Capítulo 13: Harlen.

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.Dos días después.

Iba a matarla. Definitivamente iba a matar a Yelehen Walsreet.

Se movió alrededor de su oficina como un león enjaulado esperando salir, el calor subiéndole por el torso lo obligó a quitarse el saco y tirarlo contra el sofá de la esquina.

Se detuvo mirando la ciudad en su atardecer, las luces comenzaban a encenderse y el tráfico nunca disminuyó, su belleza se había vuelto algo ordinario para él.

Maldita ciudad, maldita Yelehen y maldita empresa. Quería destruir todo hasta los cimientos.

Fijó su vista en la portátil que la empresa le había dado, el correo de Hanns abierto, burlándose de él y demostrándole cuan mierda podían ser todos los de Ivy Soul.

Ella se había sentado a su lado en esa oficina, dos días seguidos trabajando juntos hasta tarde, fingiendo que lo ayudaba con la cuenta de los Greeks, cuando lo que en realidad quería era sacar ventaja. Maldita arpía. Había ido muy lejos.

¿Y cuan estúpido había sido para confiar en alguien así? Esa boca de listilla que tenía y la mirada de sus ojos lo habían embaucado por completo.

Tomó la portátil entre sus manos y volvió a asomarse por la puerta, Bethany aún seguía en la sala de juntas con ella. Adam se había ido temprano y Hanns no había pisado la empresa en todo el día.

Joder...

No podía esperar más. Incluso antes de pensarlo estaba saliendo de la oficina y dirigiéndose hacia la sala de juntas. Las cortinas permanecían abiertas así que podía verla, sonreía hacia las otras mujeres mientras sostenía una copa.

Esa mañana, cuando la vio cruzar las puertas del ascensor con aquel tapado y vestido blanco, y su pelo suelto formando ligeros bucles en las puntas, ella le había parecido casi angelical.

Casi.

Pero ahora que sabía porque lo había ayudado, solo podía verla como un lobo con piel de cordero.

Era hora de ser el cazador.

Caminó los pocos pasos que lo separaban de la sala, escuchando la charla entre ellas:

— ¿Por qué no vamos a un bar? –Dijo la pelirroja de recursos humanos—. Quiero beber algo más que vino.

—Ey, es mi celebración, yo decido que bebemos esta noche –Estaba casi seguro de que era una de las becarias que Yelehen había defendido— Y adoro el vin...

Las palabras se detuvieron cuando lo vieron cruzar la puerta. Estaban festejando algo y él le importaba un carajo lo que era, o matar el humor, solo clavó su vista en Yelehen, parada en la punta de la mesa, devolvió la mirada fingiendo estar confusa.

—Harlen...—Fue Beth quien rompió el silencio con su habitual tono alegre— Estamos festejando que Alice...

—Necesito hablar con la señorita Walsreet, en privado, por favor...—Intentó sonar amable, pero su voz solo se escuchó tensa y filosa.

Él no se preocupó en mirarlas, tenía su vista fija en su objetivo, le daba igual si se sentían incomodas.

Yelehen frunció el ceño, deseaba ver la culpabilidad en ella, pero era tan buena fingiendo. Su rostro no revelaba ni una pizca de remordimiento.

Seguramente porque no lo sentía.

—Chicas, márchense, envíenme un mensaje con la ubicación y las alcanzaré después...

— ¿Segura, Yel? –Preguntó la de recursos humanos.

Ella asintió en respuesta, nunca dejó de mirarlo.

Dobles intencionesWhere stories live. Discover now