuerpo.
¿No pensará dejarme en paz?
¿Ahora qué quiere?
Levanto los ojos hacia él, que me mira boquiabierto, paralizado y pálido, muy pálido. Incluso más de lo normal.
—¿Qué has dicho? —susurra.
Niego.
—¿No piensas decirme?
Asiento con la cabeza y vuelvo a contemplar el suelo. Cierra los ojos y parece estar contando hasta veinte y en retroceso. Cuando los abre, me mira enfadado.
—¿Por qué cojones no me habías dicho nada? —gruñó.
Neil recorre la habitación de un lado a otro pasándose las manos por el pelo rizado. Las dos manos… lo que quiere decir que está doblemente enfadado, quien sabe y más. Su férreo control de militar habitual parece haberse resquebrajado.
—No entiendo porqué no me lo has dicho, ¿por qué no me has dicho que irías allí? —me riñe.
—No pensaba ir a ver a William, el encontrarnos fue una casualidad. Además que tiene que ver esto con lo que te he dicho hace un rato, de verdad eres imbécil. — me levanté dispuesta a querer marcharme de ahí, ya no soportaba mirarle a la cara.
Me contemplo las manos por un segundo, evaluando la situación. ¿Por qué me siento culpable? ¿Por qué está tan rabioso? Lo miro de pies a cabeza.
Mi adormecida subconsciente asoma la cabeza, al parecer a despertado de un coma prolongado. ¿Dónde estaba hace un rato cuando la necesitaba?
—. ¿Quieres marcharte? —me pregunta observando como me levanto de la cama.
—No, a menos que tú quieras que me marche y parece que quieres. —murmuro. — Admito que si quería, pero la verdad, ahora no, pensándolo bien... ¿Quieres que me marche verdad?
No, por favor… No quiero marcharme. Di que no.
—Claro que no. Me gusta tenerte conmigo —me dice frunciendo el ceño, y echa un vistazo a la cara que le pongo—. Lo que no me gusta es que estés enojada. —Y vuelve a levantar los ojos hacia mí—. Estás mordiéndote el jodido labio en estos momentos Wood. —me dice con voz ronca y mirándome pensativo.
